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22 noviembre, 2024

Ricardo Centurión y otro paso atrás en su turbulenta carrera: fue separado del plantel de Barracas Central

La historia de Ricardo Centurión en Barracas llegó a su fin en cuestión de cinco meses. Así lo confirmó Sergio Rondina, su entrenador, quien anticipó que “lamentablemente no creo que lo tengamos en cuenta”.

Fue después del triunfazo ante River, cuando el Huevo reconoció que “Ricky es un jugador distinto que nos hacía mucha falta”, pero que “actualmente cuento con soldados comprometidos que se tiran de cabeza”. De todos modos, le avisó a ESPN que “la decisión la tienen que tomar los dirigentes”.

Ricky, llegado al club en febrero con un emotivo «fueron meses muy duros para mí», disputó 10 partidos en el Guapo, el último de ellos hace dos meses y medio, ante Vélez. Después de eso sufrió un desgarro, se recuperó en mayo y nunca más regresó a las convocatorias.

Centurión jugó sólo 10 partidos en Barracas.

Centurión jugó sólo 10 partidos en Barracas.

​La trágica vida de Centurión

Fue un 17 de junio de 2012. Luis Zubeldía lo puso de titular y no tardaron en compararlo con el Loco Corbatta. Tendrían cosas en común: las gambetas y una historia trágica. La Academia la pasaba mal con Rafaela (caería 4-2) y el pibe de 19 años que debutaba comenzó a tirar bicicletas, amagues y caños, a regalar la alegría que le había faltado al equipo en ese Clausura 2012. Jugaba con la desfachatez de un chico que se divertía con sus amigos. A la distancia, parece que esa fue la válvula al escape de una vida triste y una infancia dura.

No tardó en llamar la atención Ricardo Centurión. Por eso de las gambetas que empezaron a traducirse en goles en la segunda fecha del torneo siguiente (convirtió por primera vez en un 2-0 frente a Argentinos) y también por sus costumbres afuera de la cancha. Empezó a vivir fuerte, Centu. Rápido y furioso, como si lo corriera el tiempo.

El día que se filtró su foto con una Itaca Pajera doble caño se armó un verdadero escándalo. Los fierros eran parte de su cotidiano. Pasó cuando estaba en Racing. Y también en Boca. Lo criticaron y él empezó a recluirse, a juntar furia, sin hablar con nadie. Después, sí, llegó el momento de desahogarse por las redes. El famoso, «que la cuenten como quieran».

La foto de Centurión con un arma, una imagen que marcó su carrera y nunca pudo revertir.

La foto de Centurión con un arma, una imagen que marcó su carrera y nunca pudo revertir.
«Lo normal para mí era ver armas y drogas. Era lo que me pasaba por al lado. Me gustan las armas. Si me hubiera criado en un yate, me gustarían los yates», explicó tiempo después.

Centurión había tenido una infancia brava. Creció en Villa Luján, un asentamiento precario de Sarandí. El día que compró un departamento con lo que ganó en el fútbol, se llevó a varios de sus amigos. Pero nunca pudo dejar de pasar por el barrio. Hasta que empezó a sentirse un sapo de otro pozo y decidió no volver, salir de allí: «Empecé a ser un signo pesos ahí…».

Es que, la inocencia era cosa del pasado. Ya eran pocos los pibes que quedaban de la niñez, los incondicionales. «De mis 30 amigos de la infancia, apenas quedan tres». No hace falta aclarar cómo fueron muriendo…

Centurión parece haber vivido varias vidas en una sola. Era jovencito todavía cuando murió su papá. La situación es confusa, apenas podemos relatar lo que alguna vez contó él: “A mi viejo lo perdí de muy chiquito, a los cinco años. Laburaba en una fábrica ilegal de pirotecnia. No se sabe cómo explotó la fábrica. Eran siete chicos que trabajaban ahí y fallecieron todos».

Como si lo persiguiera una maldición, el futbolista fue perdiendo a todos sus seres queridos. A la trágica muerte de su papá le siguió la de su mejor amigo: «Murió en mis brazos».

«Ese fue mi peor momento», dijo Centu. Pero el destino le tenía preparado otra cachetada. A mano abierta, de esas que dejan marcas.

El 29 de marzo de 2020 murió Melody Pasini, quizá el amor de su vida, la compañera de Ricky de esos días. Falleció de un paro cardiorespiratorio mientras manejaba. Habían pasado la pandemia juntos y se había convertido en un gran sostén. Dos semanas antes había fallecido a su abuela, una mamá postiza que lo había criado.

La felicidad de Rondina por el triunfazo de Barracas ante River

“Es una victoria importante por lo que significa para el club”, dijo Sergio Rondina acerca del festejo de Barracas ante River. Para el club, que pelea por no volver al Ascenso -está 20° en los promedios-, pero también para sus futbolistas, por los que el Huevo se alegró muchísimo: “Seguro que muchos de ellos enfrentaron a sus ídolos, a los que hasta hace un año o dos veían por tele”.

Para que el partido acabara así, con la caída del puntero y el festejo del 16°, hubo responsabilidades compartidas. De Demichelis, cuyo armado no dio resultados, y del deté del Guapo, que aun sorprendido por el planteo riverplatense pudo hacer ajustes y sacar rédito. “Preparamos una cosa y nos encontramos con otra. Con un equipo que armó una línea de cinco, con tres volantes, dos delanteros… Un poco nos cambió la manera de jugar, pero logramos acomodarnos”, comentó Rondina. Entre sus claves para reducir a River estuvo “haber evitado los pases filtrados, pelear cada pelota como si fuera la última y la solidaridad en la cancha”, además del buen funcionamiento del “triángulo invertido” compuesto por Herrera, Arce y el #10 Tapia.

“Lamentamos que este partido no nos dé 10 puntos”, cerró entre risas el Huevo, consciente de que “todos los partidos que nos quedan son complicados” y que aún falta para cumplir “el objetivo de quedarnos en Primera”.

El Huevo Rondina le cerró la puerta a Ricky. (Prensa Barracas Central)

El Huevo Rondina le cerró la puerta a Ricky. (Prensa Barracas Central)

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