20 junio, 2025

Los peces sufren hasta 22 minutos de intenso dolor cuando se los retira del agua

Los científicos han descubierto que cada pez asesinado por el sistema de asfixia, utilizado habitualmente para su aprovechamiento alimenticio, puede experimentar hasta 22 minutos de dolor intenso una vez retirado del agua. Para llegar a sus conclusiones, los investigadores desarrollaron un marco estandarizado que tiene en cuenta la intensidad de los estados negativos como el estrés o el dolor, junto al tiempo que se experimentan.

Un estudio publicado en la revista Scientific Reports ha demostrado que los peces, en particular la trucha arcoíris, pueden sufrir hasta 22 minutos de intenso dolor cuando son sometidos al sistema de asfixia aérea, el método de sacrificio más extendido en la acuicultura y la pesca comercial. Dicha práctica, que consiste en retirar al pez del agua y dejarlo morir por falta de oxígeno, supone una crueldad que permanece oculta y se suma a otras tantas prácticas de maltrato animal incentivadas por la industria alimenticia.

Los investigadores del Welfare Footprint Institute emplearon el novedoso Marco de Huella de Bienestar (WFF, según las siglas en inglés). Se trata de un esquema que asigna valores temporales a experiencias negativas, como por ejemplar dolor y estrés, para cuantificar el sufrimiento animal y los problemas inherentes al bienestar de distintas especies. Gracias a este enfoque, pudieron estimar la duración e intensidad del dolor de manera más objetiva y compararlo con otros métodos de sacrificio o intervenciones.

Un fuerte impacto global

Según los hallazgos, la trucha arcoíris promedio soporta 10 minutos de dolor intenso durante la asfixia por aire, aunque este lapso puede oscilar entre 2 y 22 minutos en función de varios factores como el tamaño del pez y la temperatura del agua en el momento de la extracción. Según una nota de prensa, analizado por unidades de producción esto equivale a unos 24 minutos de sufrimiento por cada kilogramo de pescado, una cifra que permite vislumbrar el enorme impacto sobre la naturaleza, si tenemos en cuenta los miles de millones de ejemplares sacrificados anualmente.

Además, el alcance global es inmenso: se calcula que se capturan y matan más de 2,2 billones de peces salvajes y 171 mil millones de peces de cultivo cada año. A este escenario se suman las fases previas al sacrificio, como el transporte, hacinamiento y manejo: los científicos creen que estas etapas podrían generar un sufrimiento incluso superior al de la propia muerte por asfixia, aunque hasta ahora han sido prácticamente olvidadas en las regulaciones.

En otro sentido, el estudio evalúa la relación coste-beneficio de soluciones orientadas a atenuar el dolor de los peces. La electroestimulación parece ser la alternativa más rentable: por cada dólar o euro invertido en equipamiento, se podrían evitar entre 60 y 1.200 minutos de sufrimiento moderado a extremo. En tanto, la inutilización percutánea, que consiste en un golpe preciso en la cabeza para inducir el estado inconsciente, también arroja mejores indicadores en términos de bienestar animal. 

Nuevos métodos y cambios legislativos

Aunque todos estos métodos siguen suponiendo una dosis importante de maltrato animal, la aplicación generalizada de aturdidos eléctricos o percutáneos no solo reduciría de forma drástica el dolor, sino que también supondría una inversión con retorno ético y práctico, según los investigadores.

Referencia

Quantifying the welfare impact of air asphyxia in rainbow trout slaughter for policy and practice. Cynthia Schuck-Paim et al. Science Advances (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-025-04272-1

De acuerdo al Dr. Wladimir Alonso, quien creó los conceptos básicos del método WFF, “el Marco de Huella de Bienestar proporciona un enfoque riguroso y transparente basado en la evidencia para medir el bienestar animal, y permite decisiones informadas y conscientes sobre dónde asignar recursos para reducir el impacto”, indicó en el comunicado.

En el ámbito legislativo, estos resultados permiten revisar normativas en acuicultura y pesca, aunque en la mayoría de los estados las leyes de bienestar animal contemplan únicamente mamíferos y aves. Ahora, el nuevo marco proporciona datos sólidos que facilitan la inclusión de los peces en futuras regulaciones.

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