Hay poco más de una cuadra entre la casa de los Sperani y la puerta del cementerio de Laboulaye. Silvio, el tío de Joaquín, camina los 200 metros y se anima a entrar por primera vez desde el lunes, cuando fue el sepelio del adolescente.
El nicho todavía permanece abierto y las ofrendas de flores y coronas junto a las fotos de un Joaquín lleno de vida están allí, en el mismo lugar donde quedaron el lunes.
Para Silvio, el tiempo se detuvo el domingo cuando corrió y corrió las seis o siete cuadras que separan a la Comisaría de la casa abandonada donde unos minutos antes una de sus sobrinas había encontrado el cuerpo.
“Esto no puede quedar así”, dice el hombre que llora a su sobrino preferido. “No voy a olvidar los abrazos que me daba cuando venía a visitarlo y la manera en que me quería”, asegura envuelto en una emoción profunda.
En la puerta de Tribunales, a las fotos de Joaquín se les suman los de otras víctimas de casos que no tuvieron una resolución en la Justicia. La gente llevó velas y las encendió como una manera de pedir luz ante tanta desazón.
Desde el domingo, el mejor amigo del adolescente muerto fue puesto en resguardo judicial y el juez Sebastián Moro decidió su traslado al Complejo Esperanza, un centro para menores judicializados ubicado en la capital provincial, a 380 kilómetros de Laboulaye.
Más pruebas
«Tuvo discernimiento para armar un plan premeditado y matar», dijo este jueves Raúl Frencia, el abogado que representa a la familia de Joaquín Sperani.
“No tiene que cerrarse el caso porque tengan un solo testimonio. Esto es lo que más le conviene al juez y a la Policía, pero acá hay algo más”, afirmó una mujer que empuñaba una vela encendida.
Allí estaba también el hermanito de Joaquín, ahora el mayor, y el que abraza a su madre sin dejarla un minuto sola en la multitud de brazos que la sostenían y acariciaban.
“Hay que revisar una y mil veces las cámaras de seguridad para saber qué pasó, quiénes estuvieron en la zona en esos minutos de la tarde del jueves porque esto no puede haberlo hecho una sola persona en tan poco tiempo”, aseguró un hombre que estuvo siempre cerca de la familia en la marcha que caminó por la calle Independencia, desde el Ipem “Malvinas Argentinas” hasta el edificio de Tribunales.
Vecinos conmovidos y sin dormir
La vecina que vive a un costado de la casa del terror asegura que desde el domingo al mediodía tiene un nudo en el estómago que no la deja un minuto en paz.
“Casi no puedo dormir y estoy comiendo muy poco porque la comida no me pasa”, le dijo a Clarín la mujer.
En la cuadra, sobre la calle Sarmiento, la casa abandonada pasó a ser un lugar concurrido al que los habitantes de la ciudad acuden a mirar con sus propios ojos lo que han visto repetidas veces en los canales de noticias nacionales desde el lunes en adelante.
“Nunca escuché ni vi nada raro y ese día tampoco. Los vecinos sabíamos que los chicos venían a la casa a tomar alguna gaseosa y comer galletas y alfajores. Los papeles que tiraban siempre quedaban en el tejido de mi casa y yo los sacaba de vez en cuando porque me gusta ver todo limpio”, dice la mujer.
El domingo escuchó el grito desesperado de la prima de Joaquín cuando encontró el cuerpo del adolescente tendido en el interior de la casa. Ese fue el principio de la pesadilla que se vive el barrio, la escuela y la ciudad.
La mujer, una docente jubilada que prefirió no dar su identidad, contó que fue entrevistada por dos policías de Investigaciones a los que les relató lo poco que vio.
Otra vecina de la cuadra afirma que nadie vino a preguntarle nada y que es sospechoso que la investigación se haya cortado con el testimonio de un menor que “puede estar amenazado”.
En el pueblo, la ola de versiones viene y va de un rincón a otro y hurga en el pasado de las dos familias que hoy están rotas por el dolor.
Las redes sociales y los comentarios en medios de prensa locales se transformaron en la plataforma para que perfiles anónimos den rienda suelta a hipótesis de calibres impensados.
La palabra venganza también se pronunció y hasta una vidente salió a plantear su propia teoría del caso a través de TikTok.
En la mañana del jueves, a una semana del crimen de su hijo, Mariela le dijo a Clarín que todavía no se animó a ir a visitar a su hijo al cementerio. “Tenía miedo cuando había tormenta y anoche tuve el impulso de ir a protegerlo porque se largó a llover y había muchos truenos”, contó la mamá. A Martín le tocó el trance de presenciar el cambio de nicho del cajón que contiene los restos de su hijo de un espacio del Cementerio a otro.
“Yo siento que era más que su padre porque también fui su entrenador de fútbol en el Club Huracán”, afirmó. “Le gustaba usar mi ropa y se llevó con él un par de zapatillas que me compré hace unas semanas. Me las pidió y se las di y el jueves para que fuera a la escuela”.
En la tarde del miércoles, los compañeros de colegio de Joaquín volvieron a clase. Desde el Ministerio de Educación de Córdoba hubo jornadas con los docentes con el objeto de plantear jornadas de reflexión junto a los chicos, en su regreso a las aulas después de tamaña tragedia.
En las paredes del edificio está escrito el nombre Joaquín, quizás con la letra misma del joven asesinado.
Córdoba. Corresponsal
SC