En Villa Cura Brochero, donde la figura del santo gaucho sigue marcando huella, hay historias que conmueven por su humildad y entrega. Una de ellas es la de Exequiel Alejandro Correa, un policía cordobés que no sólo patrulla las calles: también da catequesis a niños, lleva la comunión a enfermos y acompaña espiritualmente a los peregrinos que visitan el santuario.
Exequiel, o “Exe” como lo llaman quienes lo conocen, cumple funciones en el Destacamento Santuario, dependiente de la Comisaría local. Pero su vocación de servicio va más allá del uniforme. El pasado 22 de junio, fue instituido como ministro extraordinario de la Eucaristía, en una ceremonia presidida por el Obispo Ricardo Araya, junto a los capellanes policiales Marcelo Rivarola y Luis Zalazar.
“Ser ministro religioso es una manera de estar cerca de la gente, de tender la mano a los que más lo necesitan”, expresó Exequiel, quien también acompaña con gestos sencillos a quienes llegan buscando consuelo o un momento de silencio en el Santuario Nuestra Señora del Tránsito y Santo Cura Brochero.
Una doble misión, un solo corazón
Como ministro, Correa entrega la hostia en misa, lleva la comunión a personas enfermas o con movilidad reducida y brinda catequesis a chicos que se preparan para la Primera Comunión y la Confirmación. Su presencia se multiplica: es cuidador, guía y vecino presente.
La comunidad lo valora por su cercanía, su respeto y su manera tranquila de servir. En tierra marcada por la obra del Cura Brochero, su entrega encarna el mismo espíritu: estar donde se lo necesita, sin hacer ruido pero con convicción.
La historia de Exequiel Correa es testimonio vivo de cómo la vocación puede tener más de una forma, y de cómo fe y función pública pueden convivir en armonía cuando el motor es el mismo: el compromiso con los demás.