Nestlé tiene un “problema de lujo”. La demanda de café crece a un ritmo que hace esperar que los 3 billones de tazas diarias que se consumen en todo el mundo, se conviertan en 6 billones, en 2050. Así que Nescafé tiene, frente a sí, un elevadísimo potencial de crecimiento. ¿La complicación? Que el cambio climático va camino de recortar a la mitad el terreno apto para plantar, o que los fenómenos climáticos extremos impactan directamente sobre la calidad de las cosechas o que las tensiones geopolíticas lo están empeorando todo al provocar inflación e interrupciones del suministro. En definitiva, que si no hace nada, este grupo de alimentación suizo responsable de uno de los principales negocios de café del mundo (solo Nescafé vende cada año el equivalente a 10 billones de euros), no tendrá forma de satisfacer la demanda.
De ahí todo un plan de acción para que las principales zonas donde se cultiva el café dispongan de plantas más productivas. De ahí que tengan un equipo exclusivamente dedicado a hacer plantas de laboratorio para lograr, artificialmente, que sean mucho más resistentes a las nuevas condiciones climáticas, a plagas y a todo lo que pueda venir en el futuro. Se trata de una infraestructura de 5.000 metros cuadrados situada en Tours, ciudad francesa de unos 130.000 habitantes situada en pleno Valle del Loira, que ha abierto esta semana sus puertas a varios medios de comunicación europeos. Entre ellos, Prensa Ibérica.
El centro forma parte de una red global de i+D en la que Nestlé invierte anualmente unos 1,8 billones de euros y a la que dedica más de 4.000 trabajadores en todo el mundo. Son una veintena de centros en total, pero en muy pocos, como este, se cultivan plantas de café para caracterizar su genoma, hacer polinización cruzada entre una y otra especie, y multiplicar los primeros brotes en caso de dar con una planta superior al resto.
Inicio del proceso
“Todo empieza con un único árbol”, contarán algunos de los 40 profesionales que allí trabajan, en una visita guiada por el director del Instituto Nestlé de Ciencias Agrícolas, Jeroen Dijkman; la jefa del negocio del café en Europa, Yana Mikhailova; el responsable global de la relación con los granjeros que se dedican al café y al cacao, Stefan Canz; o el director del departamento de ciencias de las plantas en Tours, Damien Drouet.
Tienen, en un invernadero que más recuerda a una fábrica industrial, unos 100 árboles todos distintos entre ellos. Unos se caracterizan por su resistencia a las altas temperaturas; otros, a las sequías; algunos destacan por dar muchísimo grano de café; otros, por lo sencillo que es recogerlo. Su tarea es extraer el polen de alguna de sus flores para combinarlo con el de otras variedades, y plantar la combinación para ver qué ocurre.
Parte del proceso de polinización cruzada de la planta de café que lleva a cabo Nescafé / Nestlé
El resultado tardará entre 3 y 4 años en crecer lo suficiente como para extraer conclusiones. Por eso la caracterización genómica, para estar lo más convencidos posible de que aquella va a ser una combinación ganadora. En cualquier caso, pasarán igualmente 20 años hasta que se convierta en un árbol que esté dando rendimiento a un granjero en Brasil o Vietnam, principales orígenes del café que emplea Nestlé.
Año y medio hasta ver brotes
Porque una vez esa planta tiene entidad propia y da muestras prometedoras, sus hojas se llevan al laboratorio para hacer lo que llaman “propagación”. En este área, cuyos pasillos recuerdan, ahora, a los de un hospital o laboratorio médico, la tarea es trinchar una de las hojas de la planta, y combinarla con compuestos que consiguen emular el proceso natural que sigue la planta para crecer y lograr que las células empiecen a reproducirse. En un año suelen tener una planta de café tan diminuta que no mide más que un fideo; y, en año y medio, empiezan a ver brotes.
Una de las responsables de equipo de los laboratorios de Nestlé en Tours (Francia) con varios gérmenes de planta de café / Nestlé
Entonces, se manda una avanzadilla de estas pequeñas plantas al campo para ver como se adaptan al medio. Si todo va bien, se hará otra “propagación” (multiplicación del número de plantas); luego, más pruebas a gran escala, la validación y aún otra fase de propagación antes de la distribución a gran escala. En total, 20 años. “Por eso es tan importante para nosotros anticipar cómo será el clima en 20 años”, indica, en este punto, Drouet. “Por eso es tan clave decodificar los marcadores genéticos clave para seleccionar la mejor progenie”, añade.
Lo es para poder mantener, como mínimo, las 850.000 toneladas métricas de granos de café (o 14 millones de bolsas) que compra Nescafé cada año y que redundan en que Nestlé, también responsable de todo el universo Nespresso, lidere el podio del negocio del café en Europa. Parte de este vigor pasa, por cierto, por Girona, donde la empresa tiene una de sus mayores fábricas a nivel mundial.
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