Ni el genial Mark Twain lo pudo haber imaginado en su mente maestra. O tal vez sí. Fue cuando el creador de «Las aventuras de Tom Sawyer» y su secuela «Las Aventuras de Huckleberry Finn» escribió «Un yanqui en la corte del Rey Arturo» y hablaba de un viaje en el tiempo en el que un hombre nacido en el futuro en otro mundo transformaba a la Inglaterra medieval en la cuna de la Revolución Industrial. Lo que no imaginó este genio del periodismo y de la literatura -que llegó y se fue del mundo al compás del cometa Halley– es que en su Missouri natal habría un hombre capaz de lograr que el fútbol opacara por un rato al football americano.
Y eso fue lo que hizo en la noche del sábado Lionel Messi, que hizo latir al Arrowhead Stadium, la casa de los Kansas City Chiefs, los reyes indiscutidos de la NFL, cuando su Inter Miami, golpeado y en crisis tras la prematura eliminación de la Concacaf Champions Cup, le ganó por 3-2 a Sporting KC por una nueva fecha de la MLS.
Es que Messi no sólo consiguió que el estadio, uno de los más ruidosos del deporte profesional de los Estados Unidos, batiera un récord de espectadores para un partido de fútbol con la presencia registrada de 72.610 personas -el cuarto mayor registro histórico de la MLS-, sino que logró que Patrick Mahomes, el mejor jugador del fútbol americano de la actualidad -y dueño de una porción del paquete accionario de Sporting KC- se rindiera a sus pies. Sí, Messi lo hizo otra vez.
Un párrafo para entender quién es Pat Mahomes. Aunque en realidad alcanzan con seis palabras. Es el Messi del fútbol americano. A los 28 años es considerado uno de los mejores quarterbacks (mariscales de campo) de la historia del deporte que reina en la tierra del Tío Sam. Para que lo entiendan quienes no entienden nada: son los habituales chicos fornidos que son los muchachitos de la película en centenares de argumentos de largometrajes made in Hollywood.
Son los mariscales de campo, en realidad, los cracks que hacen que la NFL, con contratos récords, sea imbatible entre los deportes profesionales de los Estados Unidos. Mahomes ya ganó tres veces el Super Bowl y promete, en sociedad con Travis Kelce -novio de Taylor Swift– y Andy Reid -su legendario entrenador- ser la cabeza de una nueva dinastía en su disciplina. Algo así como lo que Michael Jordan logró tiempo atrás con Chicago Bulls en la globalizada NBA.
Mahomes, de vacaciones por estos días, no se quiso perder la presencia de Messi en su casa. Y no sólo siguió el partido desde su palco, sino que también intercambió un caluroso saludo con el capitán campeón del mundo en Qatar 2022 y con varios de sus compañeros -incluido el recuperado Benjamín Cremaschi-.
Para decodificar la situación va un ejemplo: es como si Messi estuviese en Rosario y fuera a ver y saludar a la figura de un deporte que no tiene la trascendencia del suyo fronteras adentro.
No sorprende, claro. Por algo ya no alcanzan los dedos de las dos manos y de los pies para contar las celebridades (LeBron James, Serena Williams, Will Smith y la lista sigue) que fueron a ver a La Pulga en vivo y en directo en el Chase Stadium de Fort Lauderdale.
Y eso habla a las claras, por si todavía no se alcanzó la madurez para interpretar la realidad, del impacto que tiene Messi en el mundo del deporte. A los 36 años, Leo sigue siendo un polo de atracción y devoción por parte de los fanáticos. La comparación no sirve porque, a pesar del paso del tiempo, sigue Messi siendo dominante, el GOAT. Pero quién no querría ir a ver a Mick Jagger o Paul McCartney en un recital.
Y eso es lo que ocurre con Messi. Porque no solo Mahomes fue a verlo. Sino que otros 72.609 espectadores de Missouri, en el corazón de los Estados Unidos, hicieron abrir un estadio para disfrutarlo -no olvidar que Sporting Kansas City juega habitualmente en una cancha con lugar para 18 mil personas-.
Lo mejor de todo es que Messi, que dos veces fue abordado por invasores -horas extra para su musculoso guardaespaldas- no decepcionó. A 72 horas de haber dejado una pálida imagen en el final de aventura en la Concachampions, Leo volvió a ser titular y, con una asistencia magistral y un golazo en modo bomba, fue la figura de Inter Miami que le ganó a por 3-2 a Sporting Kansas City para mantenerse en zona de playoffs en la Conferencia Este de la MLS. Suma cinco gritos y cinco pases gol en cinco partidos jugados en la temporada.
Se trata de una señal fuerte para apagar las dudas que empezaban a florecer sobre su estado físico, sobre todo después de la lesión muscular que lo obligó a parar durante cuatro semanas y lo dejó sin la posibilidad de participar en la gira con la Selección Argentina por los Estados Unidos. Messi, más allá de estar lejos de la elite europea, vuelve a acercarse su «prime» y todos lo disfrutan. Desde Gerardo Martino que no le puede encontrar la sintonía fina a Inter Miami hasta Lionel Scaloni, que anda pensando en la defensa del título en la Copa América que arrancará en junio próximo.
No será un yanqui en la corte del Rey Arturo. Pero sí es un argentino que conquista al corazón de los Estados Unidos con su fútbol y no con su football. Por eso es algo que, pensándolo un poquito más, ni el genio de Mark Twain pudo haber imaginado.