Los castillos constituyen un importante componente del variado y rico patrimonio cultural de Córdoba. Por razones históricas Córdoba, después de Jaén, es la provincia andaluza que presenta un mayor número de fortalezas. Pero estos bienes culturales exhibían en el siglo XX, salvo pocas excepciones, un estado ruinoso.
Varias son las razones que generaron su devastación: la capitulación de Granada que representa el fin de la guerra contra los musulmanes y que, ante la pérdida de importancia de los castillos, estos son abandonados por los señores. Ahora los nobles prefieren residir en la corte cerca del monarca y, además, siguiendo la tendencia renacentista, terminan por asentarse en palacios urbanos, mucho más confortables para vivir que los incómodos castillos. Este comportamiento de la nobleza y, consecuentemente, la falta de mantenimiento de los castillos ocasiona su paulatina ruina producida por el paso del tiempo. Para mayor escarnio se destruyen algunos por orden real. Fernando el Católico (calificado por Castejón como «destructor de castillos») nos deja como ejemplo la demolición del castillo de Santa Eufemia en 1478 o el de Montilla en 1508.
Otras veces, la guerra y los habitantes del lugar son los causantes de la destrucción. Durante la Guerra de la Independencia, los franceses ocupan el castillo de Belmez y lo abandonan en 1812, no sin antes destruir sus fortificaciones. La población del lugar es la que continúa su demolición para que no pudiera ser aprovechado por otros enemigos.
En algunas fortalezas su ruina se vio acelerada por la falta de sensibilidad y la miopía de las autoridades locales que permitieron y, a veces, favorecieron el saqueo las de los materiales para otros fines constructivos que, a título de ejemplo, señalamos:
- El castillo de Aguilar de la Frontera viene sufriendo un continuo deterioro y en el siglo XVIII se acelera su destrucción: las autoridades locales, contando en 1726 con el permiso de los duques de Medinaceli, favorecen y consienten la utilización de las piedras de la Torre del Homenaje para la construcción del hospital o la iglesia de la Concepción.
La destrucción total llega en el siglo XIX, cuando se utilizan sus materiales para la construcción del ferrocarril, la carretera y, en la misma población, la construcción del ayuntamiento, aceras y plaza ochavada. En el siglo XIX se produce el Pleito del duque de Medinaceli contra el alcalde de la villa de Aguilar que incluye un documento que, en realidad, es un peritaje «para comprobar los destrozos que la falta de mantenimiento y el saqueo provocado en el castillo, poniendo de manifiesto el desinterés tanto de los dueños como de las autoridades por dicho edificio» (Cabezas Expósito, 2019). No terminan aquí las agresiones pues, aprovechando la altura del cerro, en 1940 se levanta en el patio de armas un depósito circular de agua para abastecer a la población y otro en 1970. Ambos son retirados en el siglo XXI.
En algunas fortalezas su ruina se vio acelerada por la falta de sensibilidad y la miopía de las autoridades locales.
- En Hornachuelos también se utilizaron los materiales de la muralla para realizar obras en la población y para la edificación de casas que fueron fagocitando las murallas hasta su desaparición en algunas zonas.
- En Palma del Río, la muralla llega al siglo XX muy deteriorada, con algunos tramos derruidos y otros absorbidos por las construcciones particulares.
- El castillo de la Almedina (Baena) también nos sirve de ejemplo de cómo llegó al estado de ruina, según refiere el arqueólogo José Antonio Morena López. Ocupado como residencia en el siglo XVI por el conde de Cabra, el castillo fue adaptando un aspecto palaciego con la construcción de dependencias para tal fin. Este carácter palaciego se mantiene hasta 1897 en que la propiedad es comprada por particulares. Y en el siglo XX entra en una fase de abandono, ruina y utilización, sin que nadie impida tal atropello, de sus materiales para la construcción de viviendas. Para más tropelía, desde 1927 a 1959 se levantan depósitos de agua en el patio de armas, lo que supuso el destrozo de todas las estructuras históricas del interior del recinto y sepultó todas las que quedaban en pie. Nuevamente, la impotencia, la falta de soporte jurídico y la insensibilidad de las autoridades causa la ruina de un edificio histórico. En el siglo XXI el Ayuntamiento restauró el inmueble y recuperó uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.
- Veamos ahora lo sucedido con el castillo de Dos Hermanas. Existía la hipótesis, defendida por el Abad de Rute, que se había desmantelado el castillo de Dos Hermanas para aprovechar sus materiales para la construcción de uno nuevo en Montemayor. Sin embargo, Pablo Moyano mantenía la idea de que la destrucción del castillo de Dos Hermanas era el resultado del abandono y el paso del tiempo. Idea esta que parecen confirmar las excavaciones realizadas en el período 2018-2021 al confirmar que estuvo habitado hasta el año 1515 en que la población se traslada a Montemayor, aunque en Dos Hermanas siguió existiendo un destacamento militar hasta el siglo XVII en que se produce su abandono definitivo y, posteriormente, su abandono y total desmantelamiento.
Las catástrofes naturales también colaboran en la ruina de los castillos:
- El terremoto de Málaga de 1680 afectó a Cabra: derribó parte del castillo y una de las torres que se derrumbó sobre la calle del Tinte.
- También el deterioro del castillo de Aguilar de la Frontera se acentuó, para más desgracia, como consecuencia del terremoto de Lisboa de 1775. La Torre del Homenaje, después del saqueo de sus materiales y de sufrir el terremoto, estaba a finales del siglo XVIII al borde del desplome.
Las catástrofes naturales también colaboraron en la ruina de los castillos, como sucedió con los de Cabra, Aguilar o Palmar
- Es en el lado oeste (calle Rioseco) donde la muralla de Palma del Río se encuentra en peor estado, en algunas zonas casi desaparecida, debido a las riadas del río Genil.
Sin embargo, el abandono y la falta de mantenimiento de los castillos es, en gran medida, el causante de su ruina:
- En el castillo de Doña Mencía, la falta de conservación obligó a la demolición en 1923, por orden municipal, de la torre cilíndrica que estaba en la esquina sudeste debido a los desprendimientos de piedras de su parte alta.
- Igualmente en Bujalance, en el lado oeste, se produce un desmoronamiento de parte del lienzo de la muralla en 1963 y, ante el peligro que esto suponía, fue necesario derruir el cuerpo superior de la torre.
Es normal que los castillos, debido a su abandono y salvo muy pocas excepciones, lleguen al siglo XX en un estado de ruina lamentable. Pero desde la segunda mitad del siglo se producen importantes cambios sobre su valoración que nos permiten hablar de un cierto ‘renacimiento’ de los mismos.
Las autoridades toman las medidas adecuadas para la conservación del patrimonio vinculado al sistema defensivo. Así, en 1985 se aprueba la Ley del Patrimonio Histórico Español. Esta ley crea la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC) por la que gozarán de especial protección los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español que sean declarados Bienes de Interés Cultural y en los que no se podrá realizar ninguna obra que afecte directamente al inmueble sin autorización expresa de los organismos competentes. Además, la referida ley establece que quedan incluidos en ella los bienes comprendidos en el decreto de Protección de los Castillos de 1949. Decreto que determina que todos los castillos de España quedan bajo la protección del Estado, establece como responsables a los ayuntamientos del daño que pudieran sufrir y decreta la obligación de realizar un inventario de los castillos existentes en España.
Castillo medieval de Torreparedones, restaurado en fechas recientes. / CÓRDOBA
El problema fundamental para la conservación y restauración de los castillos es el económico. Los ayuntamientos tienen unos recursos más bien limitados y, en un intento de incrementar sus recursos, la ley de referencia también contempla que el Gobierno destine el 1,5% de la inversión pública en infraestructuras para la conservación del patrimonio cultural donde están incluidos los castillos catalogados como BIC. Este porcentaje se eleva desde octubre de 2021 al 2%.
Dentro de sus competencias, la Junta de Andalucía aprueba el 27 de noviembre de 2007 la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía, que tiene como objeto la tutela, protección, conservación, salvaguarda y difusión del Patrimonio Histórico de Andalucía y la creación del Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, como instrumento para salvaguardar los bienes en él inscritos.
Las leyes aquí referidas constituyen un pilar básico, fundamental, para favorecer el ‘renacimiento’ de los castillos, pero también, al amparo de dichas leyes, hay que considerar otros pilares como los ayuntamientos, los estudios arqueológicos, la Diputación cordobesa, y otras asociaciones como la Delegación Cordobesa de la Asociación Española de Amigos de los Castillos y el recientemente creado Instituto Andaluz de los Castillos.
Desde la segunda mitad del siglo XX se producen importantes cambios que nos permiten hablar de un cierto ‘renacimiento’.
Las autoridades municipales cordobesas, conscientes de la importancia que tenía y tiene para sus municipios conservar tal patrimonio, fueron haciéndose dueños, la mayoría de las veces mediante compra y otra mediante cesión por sus dueños, de los castillos de la provincia. Así, en el momento actual, podemos establecer una división entre los de propiedad privada y los de propiedad municipal. Entre los primeros se encuentran los mejor conservados: Almodóvar, Duques de Frías (Montemayor), Madroñiz (El Viso), Espejo y, en parte, el de Cabra que, convertido en colegio, pertenece a la Escolapias. Todos estos son visitables con excepción del de Montemayor por oposición del propietario.
El resto, o mejor dicho la mayoría, de los castillos de la provincia son de propiedad municipal: Hornachuelos, Palma del Río, Bujalance, Cañete de las Torres, Villa de Río, El Carpio, Aguilar de la Frontera, La Rambla, Dos Hermanas, Montilla, Monturque, Anzur de Puente Genil, Almedina de Baena, Torreparedones, Castro del Río, Carcabuey, Doña Mencía, Iznájar, Lucena, Luque, Priego de Córdoba y Belalcázar (aunque este último, hoy por hoy, pertenece a la Junta de Andalucía). Todos son visitables, muchos están totalmente rehabilitados y otros están en continuo proceso de rehabilitación. De propiedad municipal también es el de Benamejí, pero este está en ruinas, sin rehabilitar y, además, es casi imposible su visita por la dificultad del terreno.
Espectacular imagen del Castillo de Luque. / CÓRDOBA
La restauración de los castillos, impulsada por los ayuntamientos con sus escasos recursos y, fundamentalmente, con la aportación del 1,5% cultural, no sería posible sin contar con la arqueología. Los arqueólogos, cada día más preparados y con más recursos técnicos, son los encargados de redactar los planes de excavación donde se establecen los objetivos, las metodologías y los procedimientos para realizar la excavación que posibilite el estudio y análisis de los resultados que permitan un mejor conocimiento del inmueble y, si es necesario, la correcta restauración del mismo, en nuestro caso, del castillo. Además los resultados de las excavaciones publicadas y, algunas veces, recogidas por los medios de comunicación, son un instrumento de difusión y conocimiento para la sociedad de la existencia de estos bienes culturales.
La apuesta de los ayuntamientos por la restauración y difusión de los castillos se produce no solo por interés cultural, también sirve de dinamizador económico para la localidad donde se asienta, al fomentar las visitas turísticas.
Desde hace muchos años, hay algunas instituciones que juegan un papel muy importante para la valoración, defensa y difusión de los castillos. En Córdoba una de estas instituciones es la Delegación Cordobesa de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, ahora integrada en el Instituto Andaluz de los Castillos, que ha venido luchando por fomentar la necesidad de conservarlos como un bien cultural, difundiendo la existencia y el estudio de los mismos a través de la entonces pionera revista ‘Castillos de Córdoba’ y elaborando la ‘Ruta de los Castillos de la provincia de Córdoba’, editada por el Patronato provincial de turismo de Córdoba, antes de quedar integrada en el referido Instituto.
El Instituto Andaluz de los Castillos, con sede en Córdoba, trata de difundir el conocimiento de los sistemas defensivos.
Este otro organismo, de reciente creación (2021), es el Instituto Andaluz de los Castillos, que, con sede en Córdoba, incluyendo a todas las provincias de Andalucía y contando con un delegado en cada provincia, trata de difundir el conocimiento de los sistemas defensivos andaluces mediante ciclos de conferencias, celebrando cada año el Día Andaluz de los Castillos en una localidad diferente de Andalucía, publicando, en la medida de sus posibilidades, obras monográficas sobre tales edificaciones andaluzas dentro de la Colección Poterna, patrocinando un premio anual para jóvenes investigadores y editando la revista ‘Castillos de Andalucía’, sin olvidar las visitas institucionales a los castillos de nuestra comunidad autónoma. En resumen, el Instituto trata de difundir la importancia de estas edificaciones como bien cultural, fomentar la visita a las mismas, estimular la investigación, establecer acuerdos con otras instituciones y ayuntamientos para promocionar el estudio y la difusión de la arquitectura defensiva de Andalucía.