Cada día se envían más de 10 mil millones de emojis en todo el mundo. Lejos de ser un simple ruido en nuestras comunicaciones, la ciencia acaba de demostrar que estos símbolos son un ingrediente fundamental para la salud de nuestras relaciones.
En la era de la comunicación digital, los emojis se han convertido en una parte tan intrínseca de nuestros mensajes que a menudo los añadimos sin pensar. Los usamos para inyectar humor, suavizar una frase o expresar una emoción que el texto por sí solo no puede capturar. Pero más allá de ser simples adornos coloridos, ¿tienen estos símbolos un impacto real y medible en la calidad de nuestras relaciones?
Un nuevo estudio publicado en la revista PLOS One ha profundizado en esta cuestión, y sus conclusiones revelan que los emojis son herramientas de comunicación mucho más poderosas de lo que imaginamos.
El equipo que realizó esta investigación se propuso desentrañar cómo la simple inclusión de un emoji en un mensaje de texto puede alterar la percepción que tenemos de nuestros amigos y, en última instancia, nuestra satisfacción con esas amistades. La respuesta que encontraron es clara: los emojis no son un mero complemento, sino un elemento clave que nos hace sentir más valorados y conectados.
Metodología: evaluación personal
Para llegar a esta conclusión, los científicos diseñaron un ingenioso experimento en línea en el que 260 participantes se sumergieron en una serie de conversaciones de texto simuladas con un amigo cercano. A cada participante se le presentaron varios intercambios de mensajes, pero la clave del estudio residía en las respuestas que recibían.
Algunas de estas respuestas eran solo de texto, mientras que otras, con un contenido idéntico, iban acompañadas de un emoji relevante para el contexto. Tras cada interacción, los participantes debían evaluar a su “amigo” imaginario en función de lo atento y receptivo que parecía, lo agradable que resultaba, el nivel de cercanía que sentían y, en general, cuán satisfechos estaban con la relación.
Los resultados revelaron un patrón claro y consistente. El hallazgo más significativo fue que los mensajes que incluían un emoji hacían que el remitente fuera percibido como una persona mucho más atenta y receptiva. Los participantes sintieron que su amigo se implicaba más en la conversación y se preocupaba más por ellos cuando utilizaba un emoji, en comparación con cuando la respuesta era únicamente textual.
Curiosamente, el estudio también descubrió que no importaba el tipo de emoji utilizado; ya fuera una cara sonriente o un símbolo de un objeto, como un pulgar hacia arriba, el efecto era el mismo. Lo que realmente marcaba la diferencia era la mera presencia de un emoji, lo que sugiere que cualquier pequeño gesto visual es suficiente para transmitir calidez y compromiso.
Referencia
The impact of emojis on perceived responsiveness and relationship satisfaction in text messaging. Eun Huh, PLOS One, July 2, 2025. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0326189
Mecanismo psicológico
Aquí es donde el estudio desvela el mecanismo psicológico subyacente. El uso de emojis no mejoraba directamente la simpatía o la sensación de cercanía con el amigo. En cambio, funcionaba a través de un efecto dominó: el emoji hacía que el amigo pareciera más atento, y era esta percepción de atención y cuidado la que, a su vez, hacía que el participante lo considerara más simpático, se sintiera más conectado con él y estuviera más satisfecho con la amistad.
En esencia, los emojis cumplen en el mundo digital la función que las señales no verbales, como asentir con la cabeza o sonreír, cumplen en las conversaciones cara a cara. Son una forma de decir “te estoy escuchando y me importa lo que dices” sin necesidad de palabras.
Las implicaciones de esta investigación son muy prácticas para nuestra comunicación diaria. Demuestra que un gesto tan pequeño como añadir un emoji puede tener un gran impacto en cómo se perciben nuestros mensajes y, por extensión, en cómo se fortalecen nuestros vínculos.
Este hallazgo nos invita además a ver los emojis no como un lenguaje informal o secundario, sino como una herramienta sofisticada para enriquecer nuestras interacciones digitales.
