«La UBA tiene un estudio bastante serio reciente que indica que cerca del 30% de los chicos que son hijos de familias separadas sufren trastornos de ansiedad y tienen un rendimiento 25% inferior al que tienen hijos con familias consolidadas», fue la declaración completa del secretario de Culto Francisco Sánchez en una entrevista en Radio Mitre, que generó polémica en buena parte de la opinión pública pero también motivó ruidos internos en el PRO.
¿Por qué dentro del partido amarillo? Porque hasta el 10 de diciembre Sánchez fue diputado nacional de esa fuerza, por la provincia de Neuquén, y luego se sumó al gobierno de Javier Milei en su actual cargo de secretario de Culto.
Esa filiación partidaria de Sánchez genera que la conducción actual, encabezada por Mauricio Macri, busque marcar distancias con el ahora funcionario libertario, vinculándolo especialmente a Patricia Bullrich.
«Lo que dijo sobre la ley de divorcio es una barbaridad, nada más lejos de lo que pensamos nosotros de un tema que, en sí, ni siquiera se debate ya», confió una fuente del PRO consultada por Clarín respecto a Sánchez, que además de sus declaraciones respecto al divorcio había tenido polémicos dichos en torno a temas como el aborto durante la conferencia de Vox, en España, el fin de semana que pasó. En el macrismo ya consideran a Sánchez como un dirigente libertario y prácticamente lo desconocen.
«Nunca fue un tipo de Mauricio, si bien era parte del partido, pero sobre todo en el último tiempo jugó para Patricia (Bullrich)», sostienen quienes lo vinculan a la ministra de Seguridad y ex presidenta del partido, recordando que en las últimas elecciones apoyó su candidatura presidencial.
En la mesa chica de referentes «patricios» sorprende que el macrismo se despegue de Sánchez. «Son increíbles, fue diputado del PRO hasta diciembre. ¿Cómo van a decir que no tienen nada que ver?», sostienen en relación a la actitud de la conducción actual del partido, que Macri asumió la semana pasada, en reemplazo de Bullrich, precisamente.
La relación entre Macri y Bullrich, cabe recordar, está rota desde finales del año pasado, cuando la actual ministra se sumó al gobierno de Milei. La ministra le cuestiona al ex presidente el hecho de no haberla apoyado públicamente en la previa a las elecciones generales de octubre del año pasado, cuando terminó tercera, de Milei y Massa, que fueron al balotaje de noviembre que ganó el actual presidente. Internamente, Bullrich siente que si Macri la hubiera respaldado con más fuerza, tal vez podría haber llegado a la segunda vuelta y ser ahora presidenta.
Francisco Sánchez, secretario de Culto de Javier Milei. Foto: Emmanuel Fernández.
Malestar por las críticas de Milei a Pedro Sánchez
Cerca de Macri también reconocen que los dichos de Milei hacia Pedro Sánchez, en medio del clima de tensión generado desde la semana pasada en la relación de ambos países, no son «acordes» a la relación institucional en términos de políticas exterior que debe tener Argentina con un socio estratégico comercial como España.
«Todos reconocen que la gestión de Mauricio fue muy buena en lo que tiene que ver con política exterior», reflexionan sobre las diferencias que existen entre Macri y Milei a la hora de pararse en foros internacionales. Desde el mileísmo, en cambio, aseguran desde principios de año que la irrupción de la figura del actual presidente tuvo mucho más resonancia que la de Macri en su momento. Y recuerdan el Foro de Davos como ejemplo.
«Cuando habló Milei el auditorio estaba lleno de empresarios. Después llegó Pedro Sánchez y todos se fueron», comentan frecuentemente los libertarios, que también dicen que la visita de Macri a ese evento en 2016 fue de mucho menor relevancia.
En el macrismo reconocen la repercusión que tiene Milei a nivel internacional, aunque argumentan que es un arma de doble filo, por el nivel de virulencia de su discurso y por el alejamiento que ello puede implicar a mercados importantes para la Argentina.