–¡Y a vos Jayson, qué te gustaría ser cuando sea grande?
–Jugador de la NBA.
–Te recomiendo que cambies tus sueños y persigas algo más realista, uno que puedas cumplir.
Jayson Tatum acaba de meterse en la historia grande del básquet, fue una de las piezas fundamentales para que los Boston Celtics ganaran su anillo 18 de la NBA y se convirtieran en los más ganadores de la historia. Pero, arrancamos en agosto de 1997: por aquellos días comienza a cambiarle la vida para siempre a una chica llamada Brandy Cole. Hija de la clase media americana, con sueños de universidad y –antes – baile de graduados, Brandy quedó embarazada cuando tenía 17 años y cursaba el último año de secundaria. Nueves meses después llegaba Jason Christopher Tatum, el crack del que por estos días (26 años después) hablaría toda la NBA. Nació el 3 de marzo de 1998 y a esa altura, el padre de la criatura (Justin Tatum) se había mandado a mudar para encarar una carrera itinerante en el básquet profesional. Así quedaron solos, formaron una relación simbiótica, se volvieron inseparables y la remaron juntos.
Brandy hizo todo lo que tuvo a su alcance para mantener sola a su hijo. Y más. Sentía la necesidad de hacerlo a su manera, sin pedir ayuda, y cuando Jayson tenía apenas 6 meses, dejó la casa de su madre (la abuela del niño) y se mudó. Desde los 18 años vendió celulares y pólizas de seguros, trabajó en la oficina de correo y agarró la “changa” que saliera: podía ser niñera y también profesora de vóley. Era una chica todoterreno. Todo esto más la crianza de su hijo, mientras completaba –primero- una licenciatura y –luego- un Master en derecho.
Era una topadora, Brandy, y se animó a sacar un crédito para comprar un pequeño departamento en una residencia universitario en Saint Louis. Allí creció Jayson, mientas veía el esfuerzo de su madre, iba a la escuela y no paraba de pensar en básquet. Soñaba básquet. Jugaba todo el día al básquet.
Jayson Tatum y su madre Brandy Cole.En esos años, no les sobraba nada. El departamento era tan chico que entraba una sola cama. Y había pocas opciones para la comida: “Lo más habitual era la tarta de pollo, yo comía el relleno y ella los bordes”, contó Tatum en Sport Illustrated.
“De chico no tenía dónde dejarme y la acompañaba a sus clases de la Universidad”, recordó el crack de Boston. Con los años, tomó cierta independencia: “A veces me acostaba a dormir y ella no había regresado del trabajo”.
Una tarde de 2009, Jayson volvía de la escuela de la mano de Brandy. Cuando estuvieron frente a la puerta de su departamento vieron que había un sobre de color rosado. Cuando abrió la carta, Brandy cayó de rodillas y rompió en llanto. “Orden de ejecución”, en letras de sello. Se habían juntado varios meses de la hipoteca y, si no pagaban lo que debían, la casa sería rematada. El nene de nueve años no supo bien qué hacer. Apenas atinó a abrazarla.
Una tarde en el colegio se dio el diálogo del inicio de la nota. La maestra le preguntó a Jayson qué quería ser cuando fuera grande y el chico contó su deseo de brillar en la liga de básquet más importante del mundo. “Deberías buscar algo más realista”, le contestó la maestra.
Según Brandy, en cuarto grado ya sabía que Jayson jugaría al básquet.Al otro día, Brandy fue a la escuela indignada: “Me quedé helada cuando Jayson me contó lo que le dijo la maestra. Fui a hablar con ella» y le dio una clase de pedagogía: «En mi casa nos permitimos soñar».
Es que, si hay una persona que su hijo sabía que iba a estar ahí (en una cancha de básquet o ahora, metiéndose en olimpo de los Boston Celtics junto a Bill Russell y Larry Bird) era Brandy: «Ya cuando iba a tercer o cuarto grado sabía que iba a jugar al básquet. Era como si fuera algo innato a él«, dijo en una entrevista al canal Today.
Las cosas del destino: el domingo 14 de mayo del año pasado, se celebraba el Día de la Madre en los Estados Unidos. Ese día, Jayson hizo el partido de su vida con 51 puntos frente a Philadelphia. No hace falta decir a quién se lo dedicó.
Brazos en alto: Tatum recibió una tremenda ovación el 14 de mayo del año pasado tras anotar 51 puntos frente a los 76ers. Foto: AP Frank Bennett, su coach en la preparatoria jura que no perdía el asombro cada día que veía entrenar al pequeño Tatum. Llegaba al gimnasio a las 5.45 de la mañana y siempre estaba el pequeño Tatum tirando al aro, haciendo pasadas o ejercicios en el gimnasio. Ahí estaba la inspiración de su madre y aquella imagen de la nota del remata en la puerta.
De repente, el sueño de ser basquetbolista comenzó a parecer más cercano cuando Jason vio cómo en su entorno aparecían personajes que lograban brillar en el básquet. O al menos llegar a la NBA. En 1998, su primo Tyronn Lue, un base que jugó 11 temporadas en la la liga (después fue entrenador que guió al título a los Cavs de LeBron en 2016) había fichado por la franquicia que creó el excéntrico Jerry Buss y logró una carrera sostenida en el básquet.
Y ahí estaba Justin, el padre de Jayson, que de a poco volvía a su vida y tenía muchos contactos en el mundo de la pelota naranja. Después de una carrera con más bajos que altos, se dedicaba a formar jóvenes. Y veía que su hijo era cosa seria. Le decía que mirara a Paul Pierce, uno de los ídolos de Boston Celtics, y amigo personal.
Pero el faro de Jayson Tatum estaba en la vereda de enfrente. No era otro que Kobe Briant, el jugador que le había devuelto a Las Angeles Lakers el brillo de los años del Showtime de Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar.
“Desde que veo básquet, a los cinco o seis años, me hice muy fan de Kobe… ¡amo el básquet por él!”, admitió Jayson, hincha confeso de LA. Nunca pensó que él mismo no sólo haría historia en la vereda de enfrente, sino que el primer anillo de su carrera sería el que rompería una paridad histórica y convertiría a los Boston Celtics en la franquicia más ganadora de todos los tiempos.
Decidido a llegar a la NBA, Tatum empezó a aprovechar sus influencias. En 2012, Jayson aprovechó la amistad de su padrino, Larry Hughes, con LeBron James (jugaban juntos en Cleveland): “Sígueme, soy el sobrino de Larry Hughes de Sant Louis y el primo de Abe y RJ, hijo de Justin”, escribió en Twitter arrobando al King.
En 2012, Tatum le escribió por Twitter a LeBron.Años después, Tatum no sólo enfrentaría a su ídolo sino que lo haría en las finales de la Conferencia Este de la NBA.
El año pasado, en el final de un Boston-Lakers, LeBron recibió una falta abajo del aro que podía definir el partido. Los jueces no pitaron y todo terminó en polémica. King James quedó recaliente y mandó un tuit picante arrobando a Jayson: “Buen tapón”, escribió ante la imagen del foul inminente. «No recuerdo nada de ayer. Buen juego, campeón», respondió JT.
La primera señal de que Jayson podría jugar en la NBA quizá se la dio su amigo Bradley Beal, en 2012, cuando Tatum tenía 14 años.
Se conocieron porque la mamá de Jayson había sido la niñera de Beal y más tarde la entrenadora de vóley del crack de Phoenix que por estos días tiene un salario de 43 millones de dólares al año. El potrero del barrio era la cancha de básquet, claro, y en esos playones con aros con redes encadenas se armaban picados en los que se metía Jayson (cinco años menor que Beal) y jugaba de igual a igual con los más grandes.
Bradley Beal vio que ahí había una bestia en potencia y le pidió a Drew Hanlen, un famoso entrenador de habilidades de los Estados Unidos, que lo entrenara. En un comienzo, Hanlen se negó porque Tatum era muy chico y no encajaba en su esquema de trabajo. “Este puede ser el futuro Magic Johnson o Kevin Durant. Creeme, Jayson es especial”, insistió Bradley, pero la negativa seguía.
Entonces apareció Brandy: “Tienes que entrenarlo, si tengo que sacar un crédito para pagarte lo haré”, redobló la apuesta la mamá de Tatum, que ya sabía de créditos. Y Hanlen se dio por vencido.
Jayson sabía que era la oportunidad de su vida y debía dejar todo. Tanto, que en el primer entrenamiento se le fue la mano, al punto que casi se desmaya. “Jayson no practica las cosas hasta hacerlas bien. Las practica hasta que no las hace mal”.
Se juntaron hace 12 años y nuncas se separaron: Tatum y el entrenador de talentos Drew Hanlen.Veinte años después, la sociedad Tatum-Hanlen sigue adelante y el jugador sigue incorporando conceptos y afinando su técnica. En la última Navidad, se juntaron para perfeccionar su técnica de tiro de tres puntos (quizá, el punto más flojo de Jayson). El coach le calibró la mira: “Lo sacaba muy abajo y normalizamos esa situación”, explicó y sus porcentajes mejoraron considerablemente.
«Comencé a trabajar con Drew cuando estaba en octavo grado y desde entonces, en cada temporada baja, hemos trabajado juntos. Eso es como una familia. Lo he dicho un millón de veces, Drew es una gran razón para ayudarme a llegar a donde estoy”, reconoció hace unos días Jayson.
195 millones de razones para no tener problemas con la hipoteca
No hace falta que haya conseguido su primero anillo para dejar en claro que su maestra no podía estar más equivocada. Charles Barkley, el cartero Karl Malone y su socio John Stockton son algunos de los cracks que nunca fueron campeones de la NBA y están en la historia. Sin embargo, Jayson Tatum lo hizo y empieza a escribir una historia grande.
En 2018, con 20 años fue una de las revelaciones en los playoffs: de la mano de Tatum, los Celtics llegaron a las finales de Conferencia frente los Cleveland Cavaliers (que esa temporada despidieron a su primo Tyronn Lue) y Jayson rompió el récord de partidos de un novato en playoffs en la historia de Boston, superando nada menos que al ídolo de la casa, Larry Bird.
Con menos de 23 años y 5 temporadas, Tatum superó los 900 puntos en playoffs, un número que apenas ostentaban sus ídolos: Kobe Bryant y LeBron James. Y en esta, la 23/24, logró un promedio 26,9 puntos en la fase regular.
Con un contrato de 195 millones de dólares por cinco temporadas, ni Jayson ni su madre tendrán más problemas con la hipoteca. Tampoco su hijo, Jayson Christopher Jr, al que con seis años le armó un plan de entrenamiento para que también tenga un futuro NBA.
Hoy, la influencia de Brandy sobre Jayson sigue siendo muy grande. Y, para no revivir penas del pasado, acordaron que no puede tocar el sueldo que le paga Boston y solo gasta lo que consigue de sponsors.
Jayson Tatum con su madre Brandy Cole y su hijo Jayson Christopher Jr.“Teníamos un acuerdo antes de que me reclutaran que no podía gastar el dinero que gano de los Celtics, que tengo que vivir de mis respaldos. Mi madre y mi contador estuvieron de acuerdo”, contó en une entrevista al periodista Graham Bessing.
Después del anillo 18, los Celtics analizan ofrecerle a Tatum una extensión de contrato «Supermax» al estilo Jaylen Brown. De acordarlo, alcanzaría unos 334 millones en cinco años, unos 30 más que su colega, y será el mejor pago de la NBA.