El personaje es irresistible: una cantante que se autoproclama «reina guerrillera del bolero», que se desgarra en cada verso, destila veneno hacia los maridos infieles y que popularizó las líneas más hirientes de la canción mexicana: «Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho». Paquita, la del barrio, la mítica intérprete de Veracruz que denuncia el machismo a puro hit, llegó a Netflix.
La biopic que lleva su nombre artístico como título retrata su derrotero con ritmo, gracia y color. Se trata de una telenovela mexicana intensa -estrenada en su país en 2017- que nos sumerge en altas dosis melodramáticas con ráfagas de humor. De a ratos nos parece estar viendo El chavo del 8 y, en otros, un homenaje a los hitos televisivos de Verónica Castro o Thalía.
Flamante incorporación del streaming, no forma parte de las producciones fácilmente maratoneables. Una misión de largo aliento: el culebrón producido por Sony Pictures y Teleset comprende 74 capítulos
En los episodios de 45 minutos cada uno se cuenta la vida de esta vengadora poética (llamada en realidad Francisca Viveros Barradas, hoy 77 años, en la piel de la actriz Andrea Ortega Lee). Nacida en Alto Lucero, Veracruz, conocida en el pueblo como «Chica», sueña con cantar para las masas como su admirado Pedro Infante. Lo conseguirá, pero no sin antes superar mil escollos.
La historia de Paquita
Desde pequeña sufre bullying por su sobrepeso y su refugio es el canto. Su numerosa y particular familia (madre, hermanos, tía, abuelos) la contiene en sus desventuras rumbo al éxito. Entre amores fallidos, pobreza, violencia de género y desilusiones, Paquita se va construyendo como una «máquina de avanzar», una topadora tras un sueño.
Color y caricaturas en esa telenovela clásica mexicana, ahora etiquetada como serie de streaming.Esta simpática heroína rezongona nos va impregnando de sus modismos y su folclore, mientras la telenovela le da lugar también al vértice musical. Escuchamos su repertorio como «gremialista de las mujeres engañadas» y maltratadas, sin sutilezas a la hora de cantar sus verdades.
Con su temperamento, «La reina del pueblo», como la apodan, califica a los hombres de «bestias, malandrines, pelagatos, sabandijas, rabo-verdes, cucarachas». Se desangra en himnos ofensivos que se volvieron su marca personal. Muchos consideran esta producción como agresiva o fomentadora de discursos de odio, pero no hace más que funcionar como escáner de esa señora cuya «religión» reivindica a madres solteras y enjuicia a hombres manipuladores y violentos.
Cualquier psicólogo o investigador de cuestiones de género se haría un festín con el material de esta producción en la que se le canta a las «sirvientas sin sueldo» a las «esclavas del fregadero» y al estereotipo de macho «depredador». Parece que estuviéramos frente a un producto televisivo superfluo y caricaturesco, pero, con lupa, la historia resignifica cierto retrato de la masculinidad.
«Paquita, la del barrio», de la TV mexicana directamente a Netflix.Si Luis Miguel, la serie puso en primer plano un viejo dolor no resuelto del «Rey Sol» (la desaparición de su madre), esta oda al cliché con atmósfera de rancheras y frijoles no se queda atrás en su objetivo por dibujar el arduo ascenso de una cantante que ingresa a un mercado repleto de prejuicios.
Esta incorporación al catálogo de Netflix se suma a las decenas de telenovelas mexicanas que ofrece la plataforma, y convive con otra ficción biográfica sobre una cantante mexicana, La Guzmán.
La verdadera Paquita aparece en una escena de la telenovela.No hay reparos para Paquita a la hora de cantarle a todos esos que la «apuñalaron» y le omitieron el dato de que llevaban «una doble vida». Ésa es la clave del fenómeno, del séquito feminista. Ya lo dice el tema que entona con sus entrañas y se volvió un salmo de sus fans: «Alimaña, culebra ponzoñosa, desecho de la vida, maldita cucaracha». Antes que Shakira, ya había una mujer que en los escenarios pregonaba eso de «las mujeres ya no lloran. Las mujeres facturan».