17 septiembre, 2025

Alauda Ruiz de Azúa: “Nos cuesta mucho ser tolerantes al hablar de religión”

Sus ficciones convierten la institución familiar en un campo de batalla. ‘Cinco lobitos’ (2022), película convertida en fenómeno que le proporcionó el Goya y la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga entre muchos otros premios, hablaba de una joven cuya vida da un vuelco a causa del nacimiento de su hija y la enfermedad de su propia madre; en ‘Querer’ (2024), una de las seres más aclamadas de la pasada temporada, la directora bilbaína contempló a una mujer que abandona el hogar y denuncia al hombre con el que lleva 30 años casada por violación y abusos sexuales, ante el estupor de los dos hijos de la pareja. Ahora su tercer largometraje, ‘Los domingos’, cuenta la historia de una adolescente, Ainara (Blanca Soroa), que deja paralizados a sus seres queridos cuando anuncia que está pensando en convertirse en monja de clausura. La película competirá por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, cuya 73ª edición arranca este viernes.

¿Cuál es el origen de ‘Los domingos’?

Empecé a sentir interés por el tema de las vocaciones religiosas hace años cuando, siendo yo aún muy joven, me contaron la historia de una familia que recibió con incredulidad la noticia de que su hija, con 18 años, había decidido entrar en un convento de clausura. Yo tuve una educación laica y no soy creyente, y aquello me causó cierta fascinación porque no entendía una que aquella chica renunciara a la universidad, a un futuro profesional y a tantas otras cosas. Ya adulta, me seguí haciendo preguntas acerca de por qué alguien podía llegar a tomar una decisión así. Con la película he querido acercarme a algo que me es muy ajeno e intentar entenderlo desde todos los ángulos posibles.

Es una película dirigida desde el ateísmo, pero no una película atea.

No me interesaba caer en maniqueísmos. Prefiero tratar de situar al espectador frente a la duda de si la vocación de Ainara es algo genuino y un lugar al que ha llegado de forma autónoma o si, por el contrario, es algo más construido y forzado por el mundo adulto y la educación que recibe. Y la película también plantea que, por muy crítico que se sea con la Iglesia, hay que esforzarse por entender las creencias que algunas personas tienen, y no tratar de convencerlas de que lo que sienten no es real. Nos cuesta mucho ser tolerantes en al hablar de religión.

Habla usted de la educación, y una de las principales preguntas que la película se hace es si es sano que los niños y niñas reciban estímulos religiosos desde tan pequeños.

Pensar la religión es muy complicado, y mucho más si se es un menor. Las instituciones educativas religiosas ofrecen a los críos guía espiritual y se les transmiten creencias y valores específicos. Y me parece importante que pensemos si a ciertas edades están preparados para asimilar todas esas cosas, que están envueltas de incertidumbre y de misterio. La protagonista de la película es una niña vulnerable, que ha crecido sin madre y que no obtiene de su padre el soporte que necesita. En situaciones como la suya, el amor de Dios se presenta como algo absoluto, que es seguro y que no falla. ¿Qué niña o adolescente no va a querer algo así? Pero hay que preguntarse si eso es verdadera fe.

¿Qué descubrió sobre el rol de la religión en los jóvenes durante su proceso de documentación?

Me di cuenta de que, por lo que respecta a lo religioso y lo espiritual, la gente más joven no carga con el tipo de herencias ideológicas o históricas que si nos han pesado más a los de mi generación y que, quizá por ello, incluso los no creyentes se relacionan con el asunto con una actitud mucho más tolerante. También descubrí que, incluso en familias religiosas en las que el bautizo y la comunión están totalmente normalizados, tener una hija que quiere hacerse monja es percibido como una crisis. Es decir, se acepta la fe católica, pero hasta cierto punto.

El cartel de ‘Los domingos’. / EPC

¿Teme que la película pueda generar controversia?

Confío en que no, aunque es cierto que el catolicismo está extremadamente arraigado en nuestra cultura y sigue teniendo una relevancia que escapa a lo esperable en una sociedad moderna. Yo no la he hecho para provocar polémica, y al escribirla ni me planteé que pudiera ofender a nadie. Lo que me interesa es dejar espacio para que los espectadores se hagan preguntas complejas y profundas, presentándoles puntos de vista muy enfrentados y defendiéndolos todos con mucha intensidad.

Como ‘Cinco lobitos’ (2022) y ‘Querer’ (2024), ‘Los domingos’ en última instancia plantea un conflicto en el seno de la familia. ¿Qué le resulta tan inspirador de esa institución?

Es un espacio que me resulta muy conveniente como narradora, porque me permite tomar debates que a priori son más intelectuales o conceptuales y anclarlos en el ámbito de los afectos. Además, los dilemas que surgen en el seno de la familia siempre nos llevan a lugares incómodos y confusos, y me gusta ese territorio. Es una institución muy interesante, porque asumimos que hay que defenderla y mantenerla a toda costa, y eso significa que entre sus miembros hay cosas que no pueden decirse o hacerse porque podrían romper un equilibrio. Esa tensión es muy poderosa a nivel dramático.

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