Las serenas aguas del Dique Los Alazanes, el embalse más alto de las sierras de Córdoba, guardan más que solo su belleza natural. Entre sus laderas y profundidades se teje una de las leyendas más persistentes y fascinantes de la región: la supuesta presencia de nazis huidos de la Segunda Guerra Mundial, y con ellos, tesoros ocultos y planes siniestros.
Capilla del Monte, con su misticismo inherente y su fama como foco de avistamientos OVNI y energías especiales, parece el escenario perfecto para una trama digna de una novela de espías.
A diferencia de su vecino más grande, el Dique El Cajón, la historia de este embalse está marcada por su remota ubicación, un acceso difícil y un pasado de sacrificios que le otorgan un halo de leyenda.
La construcción del Dique Los Alazanes comenzó en 1938 y se prolongó hasta 1944. Su propósito principal era el de abastecer de agua a Capilla del Monte y sus alrededores. Lo que hace a esta obra verdaderamente notable es su emplazamiento a 1.250 metros sobre el nivel del mar, en lo alto del macizo que da origen al Cerro Uritorco.
Debido a su inaccesibilidad, la construcción fue un desafío logístico y humano formidable. No existía un camino para vehículos, por lo que todos los materiales, herramientas y alimentos tuvieron que ser transportados a lomo de mula desde el pueblo. Se estima que se emplearon cientos de mulas y decenas de hombres en una labor titánica que se extendió por más de seis años. Las condiciones eran extremas, con inviernos crudos y la soledad del entorno. La perseverancia de los obreros, la mayoría de ellos locales, fue fundamental para completar el proyecto.
El dique es una imponente obra de ingeniería y rápidamente se convirtió en el epicentro de varios rumores.
La leyenda cuenta que, tras la caída del Tercer Reich en 1945, numerosos jerarcas y científicos nazis habrían escapado hacia Sudamérica, encontrando refugio en países como Argentina. La geografía remota y discreta de las sierras cordobesas, con sus valles profundos y su escasa población en aquellos años, habría sido un lugar ideal para pasar desapercibidos.
Los relatos populares hablan de bases secretas construidas bajo las montañas circundantes al dique, equipadas con tecnología avanzada y donde los fugitivos habrían continuado con sus experimentos. Otros rumores sugieren la existencia de túneles que conectan estas supuestas bases con la superficie, algunos de ellos con entradas disimuladas en las orillas del lago.
Pero quizás la parte más jugosa de la leyenda sea la del tesoro. Se dice que grandes fortunas, producto de los saqueos de guerra o de la financiación del régimen nazi, habrían sido ocultadas en las profundidades del dique Algunas versiones mencionan lingotes de oro, joyas y obras de arte, sumergidos deliberadamente para evitar su captura o para ser recuperados en un futuro incierto. Buceadores aficionados y buscadores de tesoros han explorado las aguas en vano, alimentando aún más el misterio.
A pesar de la popularidad de estas historias, no existen pruebas contundentes que respalden la presencia de bases nazis o tesoros hundidos en el Dique Los Alazanes. Historiadores y expertos desestiman la mayoría de estos relatos como meras leyendas urbanas, si bien reconocen que Argentina fue un destino para algunos criminales de guerra nazis.