En Río Gallegos la familia Maciel-Portillo acaba de recibir a su séptimo hijo varón. El recién nacido, Noah, llegó al mundo el 9 de septiembre en el Hospital Regional de la ciudad. Con 2,840 kilos y 47 centímetros, el pequeño causó sensación no solo por ser el nuevo integrante de una familia numerosa, sino también porque, de acuerdo con una tradición centenaria y una ley vigente, su padrino podría ser nada menos que el Presidente de la Nación, Javier Milei.
Mirta Portillo, la madre de 41 años, nació en Misiones pero se trasladó a la capital santacruceña hace 20 años para mejorar la salud de su primer hijo, Adán, que padecía problemas respiratorios. «Nos vinimos por el clima seco y aquí nos quedamos. ¡Ahora somos más patagónicos que nunca!», bromeó, mientras contó cómo la llegada de Noah les cambió los planos familiares.
“No esperábamos tener todos varones. Llegamos a siete buscando una hermanita, pero ya me di cuenta de que no estoy para la nena”, agrega con humor en diálogo con medios locales.
El nacimiento de Noah activó los trámites de una tradición que se remonta a 1907, cuando un presidente argentino fue solicitado como padrino de un séptimo hijo varón, tal como se acostumbraba en Rusia con el Zar. Desde entonces, y gracias a la Ley de Padrinazgo Presidencial sancionada en 1974, cada séptimo hijo o hija del mismo sexo en Argentina puede ser apadrinado o amadrinado por el presidente en ejercicio.
Así, Javier Milei se encuentra ahora en el centro de esta historia, con la posibilidad de recibir otro ahijado presidencial de su mandato.
La familia ya inició los trámites correspondientes. «Me dijeron que están haciendo contacto con el Presidente, así que podría ser el ahijado. Vamos a ver si viene», aventuró la madre, en diálogo con medios locales.
A pesar de que desde 1983 ningún presidente asistió personalmente a un bautismo de un ahijado presidencial, las excepciones existen. Un ejemplo notable fue cuando Carlos Menem apadrinó a Mateo Cagliari en 1996, recibiéndolo en la quinta presidencial de Olivos.
El bautismo de Noah podría ser una ocasión histórica si Milei decide romper con la tradición de ausencias y viajar a Río Gallegos. Así revolucionaría la «capital pingüina», cuna del kirchnerismo, a la que ya visitó de forma oficial en enero pasado antes de seguir viaje a la Antártida.
Thiago, Adam, Iván, Ezel, David y Aaron con mamá Mirta y papá Sebastián. Por ahora, Mirta y su esposo Sebastián disfrutan de la llegada de su pequeño. Aunque esperaban tener una niña, aceptaron con alegría la llegada de Noah. “Ya está, estamos felices igual”, confesó el padre, que agradeció la atención de los médicos y enfermeras que los asistieron durante el parto.
En el hospital, el equipo de salud que atendió a Mirta durante el parto también se mostró intrigado por la posibilidad de una visita tan inusual.
“Nunca pensé que me tocaría estar en una situación así”, dijo Claudia Inga, una de las enfermeras que participaron del parto. “El pequeño Noah ya nos trajo una sorpresa, y puede que todavía traiga otra más grande», sostuvo en declaraciones a Tiempo Sur.
Breve historia del ahijado presidencial, una costumbre con más de 11 mil beneficiados
La tradición del padrinazgo presidencial evolucionó a lo largo de los años. El primer pedido se remonta a José Figueroa Alcorta, en octubre de 1907, y ya hay más de 11 mil ahijados.
La costumbre se hizo oficial con un decreto de Juan Domingo Perón en su última presidencia. Tras su muerte, Isabel Martínez de Perón lo hizo ley, extendiendo el padrinazgo también a las séptimas hijas mujeres, y en 2009, Cristina Fernández de Kirchner hizo otra modificación para que el beneficio incluyera a niños de cualquier credo, ampliando así su alcance a una sociedad más diversa y multicultural.
Más allá del simbolismo, el padrinazgo presidencial también implica una beca estatal para el ahijado, destinada a cubrir los estudios hasta el final de la universidad.
Mientras esperan saber si Milei romperá con las costumbres de sus predecesores y aparecerá en el bautismo, ellos continúan disfrutando de su nueva vida con siete hijos.
«Si viene, sería algo maravilloso, pero si no, también estamos muy contentos”, aseguró Mirta, que, al igual que toda la familia, está preparada para cualquier eventualidad, desde una carta firmada hasta un aterrizaje sorpresa del helicóptero presidencial en medio de Río Gallegos.