10 octubre, 2025

La OMS cuela a Europa medidas extremas que ponen en jaque a agricultores y estancos en España

La aceptación por parte de la Unión Europea del paquete de medidas impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el marco de la próxima COP11 del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que se celebrará en noviembre de 2025 en Ginebra, ha encendido las alarmas en el sector agrícola, los estancos y las economías locales del sur de Europa. Las propuestas incluyen la reducción de puntos de venta, la prohibición de filtros por motivos medioambientales, y la eliminación de ayudas al cultivo de tabaco.

Y es que, según el documento preparatorio de la Conferencia, el objetivo es acelerar el descenso del tabaquismo, pero los críticos advierten de que las medidas se aplican sin un análisis de impacto socioeconómico ni debate público. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha sido tajante: “Estas políticas amenazan el futuro de miles de familias y destruyen un tejido productivo que ha apostado por la innovación y la sostenibilidad”, afirman en su comunicado.

España, uno de los países más expuesto

España cuenta con 13.000 estancos y más de 20.000 familias vinculadas directamente al cultivo del tabaco, concentrado casi en su totalidad en Extremadura, donde esta actividad constituye un pilar económico y social esencial. Por eso, el cierre de puntos de venta podría provocar una ola de cierres de pequeños negocios familiares y favorecer el auge del comercio ilícito, que ya supone el 20% del consumo en ciudades como Sevilla o Málaga.

Además, la prohibición de filtros —planteada como una medida ambiental— ha sido duramente criticada por expertos en salud pública, que alertan de un potencial retroceso sanitario: “Volver a los cigarrillos sin filtro aumentaría drásticamente la exposición a sustancias tóxicas”, advierte el informe base de la COP11.

Reducción del daño: la alternativa científica ignorada

En paralelo al debate regulatorio, la VIII Cumbre Internacional sobre Reducción del Daño Asociado al Tabaquismo, celebrada en Atenas, reunió a más de 200 expertos de 51 países que reclamaron políticas “basadas en la ciencia y no en la ideología”.

El cardiólogo Konstantinos Farsalinos, una de las voces más influyentes del encuentro, defendió en su intervención y posterior entrevista con este medio que los productos alternativos de nicotina, como los cigarrillos electrónicos o las bolsas de nicotina, son herramientas eficaces para dejar de fumar. “Son el doble de efectivos que las terapias farmacéuticas y no hay evidencia de que su uso responsable aumente el riesgo cardiovascular”, explicó.

Farsalinos subrayó el ejemplo de Suecia, país que ha reducido la prevalencia de fumadores al 5% gracias a una política de reducción de daños: “Suecia tiene la misma tasa de consumo de nicotina que el resto de Europa, pero no en forma de cigarrillos. Y eso se traduce en menos cánceres y enfermedades cardiovasculares”, añadió.

Una Europa dividida entre salud pública y economía rural

La aceptación europea de las propuestas de la OMS revela una fractura política entre la Comisión Europea, partidaria de endurecer la regulación, y varios Estados miembros que reclaman un enfoque “pragmático y basado en evidencias”. Grecia, por ejemplo, ha adoptado un modelo regulatorio equilibrado que combina prevención, control y reducción del daño, con resultados notables en la reducción del tabaquismo.

Mientras tanto, en España y otros países del sur, la incertidumbre se traduce en preocupación social y económica. “Las medidas prohibitivas sin alternativas generan desempleo, fomentan el contrabando y socavan la salud pública”, advierten tanto expertos sanitarios como representantes agrarios.

Europa ha aceptado el marco propuesto por la OMS con la promesa de avanzar hacia una “generación libre de tabaco”. Sin embargo, los críticos denuncian que las políticas restrictivas ignoran la evidencia científica sobre la reducción del daño y castigan a los sectores rurales que dependen de esta industria.

El dilema, en definitiva, no es solo sanitario: es social, económico y científico. El desafío para la UE será lograr un equilibrio entre la ambición de salud pública global y la realidad de millones de europeos que viven —literalmente— del humo.

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