15 octubre, 2025

Hallan la primera huella de la Tierra antes del gran impacto que dio origen a la Luna

Científicos del MIT han descubierto la primera evidencia química directa de que restos de la Tierra primigenia aún sobreviven en las profundidades de nuestro planeta. Este hallazgo desafía la arraigada teoría de que el violento impacto que formó la Luna hace 4.500 millones de años borró por completo la composición original del mundo.

En las profundidades de nuestro planeta un equipo de geólogos ha encontrado la primera evidencia directa de los materiales que conformaban nuestro planeta hace 4.500 millones de años, antes de que una colosal colisión con un cuerpo del tamaño de Marte lo transformara para siempre y diera origen a la Luna. Este hallazgo, publicado en la revista Nature Geosciences, desafía décadas de consenso científico sobre la formación planetaria.

Hasta ahora, la teoría dominante sostiene que el “impacto gigante” que formó la Luna fue un evento tan cataclísmico que fundió y mezcló por completo el manto terrestre, borrando cualquier rastro químico de su estado anterior. Se pensaba que la composición de la Tierra había sido “reiniciada” por completo. Sin embargo, el equipo liderado por Nicole Nie, geóloga del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), ha descubierto una firma química única que sobrevivió a aquel caos primigenio.

Isótopos de potasio, la clave

La clave de este descubrimiento reside en un sutil desequilibrio en los isótopos del potasio. Se denomina isótopos a los átomos de un mismo elemento químico que, aunque poseen el mismo número de protones en su núcleo (lo que define su identidad y su lugar en la tabla periódica), contienen una cantidad diferente de neutrones. Esta variación modifica su masa, pero no sus propiedades químicas fundamentales.

El potasio tiene tres isótopos naturales (potasio-39, potasio-40 y potasio-41), y su proporción es constante en la mayoría de los materiales terrestres. No obstante, al analizar rocas excepcionalmente antiguas de Groenlandia y Canadá, así como lavas procedentes de las profundidades del manto expulsadas por volcanes en Hawái, los investigadores detectaron una anomalía: un pequeño pero significativo déficit del isótopo potasio-40 (⁴⁰K).

Detectar esta minúscula diferencia, de apenas unas 65 partes por millón, es un logro analítico comparable a notar la ausencia de un solo grano de arena de un color específico en un cubo lleno. Esta firma isotópica no puede explicarse por ningún proceso geológico conocido ni por la contaminación con otros materiales. La conclusión más plausible es que estas rocas “se construyeron de manera diferente”, como señala Nie, porque son vestigios de la proto-Tierra que de alguna manera quedaron preservados en las profundidades del manto, aislados de la violenta refundición que afectó al resto del planeta.

Referencia

Potassium-40 isotopic evidence for an extant pre-giant-impact component of Earth’s mantle. Da Wang et al. Nature Geoscience (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41561-025-01811-3

Modelos matemáticos

Para confirmar su hipótesis, el equipo realizó simulaciones por computadora para ver cómo cambian, se mezclan y evolucionan los isótopos de potasio en el interior de la Tierra a lo largo de miles de millones de años. Modelaron cómo una proto-Tierra con este déficit de potasio-40 evolucionaría tras el impacto gigante y el posterior “bombardeo” de meteoritos.

Los resultados mostraron que, si bien la mayor parte del manto habría adquirido la composición que conocemos hoy, podrían haber sobrevivido bolsos aislados con la firma isotópica original. Estos reservorios primordiales, ocultos en las profundidades, serán los que ocasionalmente son arrastrados a la superficie a través del vulcanismo de puntos calientes, como el de Hawái.

Este trabajo no solo confirma que partes de la Tierra primigenia sobrevivieron, sino que también abre nuevas preguntas. Curiosamente, la firma de potasio-40 encontrada en estas rocas no coincide exactamente con la de ningún meteorito conocido en las colecciones actuales.

Los meteoritos son considerados los “ladrillos” con los que se construyeron los planetas, pero este hallazgo sugiere que los materiales específicos que formaron la Tierra aún no han sido descubiertos, o que sus cuerpos parentales ya no existen.

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