5 noviembre, 2025

El Liverpool derriba a un inmenso Courtois para llenar de dudas al Real Madrid

Esta sería una crónica muy diferente si el portero del Real Madrid no fuera Thibaut Courtois. Sería, seguramente, el relato de una goleada que evocaría a aquella contra el Atlético, a la de más allá contra el PSG, que revitalizaría todos los fantasmas del pasado reciente del Madrid de Xabi Alonso y su déficit, a excepción del clásico, en todos los partidos importantes. Como el portero del Madrid es Courtois, este martes un inspiradísimo Courtois, cinco paradones escandalosos, esta es la crónica de una derrota por la mínima.

Y, claro, no es a priori un gran drama perder por un solo gol en Anfield. Ni para el Real Madrid ni para nadie. Pero la carcasa del resultado esconde un zarandeo incontestable, solo mitigado, escrito queda, por la excelencia del mejor portero del mundo. Disimula el 1-0 final la evidencia de un Madrid al que siempre le faltaron dos velocidades en defensa y en ataque, que no tuvo recursos tácticos para evitar la sumisión, que volvió a ver a su gran estrella, un Mbappé en trance esta temporada, perdida en una gran cita.

Una noche imprescindible para un Liverpool hasta ahora en crisis que el fin de semana visita al Manchester City. Una nueva señal de alarma para un Madrid en el que fallaron demasiadas cosas, empezando por el banquillo. También para el fútbol español, que empieza a acumular demasiadas derrotas frente a clubes de la Premier: solo el Newcastle-Barça se ha decantado del lado de los clubes de LaLiga en los enfrentamientos directos de esta Champions.

Con el once del clásico

Xabi Alonso no necesitaba que nadie le explicara lo que implica Anfield, un lustro de historial sobre su césped, como tampoco requiere magisterio sobre el banquillo del Real Madrid. Si de Mourinho aprendió la eficacia a corto plazo del autoritarismo, con Ancelotti comprobó que la mano izquierda conduce a un éxito mayor. Por eso tragó saliva con Vinícius, por eso recurrió en el clásico al invento de Camavinga como extremo derecho para buscar el equilibrio entre el ego de sus prohombres y las necesidades del colectivo.

Ante el Liverpool, otro rival de primer orden, otro clásico, como dijo el propio técnico, repitió receta. Lo previsible, por mucho que en Inglaterra se dejaran sugestionar por el morbo del regreso de Alexander-Arnold, pitado por su antigua afición cuando compareció en el tramo final. En la primera parte, sin embargo, ni se percibió la presencia del francés, pues todo el relato del encuentro se dictó por el sector contrario del campo.

Courtois detiene un disparo de Szboszlai a bocajarro, en el Liverpool – Real Madrid. / AFP7 vía Europa Press

Allí, Carreras se reivindicaba como el mejor fichaje veraniego del Madrid, secando a un tótem como Salah. Allí, Vinícius estiraba a un Real Madrid sin voz en la medular, enjaulado Arda Güler por los atléticos centrocampistas de Arne Slot. Los mismos que, con su feroz presión, llenaban de dudas con el balón a un Huijsen tierno y nervioso.

Szobozslai invoca a Courtois

Fue precisamente un error del central español el que cambió el compás del duelo. Courtois apareció como lo que es, el mejor portero del mundo, quizá de la década, para que Szobozslai no capitalizará el falló de Huijsen. Y ahí el Liverpool se envalentonó, forzando al belga a firmar otros dos paradones, otro al húngaro, un tercero a Mac Allister, para que el 0-0 siguiera siendo la ley al descanso.

Ese cuarto de hora al final dejó al Madrid con el gesto torcido. Y pudo ser aún peor, pues el balón impactó en la mano de Tchouaméni en una acción que Kovács, en primera instancia, señaló fuera del área. En realidad, la acción había sido dentro, pero en la revisión en el VAR decidió que no era punible: estando a apenas 10 centímetros de su abdomen, el penalti parecía un castigo excesivo.

Xabi Alonso, sin recursos

Alonso trató de cambiarle el tono al encuentro enrocando a Camavinga y a Güler. Antes de que pudiera testar la efectividad de su movimiento, que resultó nula, acaso contraproducente, Courtois volvió a erigirse como héroe de la noche, frustrando el gol ‘red’ en dos córneres consecutivos. No le ayudó que Alonso designara a Vinícius como marcador de Van Dijk, pero hasta con eso puede el belga.

Con lo que ya no pudo, cómo culparle, fue con un cabezazo de Mac Allister en el área pequeña, tras una falta lateral botada por el omnipresente Szoboszlai, que descorchó el marcador a la hora de partido. Era el justo premio a la superioridad del Liverpool, siempre con un par de marchas más en el partido.

La necesidad del Madrid por empatar apenas se manifestó en un disparo desviado de Mbappé, mientras en la otra punta volvió a aparecer Courtois para mantener con vida el partido. Imperó al final el 1-0, un resultado engañoso que no tapa las costuras de este Real Madrid.

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