10 noviembre, 2025

Salud mental, crisis emergente

Hoy la humanidad celebra haber visto decaer el riesgo de vida, con mayor longevidad promedio y pronósticos aún más favorables hacia adelante. Lo que podrían ser buenas noticias se ven opacadas por realidades que simultáneamente plantean nuevos problemas: los trastornos de salud mental también crecen, junto con la mortalidad de adolescentes y adultos jóvenes, mayormente por suicidio, consumo de alcohol y drogas.

La prestigiosa revista The Lancet publicó recientemente su informe sobre Carga Global de Enfermedades (GBD, por sus siglas en inglés) a partir de datos de más de 200 países correspondiente a 2023, tal como venía haciendo desde 1990 hasta 2021 cuando el Covid se convirtió en la primera causa de muerte global. Para 2023, este ocupaba el vigésimo lugar, dando paso a la enfermedad cardiovascular isquémica y al accidente cerebro vascular como las principales causas de muerte.

El estudio destaca que dos tercios de los enfermos del mundo padecen males crónicos como los asociados al corazón y la diabetes, con marcado crecimiento de problemas de salud mental. Las tasas de enfermedades no transmisibles aumentan rápidamente en países de ingresos bajos y medios. La transición epidemiológica de enfermedades infecciosas a enfermedades no transmisibles debe ser motivo urgente de preocupación, señalan.

La colaboración entre países y las alianzas multisectoriales han permitido reducir la cantidad de años perdidos por discapacidad asociada a infecciones respiratorias, tuberculosis, deficiencias nutricionales y enfermedades infecciosas. Sin embargo, la tendencia positiva presenta marcadas diferencias y riesgos según zonas geográficas y está amenazada por los recortes de más de un 50% entre 2021 y 2025 en asistencia sanitaria que reducen, por ejemplo, la vacunación en enfermedades prevenibles. Mencionan que el Banco Mundial reconoce 39 países, 19 de ellos de África, considerados frágiles y afectados por conflictos, por lo que demandan recibir acceso a paquetes de servicios sanitarios básicos. La violencia sigue segando también millones de vidas.

En cuanto al aumento de las muertes, particularmente en América del Norte y América Latina, están muy ligadas al crecimiento de la ansiedad y la depresión en los jóvenes. El análisis de las causas es motivo de debate y controversia, cuando para algunos se asocian con los efectos de la pandemia, la vida digital y el uso y abuso de la tecnología.

La salud mental debe ser tomada más seriamente a nivel global” advierte el reporte. La muerte y la discapacidad, asociadas tanto a la ansiedad como a la depresión, han evidenciado los mayores incrementos desde 2010, con crecimiento de un 63% y un 26% respectivamente. Y el Alzheimer es una de las 25 causas de impacto sobre los años de vida ajustados por discapacidad (DALYs por sus siglas en inglés) detrás de la cirrosis y las enfermedades crónicas del hígado.

Este informe es el más vasto observatorio epidemiológico a nivel mundial pospandémico, pues realiza el seguimiento sobre la mortalidad y discapacidad en diferentes países, con aperturas por sexo, edad y ubicación, lo que lo torna una herramienta valiosa de análisis y planificación. Queda así claramente expuesto que las actuales políticas sanitarias no responden a las inquietantes tendencias en este campo y que los países deberán adaptar sus políticas y sistemas de salud a las nuevas prioridades. Quienes afrontan los mayores riesgos y son más difíciles de alcanzar enfrentan importantes barreras. Las organizaciones de la sociedad civil, destaca el informe, se vuelven esenciales ante los recortes presupuestarios para llegar a los más vulnerables con servicios de salud. Por todo esto, asistimos a lo que definen como una “crisis emergente” que no puede desatenderse.

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