Carlos San Basilio (Lugo, 1965) participó ayer en la Tribuna Círculo del Círculo de Empresarios de Galicia. El primer presidente gallego de la historia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) advirtió sobre los riesgos del auge del fraude, recetó más cultura financiera —sobre todo entre los jóvenes— y animó a las empresas a lanzarse a la bolsa.
—Hoy es casi imposible entrar en redes sociales y no encontrarse un deepfake de un rostro conocido promocionando una estafa financiera. La CNMV ha multiplicado por casi diez sus advertencias sobre chiringuitos financieros desde 2018 (de 63 a 522). ¿Tienen suficientes medios para combatir este fenómeno?
—Siendo muy directo, ahora mismo los medios no son suficientes. Estamos trabajando para reforzarlos lo más rápido posible. Eso exige inversión, experiencia y el desarrollo de aplicaciones muy específicas, aprovechando algunas de las mismas tecnologías que están en el origen del problema.
—El organismo acaba de multar a X con cinco millones de euros por el caso Quantum AI. ¿Es una sanción aislada o supone una declaración de intenciones hacia las grandes plataformas?
—Nosotros tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano, pero necesitamos la colaboración clara de las plataformas. Y ahí estamos viendo comportamientos distintos. Hay plataformas, como Meta o Google, que están colaborando de forma más ágil y reactiva: cuando identificamos un fraude como los que mencionabas, son más receptivas y retiran esos contenidos con rapidez. En el caso de X (antes Twitter) no conseguimos que retiraran unos contenidos que eran claramente fraudulentos. Eso activa la posibilidad de sancionar por falta de cooperación con el supervisor, y es lo que hemos hecho.
—La CNMV impulsa un Plan de Educación Financiera (2022-2025). ¿Qué alcance está teniendo y qué balance hacen, en particular, en Galicia? ¿Debe intensificarse la formación en las aulas?
—Cuantitativamente, tanto en Galicia como en el resto de España, el plan se traduce en muchas actuaciones dirigidas a colectivos concretos. Y es cierto que llegamos a mucha gente, pero no deja de ser una serie de iniciativas muy limitadas. Lo que tiene efecto multiplicador o sistémico en nuestro país es cuando estos contenidos se incorporan al currículo educativo. Eso en Galicia ya se está haciendo: en 3º de ESO (Educación Secundaria Obligatoria) hay una asignatura de cultura financiera, y eso sí tendrá un efecto en toda la población a medio plazo. Nuestros jóvenes necesitan esa formación para dos cosas. La primera, para gestionar sus propias finanzas. Y la segunda, para tener armas con las que defenderse de los fraudes.
—Tal y como están configurados hoy los mercados, ¿miran hacia Galicia o aún están lejos de la realidad de la mayor parte del tejido empresarial gallego?
—Si pensamos en España, la concentración de empresas cotizadas está donde todos imaginamos: Madrid, Cataluña… Son regiones con más compañías de gran tamaño. Pero Galicia tiene, de entrada, la mayor empresa por capitalización bursátil, y la tenemos muy cerca. Y además del textil hay otros sectores relevantes: la industria farmacéutica, las conserveras… Hay distintas opciones, más allá del peso tradicional de banca y utilities que tiene la bolsa española. Yo creo que los mercados tienen interés por los buenos proyectos. La cuestión es que esos buenos proyectos se presenten al mercado. Y creo que hace falta ese paso.
—Usted conoce bien Galicia. ¿Actúa como barrera el carácter familiar de las empresas?
—Sí influye, pero creo que es más una barrera ficticia que real. Existe la percepción de que salir a bolsa implica perder el control, y eso es especialmente sensible para la empresa familiar. La realidad demuestra que no tiene que ser así.
—¿Han recibido solicitudes, folletos o manifestaciones de interés de nuevas firmas gallegas para acceder a los mercados?
—Mantenemos una línea de comunicación bastante directa con muchas empresas que muestran interés, también en algún caso con alguna empresa gallega. Pero no podemos dar nombres ni hacer previsiones. Entre otras cosas, porque se ‘gafa’: basta decir que una compañía saldrá en tres meses para que al final no se concrete. Lo que sí conviene reconocer es la situación de partida. Este año hemos tenido dos salidas a bolsa en toda España. Y nuestro país no es una excepción: Francia, Alemania, Italia se encuentran en niveles similares. Desde hace cinco o diez años vemos que cuesta que las empresas den el paso de salir de la financiación tradicional o de un fondo concreto a la bolsa.
—¿Pueden ayudar a dar ese paso las nuevas modalidades como BME Scaleup o Easy Access?
—Creemos que sí. BME Growth o BME Scaleup han atraído a bastantes empresas y suponen un paso positivo. Permiten una evolución gradual hacia la cotización, incorporando progresivamente las buenas prácticas que luego se exigirán a una empresa plenamente cotizada. En el caso de Easy Access, estamos ya en conversaciones con algunas posibles candidatas, aunque todavía no se ha producido ninguna operación. Es una fórmula que intenta reducir algunos de los temores de las empresas: demasiadas cargas, incertidumbre sobre el precio de salida…
—En Galicia hay un fuerte sector pesquero y es habitual que haya joint ventures asentadas en algunos países como Argentina, por ejemplo, participadas con capital autonómico. ¿Por qué no termina de cuajar Latibex?
—Latibex está pensado sobre todo para que grandes valores latinoamericanos puedan atraer inversores europeos a través de las bolsas españolas y en euros. En teoría, una empresa pesquera radicada en Argentina, participada por un empresario gallego, podría cotizar ahí, pero el diseño original está más orientado a grandes emisores de la región. En la práctica, Latibex tiene hoy un papel más simbólico, como enlace entre los mercados españoles, latinoamericanos y europeos, que de auténtico mercado líquido. Llevamos tiempo viendo que apenas ha crecido. Tenemos que darle una vuelta al modelo para que sea realmente útil para los emisores y los inversores.
—La única pesquera cotizada es la vieja Pescanova… y ahí sigue. ¿Pueden descartar que un fraude similar vuelva a ocurrir?
—De todas las crisis por las que pasamos en la CNMV sacamos lecciones. Esas lecciones sirven para evitar que se reproduzcan las mismas circunstancias, aunque cada crisis es diferente. En episodios como el que comentas aprendemos a identificar mejor las señales que apuntan a empresas sobre las que debemos hacer una supervisión más detallada. Tenemos en torno a 130 cotizadas y no podemos auditarlas a todas: necesitamos una supervisión basada en el riesgo. Cada vez es más difícil que nos pasen estas crisis, pero nunca puedes decir ‘nunca jamás’.
—La CNMV acaba de imponer una segunda sanción a Fernando Romero (fundador de EIDF), por 1,2 millones, que se suma a otra anterior de 6,4 millones. ¿Pueden llegar nuevas multas?
—Las dos sanciones ya hechas públicas están recurridas. Ahora hay que ver el proceso judicial. Nosotros hacemos nuestra función: cuando identificamos prácticas que consideramos graves, las investigamos y sancionamos las que pensamos que corresponde sancionar. En este momento del proceso no podemos decir nada más.
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