El paisaje del norte de España está plagado de eucaliptos. Tanto es así que a muchas personas ese olor con notas dulces que recuerda a la menta les teletransporta directamente a casa. Pero, pese a que a veces se considera un árbol emblemático de Galicia, Asturias o País Vasco, la realidad es que su origen se encuentra muy lejos de las tierras que baña el Cantábrico. De hecho, en el país más remoto posible. Las especies de eucaliptus, que son muchas y con características muy variadas, son en su mayoría endémicas de Australia, también las que están en la Península Ibérica. Vienen de las antípodas y llevan aquí alrededor de un siglo. ¿Por qué acabaron en España? Y, lo que es más importante, ¿por qué han llegado a colonizar montes enteros?
Plantación de eucaliptos en Lugo / Shutterstock
«Algunas de estas especies crecen muy rápido, por lo que se utilizan para obtener una madera que suele tener salida para pulpa o conglomerados, porque no es de mucha calidad comparada con la de las hayas o la de los robles. Pero tienen turnos de pocos años, por lo que puedes cortar ejemplares y enseguida vuelven a brotar», explica Francisco Lloret, catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). A renglón seguido, enumera también otra de las bondades que hacen el eucalipto atractivo, no solo desde el punto de vista meramente económico: «Pueden vivir en suelos con mucha agua, con un nivel freático alto, y tradicionalmente se han utilizado para drenarlos».
Incendios y suelos
A partir de aquí vienen las sombras, que tienen que ver principalmente con su comportamiento durante y después de los incendios forestales y con su acción sobre el suelo. «Después de un fuego, muchas de sus especies vuelven a brotar. Es algo que también le ocurre, por ejemplo, a las encinas. Si había eucaliptos, después de un incendio vuelve a haberlos. No estoy seguro de que ardan más que otras familias, pero como tienen sustancias volátiles, las llamas son más altas», subraya Lloret. Esas chispas que se desprenden mientras arden pueden volar hasta una distancia cercana a los dos kilómetros. Y, por ende, no ayudan a delimitar el perímetro que está ardiendo.
“Las chispas que se desprenden mientras arden pueden volar hasta una distancia cercana a los dos kilómetros”
Precisamente estas sustancias químicas volátiles que propician la expansión de las llamas están estrechamente relacionadas con su otra cualidad destructiva. «Los suelos tienden a perder calidad como consecuencia de un cultivo o plantación reiterada de eucaliptus, porque estos producen unas sustancias para defenderse de sus enemigos que son muy recalcitrantes. Es decir, cuesta que se descompongan. Y, cuando llegan al suelo, la actividad biológica disminuye», indica el investigador del CREAF.
Plantación de eucaliptos / Shutterstock
El debate sobre si pesan más sus pros o sus perjuicios lleva muchos años sobre la mesa. Ni siquiera la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llegó a una conclusión inequívoca en su informe ‘The ecological effects of eucaliptus’. En este texto citan entre sus beneficios su adaptabilidad, su crecimiento rápido y su amplia gama de aplicaciones, que van desde madera hasta leña de gran poder calorífico. Sin embargo, no se olvidan de los inconvenientes antes citados y recalcan uno más: en los trópicos húmedos, estos ejemplares consumen más agua y no regulan tan bien el caudal hídrico como en los bosques naturales.
Una expansión espectacular
En España, de acuerdo a datos difundidos por el Ministerio para la Transición Ecológica, la expansión del eucalipto ha sido espectacular en las provincias cantábricas. De hecho, a nivel global, la Península Ibérica es uno de los territorios donde su presencia es mayor. En concreto, la variedad globulus es la más popular.
La Península Ibérica es uno de los lugares del mundo donde su presencia es mayor
Y, por cierto, es en las provincias del norte donde se han tomado las primeras medidas para evitar que se siga expandiendo sin orden ni control. Los gobiernos autonómicos de Galicia y País Vasco han desarrollado sendas normativas que acotan la plantación de eucaliptos a zonas donde ya existían. Es decir, solo se permite la replantación. En 2022, ya había colonizado 400.000 hectáreas de monte gallego y dos años antes, en 2020, ocupaba casi el 16% de la superficie forestal de Vizcaya.
En defensa del eucalipto
Pese a ello, es indudable que el eucalipto es un activo económico importante porque aproximadamente cada 15 años se puede talar para aprovechar su madera. «Para eso es incomparable. En la cornisa cantábrica, sobre todo en Lugo, el eucalipto está cubriendo una necesidad. Es un terreno en el que se ha producido una despoblación brutal, la inmensa mayoría de propietarios ya no viven allí y quieren sacar una pequeña renta», afirma Juan Fernández Golfín, miembro del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC). Este experto recuerda los movimientos que trataron que la Unión Europea lo declarase especie invasora hace unos años: «Si se impidiera su plantación, sinceramente, no sé de qué iba a vivir la gente allí», advierte.
Incendio en una plantación de eucaliptos en Galicia / Brigada de Marroxos Twitter
No es el único investigador que trata de poner en valor las ventajas de esta familia de grandes árboles. Víctor Resco de Dios, profesor de Ingeniería Forestal en la Universidad de Lleida y doctor por la Universidad de Wyoming (EEUU), descarta que las especies de eucaliptus sean perjudiciales de por sí y pone el foco en la gestión forestal: «Si el bosque está limpio, si no hay hojarasca o matorrales, un incendio encuentra dificultades para propagarse. Las llamas se extienden por lo que hay en la superficie del suelo: el sotobosque, los matorrales, las hierbas… Las zonas gestionadas son muy poco inflamables».
“Si el bosque está limpio, si no hay hojarasca o matorrales, un incendio encuentra dificultades para propagarse”
Víctor Resco de Dios
— Universitat de Lleida
Asimismo, Resco de Dios trata de desmontar la creencia de que los montes que más prenden en Galicia, Asturias o País Vasco son aquellos con mayor densidad de eucaliptos: «Existe un mito bastante gordo sobre lo que la gente cree que se quema y lo que realmente se quema. Lo que más arde son las áreas protegidas y lo que menos, las plantaciones industriales. Otra cosa ocurre cuando se abandonan, que es cuando pueden acumular mucho combustible y crear problemas», indica. Asegura también que si se solapan los mapas que muestran la superficie quemada y los de distribución del eucalipto, las coincidencias son bajas.
Por último, este investigador señala dos cualidades más de estas especies: ayudan a fijar carbono y aseguran cubrir la demanda de papel. «Asimilan más cantidad que los suelos degradados y, además, actúan como planta nodriza para que luego puedan brotar especies autóctonas», subraya. Sobre el segundo punto, asevera que, en el caso de prescindir de los eucaliptos en España, habría que acudir a mercados lejanos, como el indonesio. «Ahí sí que se deforesta bosque tropical para plantarlo. Si no lo cultivamos aquí y estamos propiciando que se talen miles de árboles en Indonesia, entonces los efectos negativos superan a los positivos», concluye.
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ENTREVISTA. IVÁN GÓMEZ-MESTRE, BIÓLOGO:
«Es muy importante que se eliminen de las zonas protegidas»
Iván Gómez-Mestre forma parte del equipo científico de la Estación Biológica de Doñana y es uno de los investigadores que participó hace pocos años en un estudio que comprobó los efectos nocivos de las hojas de eucalipto sobre las larvas de anfibios. Aunque, por fortuna, hoy en día este árbol no es un problema de primer orden en este emblemático Parque Nacional, en los años 60 estuvo a punto de convertirse en una inmensa extensión de plantaciones por orden de Franco.
Iván Gómez-Mestre / EBD-CSIC
-¿Qué conclusiones sacaron tras su estudio?
-Analizamos el efecto de la hojarasca de eucalipto en las charcas temporales. Miramos cómo afectaban los compuestos químicos secundarios que sueltan a las larvas de anfibios y vimos que influían en la tasa de desarrollo y en la de crecimiento. Esta última es muy importante porque es la que determina el tamaño que tienen cuando metamorfosean, que a su vez es el mayor predictor de supervivencia. También encontramos algunos efectos fisiológicos que, aunque no eran muy fuertes, existían: la afectación a la tasa metabólica, el consumo de oxígeno y su actividad. Esto puede dar una idea del grado de intoxicación. El último factor importante es que los anfibios dependen mucho de su percepción química para detectar riesgos, sobre todo depredadores. Los compuestos del eucalipto afectan mucho a esto.
-¿Es un problema de por sí?
-Nosotros hablamos de las charcas temporales. En el sistema terrestre el eucalipto tiene otras muchas consecuencias que otros compañeros han estudiado. Entendemos su importancia económica. Aceptamos que, si hay que dedicar algunas zonas específicas para plantaciones forestales de esta especie, habrá que hacerlo. Pero pensamos que en zonas protegidas es muy importante que se elimine. Incluso en zonas no protegidas habría que favorecer en lo posible su sustitución por especies autóctonas. Eliminar la hojarasca de las lagunas naturales no sería muy costoso y podría ayudar parcialmente, pero es solo una medida paliativa.
-¿Qué se ha hecho en Doñana para eliminar el eucalipto?
-Se están tomando medidas, aunque en Doñana no es un problema tan grande porque su plantación está muy restringida. No estaban en todo el parque, ni mucho menos. En aquellas zonas donde se cultivaron en la década de los 60 y 70 se han eliminado, con muy contadas excepciones. Solo se ha dejado algún árbol que tenía nidos de alguna especie de ave particularmente emblemática.
Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]
-Su estudio se centra en las larvas de anfibios. Pero, ¿sus efectos podrían escalar a todo el ecosistema?
-Quiero ser precavido a la hora de extrapolarlo a sistemas que no he estudiado, pero entiendo que lo que ocurre con las larvas de anfibios también afecta a distintos niveles tróficos de esos medios acuáticos, como el fitoplancton o el zooplancton. Que salgan menos larvas y de menor tamaño también tiene efectos en cascada. Por ejemplo, son presa fácil de los animales en tierra. Pero, aparte de esto, el eucalipto tiene otros impactos directos en el medio terrestre, sobre los arbustos y otras especies arbóreas importantes que ya han sido documentados por otros grupos.