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16 noviembre, 2024

Juegos Panamericanos: un retroceso que duele y que debe impulsar un cambio necesario en el deporte de alto rendimiento

Si los Juegos Olímpicos son la máxima expresión del deporte universal y su medallero refleja fielmente el espejo en el que deben fijarse las potencias para ajustar sus planificaciones en base a sus resultados (los positivos y los negativos), los Juegos Panamericanos, la más grande competencia polideportiva continental son la llave para calificar el alto rendimiento en Argentina. En otras palabras: los Juegos Olímpicos son para unos pocos y por eso no son un medidor universal para el deporte federado de nuestro país.

En la capital chilena se apagó la llama panamericana y es tiempo de un balance. Con los números calientes pero con la mente fría y el corazón tranquilo, aspectos que sirven para sacar conclusiones acerca de lo que se hizo. Y en cuatro años, desde Lima 2019 a Santiago 2023, ese análisis es sencillo. Aunque previsiblemente Argentina tiene el mismo nivel de desarrollo deportivo de hace cuatro años, el retroceso es evidente. Lo que se mejoró desde Toronto 2015 a Lima (Argentina pasó de 15 oros a 33 y 75 medallas a 101) se empeoró desde Lima a Santiago (de 33 títulos a 17 y de 101 podios a 75). Es asombrosa la simetría en esos ocho años.

Fueron unos Juegos Panamericanos que, en el aspecto general, resultaron muy poco atractivos en cuanto a lo deportivo. Hubo algunas figuras, pero faltaron muchas otras que le hubieran dado otro marco a las competencias.

Valen dos ejemplos. En el atletismo, el deporte rey de los Juegos, los únicos representantes de primera clase mundial fueron el canadiense Ethan Ratzberg, ganador en martillo con récord panamericano; el cubano Lázaro Martínez, vencedor en salto triple; y el jamaiquino Jaheel Hyde, oro en 400 metros con vallas. Estados Unidos, la máxima potencia mundial, concurrió con un equipo mezcla de seleccionado B y C que se impuso en el medallero con apenas dos podios más que Brasil. Una de las razones fue que los Juegos se realizaron en una época del año en la que los mejores atletas ya terminaron su temporada y están mentalizados para los trials clasificatorios para París 2024.

Un dato que avala ese concepto: en la final de los 100 metros masculinos no hubo representantes de ese país y el mejor fue Christopher Royster, que no pasó las semifinales y que el mejor resultado en su país había sido justamente el acceso a esa instancia en un campeonato nacional. En el basquetbol, por otro lado, Estados Unidos ni siquiera se molestó en enviar a sus dos equipos… Pero, ¿por qué sucedió esto? Porque si los Juegos no se realizan en su verano del hemisferio Norte a los estadounidenses (y a los canadienses también) no se les mueve la aguja. Y Argentina, en ese contexto de que los Panamericanos se realizaron en el hemisferio Sur en una época ideal para sus atletas, no pudo aprovechar la situación.

En el top 8 del medallero el único país que retrocedió con respecto a Lima fue Argentina, que bajó dos posiciones al pasar del quinto al séptimo lugar. Eso le permitió a dos países recuperar sus lugares históricos: Cuba pasó del sexto al quinto puesto y Colombia -con el impulso del apoyo a sus atletas por Barranquilla 2027-, del séptimo al sexto. Ello representa una tristeza porque el logro de 2019 había sido muy importante al dejar a ambos atrás y al recuperar un quinto lugar que Argentina no ocupaba desde Winnipeg 1999, 16 años atrás.

José Augusto Torres, de BMX freestyle, fue uno de los últimos ganadores de Argentina.  Foto: RAUL ARBOLEDA / AFPJosé Augusto Torres, de BMX freestyle, fue uno de los últimos ganadores de Argentina. Foto: RAUL ARBOLEDA / AFPUnos pocos deportes mejoraron en su cantidad de medallas en un detalle que no llamó demasiado la atención. Los deportes de conjunto, en su mayoría, volvieron a dar la cara por la misión en un lógico resultado de un apoyo histórico a los mismos que forman parte de un verdadero desarrollo cultural de nuestro país que va más allá de una política deportiva. Así lograron el oro los Leones y las Leonas en el hockey, el handball y el básquetbol y el rugby masculinos. Un asterisco para destacar lo del handball: de las finales que los argentinos jugaron el sábado, seguramente tenían la más complicada ante Brasil. Pero aun sufriendo la expulsión de Diego Simonet (para que se entienda qué significa el capitán sólo hay que imaginar a Messi expulsado en el arranque de la final contra Francia en Qatar) jugó un partido perfecto, le dio un a paliza a su tradicional adversario y, de yapa, se clasificó para los Juegos Olímpicos.

Fue bueno lo del waterpolo, que logró una medalla que no conseguía desde hacía 60 años. Fue importante lo de las chicas del basquetbol, que se subieron al podio. Fue muy positivo lo del atletismo con Belen Casetta logrando el récord panamericano de los 3 mil metros con obstáculos y la medalla de bronce alcanzada por la cuarteta de los 100 metros con record argentino incluído en las semifinales.

Pero el retroceso en el medallero se debió también a que diez deportes trajeron menos cantidad de oros: el boxeo pasó de uno en Lima 2019 a ninguno en Santiago 2023; pese al aporte de Agustín Vernice -uno de los deportistas más destacados de la misión- el canotaje bajó de cuatro a dos; el ciclismo de ruta, el patín artístico, el taekwondo, la arquería y el voleibol, de uno a cero; la pelota, de tres a dos; el canotaje, de cuatro a dos; y la natación y el remo, de cuatro a cero.

Entonces la pregunta es: ¿por qué se retrocedió? No se trata de una cuestión de apoyo presupuestario. De hecho, Inés Arrondo, la secretaria de Deporte que estuvo durante buena parte de los Juegos en Santiago siguiendo a los atletas, había dicho en la previa de los Panamericanos que “nuestro presupuesto creció por encima del indicador de la inflación” y que el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) “duplicó lo que tenía disponible para este año”. Tampoco el retroceso en sólo cuatro años se debe a que falla el sistema educativo, que debería ser la primera estación de los chicos hacia el deporte.

Lo que sigue en deuda para el deporte nacional es la falta de una política moderna, con ideas, que se sostenga en el tiempo y que sirva no sólo para cumplir con un período olímpico con la misión de conseguir medallas. Se necesita ir más allá. Mucho más allá.

Inés Arrondo, secretaria de Deporte. Foto: Luciano Thieberger.Inés Arrondo, secretaria de Deporte. Foto: Luciano Thieberger.El cambio de la ley del ENARD impulsada por el gobierno de Mauricio Macri quitó financiamiento y autarquía, la crisis económica significó una falta de dólares alarmante y en el alto rendimiento todo es en esa moneda (competencias, entrenamientos, materiales deportivos), el sector privado, en una posición histórica y continua, no apoya al deporte olímpico o lo hace muy escasamente y no dentro de un marco general sino individual apoyando a algunos atletas y a los deportes de equipo y la pandemia -que afectó a todos los países, es cierto- fue particularmente cruel con los atletas de nuestro país y costó muchísimo salir de esa inacción tanto que muchos todavía hoy se están recuperando de aquel 2020 nefasto.

Pero hay algo que es clave y que está faltando. En ninguno de los organismos que manejan el deporte a nivel nacional -Secretaría, ENARD y Comité Olímpico Argentino (COA)- hay una cabeza técnica, alguien que marque el rumbo. Se podría afirmar que cada deporte tiene sus referentes técnicos y son ellos los que planifican pero nadie cuenta con una visión macro y eso conlleva a que el deporte argentino no tiene estrategia y objetivo. Falta definir hacia dónde se apunta como país en el alto rendimiento.

Dentro de menos de dos semanas Argentina tendrá un nuevo presidente y tanto Sergio Massa como Javier Milei deberán definir, a su modo, quién liderará la Secretaría de Deporte, un cargo que también es relevante para el alto rendimiento porque la presidencia del ENARD se la alternan el secretario y el presidente del COA. Al candidato oficialista ya se le cayó alguien a quien tenía en cuenta: Juan de la Cruz Fernández Miranda. Cuentan en su entorno que Fernando Galmarini, ex secretario en la presidencia de Carlos Menem y además suegro de Massa, es a quien más escucha. Por el lado del libertario, que ya dijo que no quiere un ministerio de Deportes y Turismo, trazaron algún contacto con Diógenes de Urquiza, otro que estuvo a cargo de Deporte pero en los tiempos de Macri y quien en su momento también tuvo charlas con Patricia Bullrich.

Como ya se dijo alguna vez, los tiempos en el deporte son diferentes al resto. París 2024 no debe ser una meta sino una parada rumbo a algo más importante: el despegue definitivo para alcanzar una altura crucero y poder competir de igual a igual con quienes Argentina puede confrontar. Por lo visto en Santiago 2023, el avión volvió al hangar.

El medallero final

Fuente: Juegos Panamericanos

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