Iban siete minutos de partido y la hinchada gritaba “ole, ole” ante cada pase, ante cada nueva jugada. Se repite, siete minutos. Nada más. Lo que podría parecer un error o una incoherencia, definen a esta selección argentina que ya tiene su clasificación al Mundial 2026, con cuatro fechas de antelación.
Anoche, en un Monumental desbordado de amor por este grupo de jugadores, Argentina jugó sin tabla de posiciones y sin clasificación a nada. Jugó por el honor, por la camiseta. Jugó un clásico de dientes apretados y mucho fútbol.
Y si la bronca muchas veces es combustible, la frase que dijo el brasileño Raphinha en la previa, eso de que iban a darle “una paliza a Argentina”, fue la chispa necesaria.
El equipo de Lionel Scaloni dio un recital, un baile, una exhibición. Fue una orquesta que se llevó puesto a Brasil. Que alcanzó a descontar porque el “Cuti” Romero pecó de confianza en medio de ese momento de fútbol total y regaló el 2-1.
Argentina jugó quizá uno de los mejores partidos de todo el ciclo Scaloni para golear a Brasil por 4-1 y coronar un momento brillante, ya con el boleto a la Copa del Mundo 2026. Julián Álvarez, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y Giuliano Simeone marcaron los tantos. Cunha descontaría para maquillar el resultado.
Este equipo nacional demostró que se eleva mucho más de la enorme figura del capitán ausente Messi. La selección argentina es un animal hambriento que quiere más títulos. Que tiene el Mundial que viene entre ceja y ceja. Dichosos los que pudieron verlo ayer en el Monumental, en una actuación que será recordada.
Este equipo nacional demostró que se eleva mucho más de la enorme figura del capitán ausente Lionel Messi.
La selección argentina es un animal hambriento que quiere más títulos. Que tiene el Mundial que viene entre ceja y ceja.
Dichosos los que pudieron verlo anoche en Monumental, en una actuación que será recordada.
Argentina fútbol show
El partido fue electrizante desde el vamos y Argentina salió a jugar lejos de estar pensando que ya tenía la clasificación abrochada al próximo Mundial. Lejos de eso.
Ya a los 3 minutos ganaba el combinado nacional luego de una jugada que nació en los pies de Thiago Almada (¿quién lo saca del 11 titular ahora?). El ex-Vélez giró y metió un pase hermoso al corazón del área. Ahí estaba el cordobés Julián Álvarez, que con la voracidad que lo caracteriza, controló la redonda y la terminó mandando a guardar para hacer explotar el Monumental. Apenas iban 3 minutos. Y antes de los siete, la gente gritaba “oooole, ooole”, desde las tribunas, cuando Paredes la tocaba para De Paul, De Paul cedía para Fernández y la bola llegaba a Mac Allister. Con esa intensidad y locura se jugaba adentro y afuera.
El mensaje de Raphinha había llegado al vestuario argentino. A eso salieron. A contestarle. Parecía un sueño, pero era bien real lo que se veía en el Monumental. Iban 12 minutos cuando el toque de Argentina lo puso otra vez ante el gol, en una jugada donde la tuvieron todos.
La terminó empujando Enzo Fernández para el 2-0 que era una locura, en 15 minutos de fútbol total. Superior y brillante. Ni más ni menos que ante Brasil. Los dirigidos por Dorival Júnior no podían reaccionar. Pero un error de Romero, por exceso de confianza, le permitió a Brasil meterse en partido. Matheus Cunha encontró un regalito del ex-Belgrano y remató de lejos sorprendiendo a Martínez. Fue el 2-1 antes de la media hora. Se abría otro partido en el Monumental.
Pero cuando Vinicius y Brasil se quisieron animar, Argentina volvió a meter una trompada. A los 36, Mac Allister apareció en el área para tocarla sobre la salida del arquero, tras un centro de Fernández. Fue el 3-1 que volvió a la calma. Así se irían al entretiempo, con la sensación de haber visto 45 minutos impactantes en el ciclo Scaloni.
Ojo que todavía falta…
El DT de Brasil metió tres cambios para jugar el complemento: todo un síntoma de lo que sentía y veía.
Argentina decidió serenar todo y bajar el ritmo, para jugar con la urgencia de su rival. Así pasaron más de 25 minutos hasta que llegó el 4-1, gracias a Simeone, que recién entraba a la cancha.
Fue el momento para soltar toda la locura y la algarabía en un Monumental que era éxtasis total. Será una noche para la memoria. Para recordar. Una goleada a Brasil que marcará a una generación. Para siempre..