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28 noviembre, 2024

El lado oscuro de TikTok: la alarmante advertencia de Amnistía Internacional sobre su uso en Argentina

TikTok es una de las redes sociales con mayor crecimiento en la historia de internet. En pocos años, llegó a pasar los mil millones de usuarios y, en Argentina, más de 16 millones de mayores de 18 años tienen una cuenta. Pero detrás de la inmensa cantidad de videos que se pierden en un scroll infinito, hay un diseño preocupante: Amnistía Internacional presentó una serie de advertencias que levantan algunas banderas rojas sobre el uso intensivo de esta aplicación.

Además de recolectar una enorme cantidad de información de usuarios, a través de un modelo extractivo tech exacerbado, TikTok “puede ser un espacio tóxico y adictivo para niños, niñas y jóvenes que puede influir en su autoimagen, su salud mental y su bienestar, y donde corren el peligro de caer en espirales de contenidos desencadenantes de depresión y autolesiones”, advierte la organización.

El impacto de TikTok en jóvenes es muy grande: según datos de la compañía, de sus 1092 millones de usuarios mensuales activos a abril de 2023, el 71% era menor de 35 años (38,5% era menor de 25 años, mientras que el 32,5% restante pertenece a la franja de 25 a 34 años), de los cuales 53,4% son mujeres y el 46,6% son varones.

Amnistía Internacional presentó un informe de 84 páginas en el que marca ciertas advertencias sobre el uso de la app en Argentina, con la privacidad y la salud mental como principales ejes. A partir de un método etnográfico -es decir, tomando como fuente a usuarios de entre 13 y 25 años-, la organización sacó algunas conclusiones que explican el fenómeno TikTok y a la vez levantan ciertas preocupaciones.

Fue el viernes pasado, en el barrio porteño de Villa Crespo, ante especialistas, periodistas, académicos e interesados en tecnología y redes sociales. Entre ellos estaba Martín Becerra, investigador principal en Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de Buenos Aires. Habló con Clarín.

TikTok: la recolección de información

TikTok revolucionó el formato móvil de las redes sociales. Foto: ShutterstockTikTok revolucionó el formato móvil de las redes sociales. Foto: ShutterstockLa empresa registra datos dentro y fuera de TikTok. Dentro de la plataforma, a través de lo más obvio que son los videos vistos, el tiempo de exposición, las reacciones (comentarios, guardado, etc.), así como otras variables como los géneros y temáticas, palabras clave buscadas u operadas”, explicó Becerra.

“Fuera de la plataforma a través del acceso a geolocalización (incluso si el teléfono la tiene desactivada o si el usuario no lo autoriza explícitamente), lo que comprende la ubicación basada en tarjeta SIM o dirección IP, contactos, compras y transacciones, búsquedas externas y otros datos personales”, agregó.

Pero una de las cuestiones más llamativas es que el “espionaje” que hace TikTok del dispositivo no puede ser desactivado: “TikTok reconoce el resto de aplicaciones instaladas en un dispositivo móvil y accede a datos del sistema operativo Android e iOS. También puede leer mensajes de correo electrónico y de aplicaciones que no encriptan end to end los mismos. La extracción de datos de la plataforma no puede desactivarse”, suma. Esto es mucho más normal de lo que se cree: muchas apps reconocen el ecosistema de programas en el que están operando.

Presentación del informe, el viernes pasado. Foto: Tomás Ramírez LabroussePresentación del informe, el viernes pasado. Foto: Tomás Ramírez Labrousse“Su política de privacidad es poco respetuosa de los datos personales y de la información generada por los usuarios: la plataforma recopila todos los intercambios que tienen lugar en ella (lo cual es común a otras redes sociodigitales), además de ‘información inferida’ en base a variables como intereses, gustos y motivaciones, género y rango etario; información técnica sobre el dispositivo móvil, dirección IP, proxy, operador de telecomunicaciones, zona horaria, tipo de red, identificadores del dispositivo, nombres y tipos de aplicaciones y archivos, patrones o ritmos de pulsación de teclas, estado de la batería, configuración de audio y dispositivos de audio conectados”, suma el especialista.

Esto es una enorme cantidad de información que la aplicación usa a su favor para, a fin de cuentas, saber más del usuario y operar sobre el algoritmo de recomendaciones.

TikTok: el costo en la salud mental

«Scroll» infinito: en qué consiste y por qué es peligroso. Foto: ShutterstockUno de los puntos más preocupantes del informe es el peaje en la salud mental que cobra la aplicación para sus usuarios. El “doomscrolling”, o la navegación permanente en un feed de noticias -incluso a pesar de ser negativas o desalentadoras-, tiene un efecto negativo, sobre todo con ciertos contenidos que quedan de un “lado malo” de la app.

El informe detectó que los usuarios hacen una distinción, en la práctica, sobre un “lado bueno” y un lado “malo”, feo o, incluso, peligroso.

“Se trata de recomendaciones de contenido que la plataforma realiza en base a algún tipo de búsqueda o huella, o contacto y que muchos de sus usuarios interpretan que es negativo o dañino para ellos”, explica Becerra.

“Sus estrategias y tácticas para ‘salir del lado malo’ depende de proporcionar más contenido que el que se ha consumido, si por algún motivo ese consumo previo incluyó contenidos que no se quiere volver a ver, en una adaptación que genera disgustos y experiencias desagradables. También suelen pedirle a otros usuarios que les envíen links con contenidos “buenos” que ayudarán a re-entrenar, o ‘domesticar’ al algoritmo”, agrega.

Martín Becerra, especialista en medios y nuevas tecnologías. Foto: Tomás Ramírez LabrousseMartín Becerra, especialista en medios y nuevas tecnologías. Foto: Tomás Ramírez LabrousseOtro de los aspectos preocupantes del informe tiene que ver con el reemplazo del saber médico por opiniones a partir de videos. “La profusión de autodiagnósticos, la distancia con el saber profesional y científico respecto de síntomas percibidos como problemas de salud física y mental y el acceso directo a través de TikTok a consejos, experiencias y recetas vinculadas con el aspecto físico y con el bienestar emocional es un resultado sobresaliente del estudio, no sólo por los testimonios propios de nuestros interlocutores, sino porque narran estas situaciones como generalizadas en sus entornos de amistades y allegados, y en sus ámbitos de estudio o trabajo”, repasa Becerra.

“La exposición de trastornos autodiagnosticados es común, llegando a mencionar videos de influencers y cuentas de TIkTok que funcionan como ejemplos de comportamientos derivados de autodiagnósticos y contenidos que ponen en riesgo la integridad física o el equilibrio mental de sus protagonistas, sin que la programación algorítmica de la plataforma detecte o emita alertas en estos casos. Los problemas de salud mental son aludidos con mucha frecuencia por los propios usuarios de la plataforma en las entrevistas”, agrega.

El estudio: cómo se hizo y por qué poner la lupa sobre TikTok

«Domar el algoritmo», el desafío de TikTok para Amnistía Internacional. Foto: Tomás Ramírez LabrousseHay una pregunta lícita y es por qué centrarse en TikTok cuando el resto de las redes sociales tienen dinámicas similares a las de la red social, propiedad del conglomerado chino ByteDance, que ha sido atacado en más de una oportunidad por Estados Unidos por acusaciones de presunto espionaje.

Más allá de esta pelea geopolítica, “TikTok es la red sociodigital de mayor crecimiento desde el año 2020. La cantidad de descargas de la aplicación y su rápida adopción por millones de usuarias/os despertó el interés público que, en algunos países, se trasladó a la agenda política y regulatoria”, explicaron desde Amnistía Internacional.

Según la organización, “la atención sobre TikTok se inscribe en una preocupación más general relativa al impacto de las redes sociodigitales en jóvenes, adolescentes y en la niñez. TikTok es una red especialmente diseñada y usada por jóvenes, adolescentes y niñas/os, segmentos donde es masiva”.

En este sentido Becerra considera que este tipo de trabajos de campo “tienen el valor de aportar conocimiento, promover el debate público y reclamar responsabilidad no sólo a las empresas dueñas de las grandes plataformas digitales, sino también al poder político que debe velar por garantizar a la ciudadanía entornos seguros y fiables, sobre todo a menores de edad y a grupos vulnerables”.

En este sentido, para el especialista en comunicación y nuevas tecnologías se torna clave transpolar este tipo de trabajos a otras redes como Instagram, y Facebook, que también se posicionan sobre un modelo extractivo de datos personales.

“Al ser esta la primera investigación sobre TikTok en la Argentina, y al complementar otras que Amnistía Internacional ha hecho en los últimos meses en otros países, invita a otras organizaciones y al sector académico a reclamar transparencia en la programación algorítmica de las redes sociodigitales, en su modelo de negocios extractivo de datos personales e invasivo de la privacidad y en sus opacos sistemas de recomendación de contenidos que pueden ser lesivos para la salud física y mental”, piensa Becerra.

“Es cierto que hasta el presente estas iniciativas no alteraron en sustancia el statu quo de las big tech, pero también es verdad que hoy existe mucho más conciencia y debate público sobre estas cuestiones que hace cinco años, sobre todo en los países centrales, como muestran las audiencias realizadas en el Congreso estadounidense y en el Parlamento europeo al respecto”, cierra el especialista.

La tematización sobre estas problemáticas, así, cobra más espesor cuando diversas organizaciones posan la lupa encima de ellas no sólo para desnudar su funcionamiento sino, también, para advertir sobre su impacto en los sectores más vulnerables.

El trabajo de campo fue realizado por Amnistía Internacional en la Ciudad de Buenos Aires, la localidad de San Martín en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Salta, entre febrero y junio de este año. Un equipo de siete investigadores realizaron trabajos de campo a partir de técnicas de observación participante y entrevistas no directivas con jóvenes divididos en dos grupos: 13-17 y 18-25 años de edad, de distintos perfiles e intereses.

SL

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