Algo más de 24 horas duró el escándalo que se había desatado en la Fórmula 1 en torno a una sospecha de tráfico de información confidencial, que amenazaba con poner patas para arriba al paddock de la categoría reina. En las últimas horas del martes, trascendió que Toto Wolff, director ejecutivo de Mercedes, y su esposa Sussie, directora de la F1 Academy, estaban siendo investigados por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) por posible filtración de información confidencial desde la Fórmula One Management (FOM), y que los dueños de las otras escuderías habían solicitado esa pesquisa. Pero horas más tarde, nueve equipos divulgaron comunicados idénticos para desmentir que hubieran presentado una queja ante la FIA. Y este jueves, ese organismo anunció que estaba convencido de que no se había producido ningún conflicto de intereses, por lo que el asunto quedaba archivado.
“Tras una revisión del Código de Conducta y la Política de Conflicto de Intereses de la Formula One Management y la confirmación de que se han tomado las medidas de protección apropiadas para mitigar cualquier conflicto potencial, la FIA está convencida de que el sistema de gestión del cumplimiento de la FOM es lo suficientemente sólido como para evitar cualquier divulgación no autorizada de información confidencial”, explicó en un comunicado.
Toto Wolff y su mujer, Susie, están siendo investigados por la FIAEl conflicto nació a partir de una publicación de la revista Business F1, que aseguró que el jefe de Mercedes había sido uno de los primeros en enterarse que Red Bull había superado el límite presupuestario de 2021. Vale recordar que por este inconveniente la escudería austriaca había pagado una multa económica de 7 millones de dólares.
Según algunos medios especializados, eso habría molestado a los jefes de otros equipos, que había pedido a la FIA que actuara al respecto, ya que consideran que los datos a los que había accedido Toto Wolff eran ilegales porque no estaban disponibles para todos. Y la federación internacional había iniciado entonces su investigación.
Las versiones hablaban de que había dos personas que están bajo la lupa: Shaila-Ann Rao, secretaría general en funciones de deportes de motor en la FIA y ex miembro de la escudería alemana, y Sussie Wolff, esposa de Toto.
Mohammed Ben Sulayem, presidente de la FIA, enseguida avisó que el Departamento de Cumplimiento del organismo estaba investigando el asunto, mientras que tanto Sussie Wolff como el equipo Mercedes rechazaban públicamente las acusaciones.
«Me siento profundamente insultada pero tristemente no estoy sorprendida por las alegaciones públicas que se han hecho esta tarde», aseguró la directora de la F1 Academy, una categoría exclusivamente de mujeres. «Es descorazonador que mi integridad se haya cuestionado de esa manera, especialmente cuando esto parece tener su origen en un comportamiento intimidatorio y misógino, y está más enfocado en mi estado civil que en mis habilidades».
«Rechazamos completamente estas acusaciones» sobre «la integridad y la conformidad de nuestro director», aseguró la escudería alemana.
Pero cuando muchos esperaban un terremoto en el seno de la F1, la FIA evitó la catástrofe. Y poco después de que los propios equipos calmaran un poco los ánimos al negar haber instigado la investigación, la federación internacional confirmó que “no hay ninguna investigación en curso en términos de investigaciones éticas o disciplinarias que impliquen a ningún individuo”.