Nueva Zelanda contra Sudáfrica. All Blacks contra Springboks. El ataque asfixiante y el juego bonito contra la defensa furiosa y la tenacidad para no rendirse jamás. Son el yin yang del rugby y este sábado desde las 16 (ESPN y Star+) estarán cara a cara en el Stade de France, en las afueras de París, para definir cuál de los dos será el campeón de este eterno Mundial de Francia 2023. Pero, obviamente, no será lo único que estará en juego en el barrio de Saint Denis.
Es que estos dos seleccionados, con arbitraje del inglés Wayne Barnes, también dirimirán quién es el más ganador de la Copa William Webb Ellis, esa que se ya alzaron en tres ocasiones -más que todos los demás- y que desde hace 16 años no le dejan tocar a otro equipo. En 2007 y 2019 el trofeo se lo quedaron los Springboks y en 2011 y 2015 fue propiedad de los All Blacks. Máxima paridad.
Son las dos grandes potencias del planeta que chocarán en un partido que nadie se querrá perder. Porque todo puede suceder. Historia pura como la que hará Sam Whitelock, el gigante segundo línea de los hombres de negro, que puede convertirse en el primer rugbier en ganar tres mundiales y -si entra- en el primero en jugar tres finales. O como la que puede escribir Will Jordan, el wing que en la semifinal llegó tres veces al ingoal de Los Pumas y que está a un try de ser récord mundial, dado que ya acumula ocho y está empatado con sus compatriotas Jonah Lomu (1999), Julian Savea (2015) y el sudafricano Bryan Habana (2007).
Samuel Whitelock, leyenda de Nueva Zelanda. Foto: AFPOjo, del otro lado también habrá hitos que quedarán en los libros: los Springboks tendrán a 10 de los 15 hombres que jugaron de inicio la final de 2019 que le ganaron a Inglaterra y hay nada menos que catorce boks que podrán igualar el récord de dos títulos mundiales que tienen sus compatriotas Os du Randt (1995 y 2007) y Frans Steyn (2007 y 2019).
Una final imperdible, se insiste, por donde se la mire. Aunque la historia de este duelo majestuoso tiene, tal vez, un capítulo inigualable. Es que la anterior y única vez que All Blacks y Springboks se cruzaron hasta ahora en la final de un Mundial fue un partido que no sólo impactó desde el punto de vista deportivo -con triunfo para los de verde y amarillo-, sino que marcó un antes y un después en la historia.
Es que en aquella final de Sudáfrica 1995 el rugby sirvió como excusa para unificar un país y terminar de una vez por todas con el apartheid que había marcado a fuego, sangre y segregación la historia del país. Imágenes inolvidables que son postales. Nelson Mandela luciendo la camiseta N° 6 del capitán Francois Pienaar. El premio Nobel de la Paz y luchador por los derechos humanos Desmond Tutu con la sensación de misión cumplida desde las tribunas. Y el gran derrotado, el legendario Lomu, quien no consiguió hablar por la desilusión de la derrota, pero que halló la fuerza para felicitar uno por uno a sus adversarios. Un país unido por primera vez.
«Es el partido más importante de mi carrera. Nunca antes en la vida existirá la ocasión de jugar un partido de este tipo, una final mundial contra los All Blacks. De lo que hagamos dependerá el humor de 62 millones de sudafricanos», explicó el capitán de los Springboks, Siya Kolisi, símbolo viviente sobre cómo cambió la Nación Arcoirís desde aquel 24 de junio de 1995.
Siya Kolisi, el capitán de los Springboks. Foto: REUTERS/Gonzalo FuentesY sumó: «La gente nos dice que los momentos en los que nosotros jugamos son los únicos de felicidad. Pero ellos, más bien nos dicen que nosotros, como equipo, en verdad unificamos al país y representamos a cada tipo de persona».
También para Nueva Zelanda el resultado de este magnífico juego puede cambiar a las personas. «Nosotros somos conservadores y cínicos. Mostramos nuestro amor y nuestro respaldo mientras criticamos, pero la situación cambió, e imprevistamente en nosotros hay mucha excitación. Nuestras motivaciones, las ganas de ganar, vienen tanto de nosotros mismos como de las grandes victorias del pasado. Lo obtenemos de la historia y de la herencia de esta camiseta, que es enorme para nosotros», puntualizó el entrenador Ian Foster.
Sólo falta que empiecen a jugar.
Fuente: agencias