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16 noviembre, 2024

El ajedrez y la inteligencia artificial: una sociedad que cambió la forma de entrenar y entender el juego

El roce de las piezas con el tablero. Un silencio intenso, apenas cortado por el respirar de los jugadores y un murmullo de los coordinadores o los pocos espectadores. El click del reloj, que cambia a medida que los contrincantes mueven las blancas o las negras. En una partida de ajedrez se pueden percibir todos estos sonidos. Pero hoy ya no forman parte de la cotidianeidad del ajedrecista o al menos de su trabajo profesional. Todos pueden traducirse a una computadora: un tablero con las casillas verdes y blancas, con un reloj digital y sonidos artificiales que cambian según la plataforma, para simular lo que antes era algo único para el mundo del ajedrez. Dos palabras que llegaron para transformar este deporte: inteligencia artificial.

Los constantes cambios tecnológicos afectan la vida cotidiana de las personas. Pero pocas actividades profesionales, principalmente en el deporte, sufrieron tantas modificaciones como el ajedrez. La Inteligencia Artificial (IA) benefició el crecimiento de la popularidad de este juego y el desarrollo de mejoras en su entrenamiento y su práctica. Estos procesos de transformación comenzaron mucho antes del surgimiento de los grandes programas que se conocen hoy: cerca de 1980 la inteligencia artificial ya era una cuestión a tener en cuenta para los ajedrecistas.

“Está en nuestra naturaleza la constante necesidad de evolucionar y mejorar nuestro desarrollo cognitivo y es eso lo que hace cercana a la inteligencia artificial, ya que nació para resolver problemas de una manera similar a la inteligencia humana”, afirma Sergie Code, miembro de la Sociedad Argentina de Inteligencia Artificial. La cercanía entre el ajedrez y este campo de la ciencia informática se da porque para cada movimiento del juego siempre existe una infinidad de posibilidades y la toma de decisiones de manera eficiente es fundamental para ganar.

A Sergie, a los ocho años, le daba intriga observar mientras sus padres y sus tíos jugaban en cada reunión e intentaba analizar de qué se trataba. Ya de grande se animó a jugar torneos como parte de las actividades extracurriculares del colegio. Su interés por descubrir lo técnico del ajedrez lo llevó a estudiar una carrera. Trabaja como líder de un equipo de IA para una empresa de software estadounidense y además divulga noticias de tecnología en redes sociales.

“Siento que la programación y el ajedrez tienen algo en común: exprimir el lado cognitivo para sacar lo mejor de mí”, cuenta. Además de usar su espacio oficina-estudio para grabar videos de cursos de programación para su canal de YouTube, es ahí donde juega ajedrez online. Es que esta práctica se remonta tiempo atrás de los constantes avances tecnológicos que se ven hoy. La búsqueda por llevar este juego a otro nivel se puede ver desde hace más de 40 años.

El gran maestro Garry Kasparov perdió contra Deep Blue, el primer motor de ajedrez inteligente. Foto ReutersEl gran maestro Garry Kasparov perdió contra Deep Blue, el primer motor de ajedrez inteligente. Foto ReutersGarry Kasparov, uno de los ajedrecistas más importantes de la historia, aseguró en la década del 80 que la IA jamás alcanzaría el nivel de los grandes maestros, máximo título en ajedrez. Como era de esperarse con estos avances constantes, Kasparov perdió contra Deep Blue, el primer motor de ajedrez inteligente, en 1996.

En base a esta búsqueda de perfeccionar y evolucionar el ajedrez, se han creado los motores de inteligencia artificial, utilizados para entrenamiento y estudio de un juego que es cada día más popular. Los más relevantes actualmente son dos: Stockfish y Alpha Zero.

Stockfish es uno de los módulos de inteligencia artificial vigentes que está basado en modelos de aprendizaje alimentados con partidas reales de humanos y con esa información puede calcular sus próximas movidas potenciales. Es el único módulo de código abierto, por lo que puede ser mejorado con el aporte de cualquier persona especializada en el mundo. Alpha Zero, en cambio, es un desarrollo privado de la empresa Deep Mind y no se le ingresa ningún dato previo más que las propias reglas del juego.

“Lo llamativo de esta tecnología es que está inspirada en lo que se conoce como psicología conductista. El método refiere al aprendizaje por refuerzo, entregando recompensas y descartando lo negativo. De esta manera, la IA disminuye los errores y genera nuevos conjuntos de datos filtrados buscando nuevos estímulos”, explica Sergie.

Diego Flores es uno de los ajedrecistas más relevantes de la historia argentina. Ganó dos veces el Premio Konex —Diploma al Mérito como uno de los cinco mejores ajedrecistas de la década en Argentina, en 2010 y 2020— y fue siete veces campeón del Argentino Superior, el torneo más importante a nivel nacional. Además, como casi todos los jugadores del país, da clases virtuales.

En la pantalla de su celular se ve una jugada sugerida por Stockfish en una partida que está practicando: tiene un torneo virtual importante en unas horas. “Pongamos que juego contra vos. Yo en mi celular de mierda tengo un programita que le gana hasta a Carlsen. Mientras jugamos en la computadora, yo prendo el módulo, voy cargando las jugadas y ya está: te ejecuto fácil”, explica. Ese es el nivel de velocidad y potencia que alcanzó la tecnología inteligente en el juego.

Diego Flores ganó dos veces el Premio Konex como uno de los mejores ajedrecistas nacionales. Foto Rolando Andrade StracuzziDiego Flores ganó dos veces el Premio Konex como uno de los mejores ajedrecistas nacionales. Foto Rolando Andrade StracuzziComo muchos ajedrecistas del mundo, tuvo que adaptarse a las nuevas inteligencias artificiales que colmaban su deporte. Aquello que alguna vez conocieron cambiaba a pasos agigantados, todo a través de una pantalla. Pero Diego tiene una particularidad: su carrera comenzó con el despegue de estos módulos y sigue avanzando a la par.

“Cuando yo arranqué, todo lo que tenía que ver con la informática y los módulos era muy malo. Eran muy poco confiables y se usaban para jugar, no para entrenar. En ese momento eran libros: toda la información que necesitabas para practicar estaba en el libro”, comenta.

Flores comenzó su actividad profesional competitiva en 1994, cuando tenía nueve años. A los 10, Diego ya viajaba por el país para jugar torneos nacionales y un año después hizo su primer viaje internacional a Brasil. “Uno viajaba y tenía que llevar una parva de libros, mayormente de aperturas. Te ponías a practicar con el tablero y los libros, cuando hoy es frecuente que los ajedrecistas ni siquiera tengan tablero. Es todo a través de una computadora”.

En los aeropuertos se podía ver a un joven Diego con una gran pila de literatura de combinaciones y aperturas: los cuatro tomos del “Tratado General de Ajedrez” del gran maestro argentino Roberto Grau, “Mi Sistema” de Aron Nimzowitsch, “Táctica y Estrategia Moderna” de Luděk Pachman y “Ajedrez en la Cumbre” de Tigran Petrosian son los principales que usaba. Hoy entrenarse con este método entra en una categoría que Flores resume como “un ataque de romanticismo”.

“Cuando yo era chico y viajaba a un torneo, se llevaban boletines de otros torneos. Al día siguiente de cada ronda que se jugaba te daban una fotocopia con las partidas de ese día. Eso lo ibas juntando y en el siguiente torneo te fijabas si en uno de los boletines tenías partidas del rival que te tocaba”, recuerda Diego. Esto era más impreciso que las facilidades que traen las nuevas inteligencias artificiales, ya que “tenía que coincidir el color de las piezas y que jugara algo similar, por lo que era muy difícil preparar una partida de manera exacta”.

Faustino Oro tiene 10 años y es el número uno del mundo a su edad. Foto Costanza NiscovolosFaustino Oro tiene 10 años y es el número uno del mundo a su edad. Foto Costanza NiscovolosLas partidas actuales se preparan con una mayor precisión y un enfoque más acertado sobre el rival. Las bases de datos son capaces de recopilar infinitas partidas registradas, con las que los jugadores pueden analizar a su próximo contrincante. La más popular es ChessBase, cuya compañía también produce módulos de juego.

“Hay dos cosas a tener en cuenta para preparar una partida. Primero busco al rival en la base de datos, miro sus partidas y cuántas tiene, busco cómo fue jugando con determinado color (blancas o negras), qué aperturas o defensas juega y pienso qué debería hacer en base a eso. Y en segundo lugar, una vez que empiezo a detectar por dónde podría ir el encuentro, busco otras referencias sobre esas diversas posiciones, con el módulo y en partidas de otros maestros”, explica Flores sobre su entrenamiento habitual. Hace 20 años, esta realidad distaba de parecerse al presente.

Uno de los puntos centrales de la creciente popularidad que atraviesa el ajedrez, además de la variedad de motores disponibles, son las plataformas de juego online. Chess.com, Lichess o SimpleChess coparon el mercado y conectan a millones de jugadores amateurs y profesionales a lo largo del mundo. Pero tanto Flores como la SAIA coinciden en que hubo un punto clave en este boom del juego que llevó el uso de estas aplicaciones a números millonarios: la pandemia de coronavirus.

“En la pandemia trabajé más que nunca. Como la gente estaba en su casa, tuve muchísimo trabajo, fue realmente agotador. Que estuviéramos todos guardados hizo que la gente que ya jugaba ajedrez tuviera un montón de tiempo libre y empezó a jugar mucho más. Hay muchos ajedrecistas nuevos que empezaron jugando online y ni siquiera conocen un tablero. No conocen las piezas. Y después en las clases les costó adaptarse a lo físico”, sostiene Diego.

Según un informe de Chess.com publicado en enero de 2023, desde 2020 la cantidad de jugadores registrados en la aplicación se triplicó. Y a comienzos de este año se alcanzó la cifra récord de 10 millones de usuarios activos. Esto empezó a aumentar considerablemente desde finales de 2022, hasta que el 20 de enero de 2023 se jugaron 31.700.000 partidas, un número impensado antes de la aparición del coronavirus.

Este crecimiento también se vio reflejado en el ajedrez profesional, con cada vez más torneos jugados de manera virtual.

El noruego Magnus Carlsen encontró inspiración en uno de los motores de IA para convertirse en el mejor ajedrecista. “Siempre hubo un interés constante de los mismos grandes maestros en invertir en tecnología para mejorar su rendimiento”, afirma Sergie Code.

Luego de ganar su primer campeonato a los 22 años, Carlsen cofundó una compañía tecnológica que desarrolló una aplicación para celulares que lleva su nombre: Play Magnus. Entre los integrantes del equipo que trabajó junto a él estaba Tord Romstad, uno de los creadores del software de Stockfish. En 2019, la plataforma de juegos online Chess24 fue absorbida por Carlsen y meses más tarde Chess.com adquirió Play Magnus por 83 millones de dólares. Parecería que detrás de todo ese movimiento hay un monopolio, pero lo que existe claramente es una vasta cantidad de datos para alimentar los motores.

“Una de las características de juego de Magnus Carlsen que absorbió de los módulos es hacer sacrificios a largo plazo, una estrategia que el noruego implementó y nunca antes se había visto en este deporte. Esto le permite al jugador tener una ventaja favorable hacia el final de la partida, pudiendo liquidar a sus oponentes anulando su capacidad de lectura sobre su adversario”, aporta Patricio Rouan, líder de comunicación de SAIA.

Otra persona que conoce de cerca el funcionamiento de los motores y las plataformas online es Guadalupe Encina. Campeona argentina y panamericana en las categorías juveniles, lleva adelante la academia virtual Ajedrez G.E., donde da clases personalizadas y grupales, workshops y cursos para empresas, así como crea contenido para redes sociales vinculado al mundo del ajedrez.

Guadalupe creció con este juego, al igual que Diego. Al vivir en un país donde dista de tener la popularidad que tiene el fútbol u otros deportes, los ajedrecistas suelen estar alejados del protagonismo. “Cuando era chica, la gente siempre se asombraba cuando yo contaba que jugaba ajedrez. Capaz avisaba que me iba a ausentar en el colegio o en alguna actividad porque me iba a jugar un torneo. Claro, es una disciplina que comparada a otras pasa súper inadvertida. Yo siempre pensaba que los ajedrecistas éramos un grupo apartado de personas que estábamos medio locos, que el ajedrez era súper aburrido y que a nosotros, por alguna razón, nos gustaba”, asegura.

«Gambito de dama» fue una de las series más vistas de Netflix en el momento de su estreno.Ella también detectó otro factor importante durante este crecimiento del juego: la serie “Gambito de Dama”. “Cuando publicaron esa serie en Netflix cambió todo y salieron unos números increíbles. De hecho, en Google se dio el récord de la mayor cantidad de búsquedas de ‘cómo jugar ajedrez’ en la historia. Y eso me hizo preguntarme: ¿es el ajedrez el problema o es cómo nosotros mostramos el ajedrez?”, comenta.

Esta pregunta fue la que la llevó a las largas horas de grabar videos sobre curiosidades en determinadas posiciones, armar el sitio web de la academia y atraer a más jugadores a este juego. Esa duda y los motores de ajedrez.

“Se nota mucho el avance del nivel de los ajedrecistas con estos motores. Si comparamos al actual campeón mundial con el campeón mundial de hace 20 años hay un abismo de nivel. Todo eso se debe a los módulos. Ellos permitieron que pudiéramos analizar mucho mejor nuestras partidas y que mejoremos muchísimo más nuestra visión, nuestra capacidad de cálculo”, explica Guadalupe. Y destaca el fácil acceso a estas herramientas, ya que “cualquiera que tenga una computadora y conexión a Internet puede acceder a un motor, que es casi como tener un profesor en tu casa”.

El drama de las trampas

Magnus Carlsen dejó entrever que Hans Niemann hacía trampa y luego hicieron las paces.Magnus Carlsen dejó entrever que Hans Niemann hacía trampa y luego hicieron las paces.Sin embargo, el despliegue de estas herramientas forzaron a las plataformas a robustecer los métodos de detección de trampas, que son especialmente necesarios con el aumento de usuarios. Y la inteligencia artificial puede abordar estas preocupaciones.

En la plataforma Chess.com desarrollaron su propia IA para detectar el uso malicioso de otras inteligencias artificiales en favor de hacer trampa en las partidas. Es que aunque sean profesionales quienes están jugando, muchas veces los nicknames (nombres de usuario en la plataforma) no coinciden con el nombre del jugador.

Sin ir más lejos, en el encuentro Flores-Carlsen del torneo antes mencionado, los comentaristas bromeaban sobre la partida messiboca contra MagnusCarlsen. “Existe un gran problema en las partidas virtuales transmitidas en streaming: lo único que no se puede controlar es qué ocurre entre el jugador y las piezas del ajedrez”, explica el especialista Sergie Code. A diferencia de una partida presencial, una de las partes más importantes está ausente de la vista del otro jugador y de los jueces: las manos.

Sergie destaca que uno de los detalles más importantes de este informe es que “una de las funciones de las IA de detección de trampas es determinar si los jugadores juegan mejor de lo que deberían, teniendo en cuenta su tipo de juego en su historial y su ranking”.

Sobre este aspecto se detiene Rouan y destaca: “Más allá de que exista aquel que quiere utilizar la tecnología de manera maliciosa, siempre debe existir un mecanismo que la prevenga. Creemos firmemente que la IA tiene el potencial de mejorar nuestras vidas, siempre y cuando se utilice de manera responsable y ética”.

Flores y Encina también conocen de cerca este tipo de situaciones vinculadas a la trampa. “Yo sé que cuando juego online estoy expuesto a que venga alguien y me haga trampa. Y cada tanto pasa, porque el programa te lo avisa: ‘Recuperaste puntos de ranking porque tal usuario hizo trampa’. Cuando se juegan torneos con premios y hay más seguridad, es diferente”, comenta Flores.

En cambio, Guadalupe habla de un caso que le ocurrió a uno de sus estudiantes: “Un alumno que me dijo que estaba jugando un torneo online en la plataforma Lichess y en la mitad del campeonato se dieron cuenta de que había un usuario que estaba haciendo trampa. Estaba usando un módulo y le bajaron la cuenta. Casos así hay todo el tiempo”.

La magia sobre el tablero

Candela Francisco Guecamburu (derecha) es la campeona mundial juvenil de ajedrez. Foto FIDECandela Francisco Guecamburu (derecha) es la campeona mundial juvenil de ajedrez. Foto FIDEEllos hacen una aclaración que refiere al uso y a la relevancia que se le da al ajedrez virtual. Ninguno de los dos cambiaría un torneo online por uno presencial. “Pensé que con la pandemia podría pasar que el juego virtual reemplazara a los torneos en persona, pero la verdad es que en cuanto se abrieron un poquito las puertas los torneos rebasaron de gente. Ya no creo que se incline para un solo lado”, define Diego.

Y Guadalupe muestra una postura firme similar. “Yo ni loca te cambio un torneo presencial por uno virtual. Siempre hay un lado humano. Desde el momento en el que uno se sienta a jugar ajedrez hay una persona jugando. Por más que vos prepares tus partidas, siempre va a haber una cuota de nervios, de ansiedad y de querer ganar, y eso influye un montón”, concluye.

El destino de la inteligencia artificial en el ajedrez todavía es incierto. El desarrollo de nuevos motores y programas es constante, aunque la convivencia entre el juego online y en persona parece ser una realidad asegurada. “En SAIA reconocemos que la IA es una tecnología poderosa y transformadora que está influyendo en diversos aspectos de nuestras vidas y en la forma en que trabajamos. Sin embargo, no es una entidad autónoma que reemplazará completamente a los seres humanos. Más bien creemos en la coexistencia armoniosa entre la IA y las capacidades humanas. Una coexistencia que ayude a potenciar nuestras capacidades y mejorar nuestra calidad de vida”, sostiene Rouan.

Un ajedrecista, una comunicadora y una entidad de inteligencia artificial coinciden en que todavía recién se ve la punta del iceberg en el camino por entender estas nuevas tecnologías. La SAIA afirma que hoy “estamos evidenciando solo el 1% de la capacidad de la IA y para que realmente se vea afectado el trabajo humano aún faltan 10 o 15 años”.

El futuro de los tableros imaginarios y peones electrónicos está por verse, con la vertiginosa actualidad de la revolución tecnológica. Encina se muestra optimista sobre los próximos pasos del juego que la acompañó durante toda su vida: “Por más que exista el software o el robot o lo que sea que juegue perfecto, los humanos vamos a seguir jugando ajedrez. Vamos a seguir ganando, vamos a seguir perdiendo y vamos a querer seguir jugando. Y si tenemos más herramientas para mejorar como ajedrecistas, mejor”.

HS

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