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16 noviembre, 2024

Juegos Panamericanos: la historia de Los Yacarés del waterpolo, que combinan entrenamiento, estudio y trabajo en pos de una medalla histórica

Una medalla, no importa de qué metal, es el único objetivo del seleccionado masculino de waterpolo, que debutará este lunes a las 16.30 ante Cuba en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Saben los jugadores que no va a ser sencillo, pero el histórico 13° lugar en el Mundial de Fukuoka de julio dejó claro que van por buen camino en la misión de cortar una larga sequía sin podios en la cita más importante del deporte continental: la última presea se consiguió hace 60 años.

«Una plata o un bronce para nosotros sería tocar el cielo con las manos. Subir a un podio panamericano no sucede casi nunca, sobre todo viniendo del amateurismo como nosotros». le dice Esteban Corsi, uno de los más experimentados del plantel, a Clarín.

Como la gran mayoría de los 522 atletas que integran la delegación nacional, Los Yacarés son laburantes de un deporte amateur por donde se lo mire, con pocos recursos, infraestructura y difusión, y sin mucha competencia oficial, salvo en algunos puntos del país. Y aunque varios juegan en importantes ligas profesionales de Europa, ninguno se olvida de que este equipo llegó al lugar en el que está hoy empujado por el esfuerzo, el sacrificio y la pasión compartida por el waterpolo.

Rosarino de nacimiento, como varios de sus compañeros del seleccionado, Corsi pasó primero por la natación, empezó a jugar al waterpolo en el club Fisherton cuando tenía 12 años, a los 17 se «mudó» a Gimnasia y Esgrima de Rosario y desde 2015 forma parte del seleccionado mayor. El camino no fue fácil.

«Fue mucho tiempo, dedicación y compromiso para poder entrenar lo necesario para llegar al seleccionado y compaginar eso con la escuela secundaria primero y la universidad, después. Empecé a estudiar Ingeniería Eléctrica en 2014 y me acabo de recibir, porque le di mucha prioridad al deporte y la carrera se estiró», cuenta.

Y agrega: «Este año, con los Panamericanos, estoy enfocado cien por ciento en el equipo. Pero el año pasado trabajaba a tiempo completo en una empresa y a la noche iba a entrenar. Mi día estaba totalmente ocupado y eso te agota física y mentalmente. Es lo normal en el deporte argentino»

Los Yacarés quieren cortar una sequía de 60 años sin medallas en Juegos Panamericanos. Foto Gentileza Juan Pablo GiriLos Yacarés quieren cortar una sequía de 60 años sin medallas en Juegos Panamericanos. Foto Gentileza Juan Pablo GiriSu historia es parecida a la de Tomás Tilatti, otro rosarino y el más joven del equipo, con 20 años. Descubrió el deporte que hoy practica por una mentira de sus papás. «No quería saber nada de waterpolo, pero ellos me anotaron en una clase del Club Sportsmen Unidos y me dijeron que era para natación. Fui el primer día, nadamos un rato y me dieron una pelota… Y volví a mi casa encantado», dice entre risas.

Al igual que Corsi, Tilatti, que se sumó al equipo mayor el año pasado, cursa una carrera universitaria, consciente de que el waterpolo no le garantiza un futuro desde lo económico.

«En Argentina es complicado, porque el deporte no te asegura un futuro estable, así que todos terminan trabajando y estudiando y complementan eso con el deporte. Yo, gracias a Dios, puedo estudiar sin tener que trabajar», relata quien espera recibirse de Ingeniero Industrial.

«Me consume muchísimo tiempo y no tengo prácticamente tiempo libre. Pero no lo veo como un sacrificio, porque si no no lo haría. Cuando estoy en los torneos pienso: ‘Valió la pena’«, explica.

Tomás Echenique vive del waterpolo y juega en la liga italiana. Foto Instagram @tanqueeche6Tomás Echenique vive del waterpolo y juega en la liga italiana. Foto Instagram @tanqueeche6Tomás Echenique, de 30 años, vive otra realidad. Formado en Gimnasia y Esgrima de Rosario, donde comenzó en natación y a los 9 se pasó al waterpolo, e integrante del seleccionado mayor desde 2013, es uno de los afortunados que vive del waterpolo.

«Estoy viviendo afuera desde hace nueve años. Hice el curso de guardavidas, me fui a Europa y siempre jugaba mientras trabajaba como profe de natación o guardavidas. Hace un año me fichó un club de Palermo, Italia, y soy profesional al cien por ciento. La próxima temporada, que arranca en noviembre, voy a jugar en el Lerici de ese país», relata.

«Me dedico a entrenar y a jugar solamente. No necesito trabajar. Y sé que en Argentina eso es mucho más difícil -reconoce Echenique-. Las becas no alcanzan y los chicos que viven acá tienen que complementarlas sí o sí con un trabajo de 8 horas diarias. Y así solo pueden entrenar un turno de tres horas».

Corsi aclara: «Igual lo de vivir del waterpolo puede ser una situación pasajera. Yo estuve en España entre 2016 y 2019 preparándome para Lima 2019. Después volví y desde hace unos meses estoy jugando en Brasil, pero quizás solo hasta fin de año o hasta el año que viene. Y entonces volveré a trabajar».

Esteban Corsi acaba de recibirse de ingeniero eléctrico. Foto Instagram @esteban.corsiEsteban Corsi acaba de recibirse de ingeniero eléctrico. Foto Instagram @esteban.corsiY agrega: «Ahora somos varios los que estamos jugando profesionalmente, pero en un año en el que no hay Panamericanos, el número baja. Y también hay chicos que estudian o trabajan. En el equipo hay contadores, entrenadores, profesores de educación física, programadores, preparadores físicos... Cada uno tiene su profesión y su otra forma de ingreso. Por eso no le puede dedicar 24 horas a ser un deportista de elite».

Echenique completa: «Hay chicos que están en Europa y que igual no pueden vivir solo del deporte. En algunos clubes, jugás y te dan a cambio un par de horas de guardavidas o de entrenador de waterpolo. Así que no son cien por ciento profesionales».

Tilatti espera tener su primera experiencia en el exterior el año que viene, tal vez en España. «Me encantaría. Te hace crecer muchísimo en la vida y como jugador, y es aportarle más a tu club y a la Selección para que el waterpolo crezca. El roce que tenés en ese país no lo conseguís acá», analiza.

Tomás Tilatti es el más chico del equipo en Santiago y alterna entrenamientos con sus estudios universitarios. Foto Instagram @tomitilattiTomás Tilatti es el más chico del equipo en Santiago y alterna entrenamientos con sus estudios universitarios. Foto Instagram @tomitilattiCon todos esos obstáculos, ¿qué los motiva a seguir empujando y trabajando? Corsi lo resume a la perfección: «Todos los que estamos en la Selección amamos este deporte. Si no, no estaríamos acá. Siempre lo decimos: el que sigue haciendo waterpolo a esta altura es un loco«.

El crecimiento de los últimos años

«Quedan muchas cosas por mejorar. En Argentina las medidas de las piletas no son las adecuadas para jugar al waterpolo, que necesita una de 33 por 25 metros. Hay muy pocas con capacidad para recibir un torneo. Pero vamos por buen camino. El deporte creció mucho en los últimos años. Los entrenadores están informando y educando más que antes y eso eleva el nivel de los juveniles, que son el futuro. Así que está dando un salto importante», afirma Echenique, analizando la realidad del waterpolo argentino.

«En comparación con países europeos hay una gran diferencia en cuanto a infraestructura y organizaciones. En Sudamérica estamos solo detrás de Brasil, que tiene más clubes jugando waterpolo de manera competitiva. Acá en la mayoría es una actividad recreativa», amplía Corsi.

Y explica: «A nivel de Primera División, el waterpolo no es tan federal. Siempre son equipos de Rosario, Buenos Aires y Santa Fe, y alguno de Córdoba. Hay uno de Comodoro Rivadavia y otro de Tierra del Fuego, pero no tienen los recursos para viajar por el país a competir. Hasta la pandemia se había desarrollado un buen marco de Liga Nacional, de organización, de partidos, de transmisión incluso, pero después costó mucho recuperar eso a nivel nacional, aunque este año hubo un nuevo impulso».

Una de las razones del crecimiento reciente fue el «éxodo» de jugadores, que se acrecentó en los últimos años. Según cuenta Corsi, hace una década había solo un argentino jugando en el exterior. En 2015, ese número empezó a aumentar, algunos se instalaron definitivamente en otros países y otros fueron y volvieron. Y ese salto de calidad de los atletas y del deporte en el país se trasladó al seleccionado nacional.

«El nivel de rendimiento en torneos fue aumentando desde 2010, cuando se logró la primera medalla sudamericana. Hoy pensar en un oro en los Juegos Odesur es el objetivo, no un sueño», cuenta Corsi.

Ese año, en la cita de Medellín, el seleccionado argentino salió campeón. Tras estar ausente en Santiago 2014, el deporte volvió al programa en Cochabamba 2018, donde Los Yacarés repitieron el oro. Y el año pasado, en Asunción, sumaron una plata detrás de Brasil.

Los Yacarés, tras ganar la plata en los Odesur 2022 y clasificarse a Santiago 2023. Foto Instagram @tanqueeche6Los Yacarés, tras ganar la plata en los Odesur 2022 y clasificarse a Santiago 2023. Foto Instagram @tanqueeche6El equipo tiene además ocho doradas (son los vigentes campeones, tras consagrarse en la edición de Buenos Aires 2021), once plateadas y dos bronces en Sudamericanos. Y también una plata y cuatro bronces en Campeonatos Panamericanos. Ese tercer lugar lo consiguieron en el torneo que se disputó en abril en Bauru, Brasil, en el que vencieron dos veces a Canadá, unos de sus grandes rivales del continente, que se coronó campeón.

«Hace unos años, cuando miraba los partidos ante Canadá por televisión, pensaba: ‘Estamos a años luz’. Y este año le ganamos dos partidos en una semana. Antes eso era imposible. Se creció muchísimo y lo que está logrando ahora el equipo no es normal, aunque la evolución hace que empiece a parecer normal», afirma Tilatti.

El bronce de Bauru les abrió la puerta del Mundial de Fukuoka. El cupo había sido para Brasil, segundo en el torneo, que se terminó bajando. Los argentinos entraron y no desperdiciaron la oportunidad: en su segunda participación mundialista consiguieron un 13° lugar y mejoraron el 16° de Kazan 2015.

El equipo argentino sueña con una medalla, pero apunta también a construir su juego de cara a futuro. Foto Gentileza Juan Pablo GiriEl equipo argentino sueña con una medalla, pero apunta también a construir su juego de cara a futuro. Foto Gentileza Juan Pablo Giri«En Kazán habíamos perdido con Sudáfrica y esta vez le ganamos de manera bastante holgada. También derrotamos a Kazajistán, que en 2021 nos había superado por mucho, y demostramos que hoy estamos un escalón por arriba -recuerda Corsi-. Pero más allá del resultado, lo importante es que cumplimos la premisa: mejorar de cara a los Panamericanos, el objetivo principal de este año».

Echenique resume: «Se juntaron varias cosas que llevaron a este buen presente del seleccionado. Llegaron al equipo jugadores nuevos que están en Europa y no habían sido citados. Hay jóvenes de Rosario que han dando un salto muy importante. Los entrenadores están en buen nivel, en cuanto a informarse y a estudiar más del deporte. Hubo un cambio generacional en los últimos años que funcionó bastante bien. Y hay una buena unión de grupo».

El futuro

En uno de los mejores momentos de su historia, Los Yacarés buscarán otro logro histórico en Santiago 2023: sumar la primera medalla en unos Juegos Panamericanos en 60 años. La última vez que el seleccionado argentino se subió a un podio fue en San Pablo 1963, cuando se consiguió un bronce detrás de Brasil y Estados Unidos. Antes se habían sumado dos oros (1951 y 1955) y una plata (1959).

«El podio es un objetivo desde Guadalajara 2011, pero para mí ese año no era una meta realista. En Toronto 2015, mis primeros Juegos, quedamos cuartos y nos acercamos. Y en Lima 2019 íbamos por el bronce, pero perdimos con Brasil por tres goles y no lo conseguimos», repasa Corsi.

Y se ilusiona: «Hoy vemos una gran posibilidad de subirnos a un podio. Estados Unidos es una potencia a nivel americano, así que el oro es difícil. Pero sumar una plata o un bronce es una posibilidad mucho más cercana. Tenemos un nivel para conseguirlo».

Tilatti comenta: «Tuvimos una preparación muy buena con muchos torneos y llegamos muy bien plantados a los Juegos Panamericanos. En la fase de grupos nos tocaron Canadá, Cuba y Chile. Contra Cuba tenemos que ganar sí o sí porque una derrota nos haría prácticamente dejar de competir por la medalla. Así que hay que estar concentrados desde el comienzo».

Sueñan con una medalla los argentinos, pero también proyectan a largo plazo, hacia la cita olímpica de 2028. Es que Santiago entregará solo un cupo para París 2024, que la lógica indica será para Estados Unidos, la potencia americana. Pero los Juegos Olímpicos siguientes serán en Los Ángeles y por eso el seleccionado estadounidense entrará como anfitrión y no peleará por la clasificación en los Juegos Panamericanos de Barranquilla 2027.

«Después de Santiago se abre otro ciclo de cuatro años, en el que vamos a apuntar a Los Ángeles», afirma Echenique, recordando que el seleccionado nacional no disputa un torneo olímpico desde Roma 1960.

Y cierra: «Creo que hay que apuntar todas las armas a ese gran proyecto, con los juveniles y los chicos de la Selección Mayor para trabajar unidos pensando en ese objetivo. Conseguir la clasificación olímpica sería histórico para Argentina«.

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