La conquista de la Copa de las Naciones en 1964 fue la primera gran reivindicación del fútbol argentino; el “Brasil decime qué se siente” antes de que se popularizara 50 años después; la revancha de Amadeo Carrizo, el chivo expiatorio del «Desastre de Suecia» en 1958; la impotencia de Pelé que reaccionó de manera violenta contra José Mesiano; la alegría de vencer al bicampeón 1958-62, Brasil, y al futuro campeón del 66, Inglaterra; la primera recepción multitudinaria en Ezeiza; el momento de ponerse los pantalones largos. Otra oportunidad perdida.
La Confederación Brasileña de Sports (CBS) fue fundada el 8 de junio de 1914. Si bien el fútbol se había consolidado en los estados más importantes desde principios de siglo, Río de Janeiro, San Pablo, Porto Alegre, la unificación tardó varios años. En 1916 pasó a llamarse Confederación Brasileña de Deportes (CBD) y desde 1979 tomó su actual denominación: Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). En 1964, para celebrar el cincuentenario, organizó un torneo al que concurrieron Inglaterra (los inventores), Portugal (la madre patria) y Argentina, que le aguó la fiesta a los por entonces bicampeones del mundo.
El técnico del seleccionado argentino era José María Minella, ex volante central que se lució en Gimnasia y River en la década del 30, que fue durante 10 años (1947-59) entrenador del Millonario. Tras la eliminación del Mundial de Suecia, no había un técnico permanente. Se lo designaba en función de los compromisos internacionales. El 23 de marzo de 1964, Raúl Colombo, entonces presidente de la AFA, confirmaba que le había ofrecido el cargo a Minella, cuyo nombre quedó eternizado en el estadio Mundialista de Mar del Plata.
José María Minella, Valentín Suárez (ex presidente de AFA y futuro interventor) y la Copa de las Naciones.“He citado a la comisión de selección del equipo argentino que jugará la Copa de las Naciones en Brasil y, asimismo, ya hablé con Minella ofreciéndole la dirección técnica del mismo. En esto, cuento con el apoyo incondicional de todos los clubes de la AFA. Nosotros estamos dedicados a mantener el prestigio internacional del fútbol argentino, nunca tan grande como ahora”, decía sin ruborizarse Colombo, que estaba en el cargo desde 1956, es decir, en su gestión se produjo el «Desastre de Suecia».
El nuevo entrenador era más cauteloso. El día que el plantel se concentró, en las instalaciones de River, en la previa de viajar a Brasil, decía sobre la preparación: “Los que están bien preparados son los jugadores. El seleccionado en realidad no hizo ninguna práctica en serio… no pudo hacerse. Lo mismo de siempre. La AFA, que son los clubes, decide apoyar con todo al seleccionado. Pero después, esos mismos clubes retacean el apoyo… hace muchos años que esto ocurre”.
Minella, además, confirmaba que aún no había presentado un plan de trabajo: “La AFA me ofreció un contrato. Esto de Brasil será para mí una experiencia de cuyo resultado dependerá que me quede o me vaya”. Antes de subirse al avión, el técnico abrió el paraguas: “Esto es lo mejor que podemos llevar. Yo no quiero cubrirme de algún traspié, pero es importante destacar las lesiones de hombres a quien yo considero fundamentales como Silvio Marzolini, Federico Sacchi y Mario Ditro. Además, como ya todos saben, dejamos a uno de los mejores jugadores del país por estar en conflicto con su club: José Rafael Albrecht”. El marcador central estaba «a los tiros» con la dirigencia de San Lorenzo.
Así era la organización del fútbol argentino en aquel entonces. Con este panorama, Minella llevó a Brasil a estos 22 jugadores: Amadeo Carrizo, Edilberto Righi (arqueros); José Ramos Delgado, Rubén Magdalena, Miguel Ángel Vidal, Abel Viéitez, Carmelo Simeone, Adolfo Vázquez y José Mesiano (defensores); Adolfo Vázquez, Antonio Rattín, Roberto Telch, José Varacka, Mario Chaldú, Ermindo Onega, Alberto Rendo (volantes); Enrique Fernández, Luis Artime, Alfredo Rojas, Pedro Prospitti, Daniel Willington, Adolfo Bielli y Victorio Casa (delanteros).
El torneo se disputó entre el 30 de mayo y el 7 de junio en dos escenarios: Maracaná de Rio de Janeiro y Pacaembú de San Pablo. Los árbitros fueron tres europeos, Leo Horn (Países Bajos), Pierre Schwinte (Francia) y Gottfried Dienst (Suiza), y el local Armando Marques. Se rigió por los reglamentos internacionales: en caso de empate en el primer puesto se definía por la diferencia de gol y luego por sorteo. No hizo falta.
La editorial de la revista Goles y la responsabilidad de la AFA. El periodismo avisaba, los errores se repetirían.Argentina ganó los tres partidos: 2-0 a Portugal (Rojas y Rendo), 3-0 a Brasil y 1-0 a Inglaterra. En el primer partido, la Selección formó con Carrizo; Simeone, Ramos Delgado, Varacka, Vidal; Rendo, Rattín, Onega; Rojas, Artime y Bielli. Contra Brasil entraron Viéitez por Vidal, Prospitti por Artime y Mesiano (luego reemplazado por Telch) por Bielli. Frente a Inglaterra, volvió Vidal por Varacka y Telch por Mesiano. En el partido, ingresó Chaldú por Prospitti.
El encuentro del 3 de junio, del que este lunes se están cumpliendo 60 años, está en un cuadro especial de la historia. Mesiano, marcador de Pelé, contó lo sucedido en una nota que le realizó Hernán Castillo en Clarín el 21 de mayo de 1998: “A mí me dijeron que iba a marcar a Pelé la noche anterior al partido. Me acuerdo que yo era muy pibe y ya estaba conforme con integrar ese plantel de monstruos, en el que estaban entre otros Artime, Onega, Rattín… Así que imaginate que fue toda una sorpresa”.
José Mesiano, el más perjudicado. Pelé le dio un codazo y le rompió el tabique nasal, en pleno partido de Argentina-Brasil por la Copa de las Naciones en 1964.Mesiano le hizo marca personal a Pelé. No le daban la pelota porque siempre tenía al jugador argentino encima. Y a los 27 minutos, hubo una reacción inesperada de O’Rei: “Todo iba bien, hasta que fue a buscar una pared. No llegó y Varacka salió jugando tranquilamente, parece que lo estuviera viendo, la pelota estaba por otro lado y Pelé me dio un cabezazo que el árbitro no vio y entonces no lo echó. Yo caí y me di cuenta de que la nariz no estaba en su lugar”. Pelé diría después de la derrota: “Le pegué a Mesiano para que quedase bien claro que yo estaba dispuesto a todo”.
Hasta ahí el partido estaba 0-0. Mesiano no pudo seguir y en su lugar entró Telch. Onega marcó el primero a los 38 minutos del primer tiempo y en la parte final la Oveja metió un doblete a los 16 y 44 minutos. “Gran triunfo argentino”, se lee en la tapa de Clarín del 4 de junio de 1964. “Once figuras que devolvieron al fútbol argentino su antigua gloria”, fue el título del análisis Diego Lucero, la pluma estrella del diario por aquellos días.
La frutilla del postre, cuando Argentina ganaba 2-0, fue el penal que le atajó Amadeo a Gerson. Pelé, golpeado por el golpe que dio, no quiso patearlo. Contó Mesiano en aquella nota: “Amadeo había estudiado cómo pateaba los penales Pelé. Gerson se paró para patearlo y los muchachos le decían desesperados que lo pateara Pelé. Fue todo muy risueño: imaginate que nosotros pedíamos por favor que lo pateara el mejor jugador del mundo. No lo podían creer ni los brasileños. Pero al final lo pateó Gerson y Amadeo lo atajó igual”.
Roberto Telch en primer plano. La Oveja entró y marcó dos goles ante Brasil, en la Copa de las Naciones de 1964.La revista El Gráfico describió en detalle aquella gran intervención del arquero argentino: “La pelota a doce pasos. Pero otra cosa que nadie admite. Pelé nos es el ejecutor del penal. El moreno perdió la confianza. El también siente la influencia de la noche especial. El shoteador es Gerson. Zurdo, muy zurdo. Toma distancia y sale el disparo. Sale disparo de zurdo. A la izquierda de Carrizo. Y allá va la mano izquierda del arquero. Con la punta de los dedos la alcanza a tocar cuando se va a clavar en el ángulo, arriba. La pelota da en la cara interior del poste. Y vuelve hacia la derecha argentina. Y allí ya no pasa nada más”.
La nota de Crónica a Pelé y sus ganas de hacerle un gol a Amadeo Carrizo.Antes de transformarse en héroe de la Copa y dejar atrás el sabor amargo de Suecia 58, Carrizo estuvo a punto de no jugar el partido con Brasil porque se había lesionado ante Portugal. Incluso, Minella llamó de urgencia a Carlos Minoian, el arquero de Gimnasia La Plata. Hasta Pelé se lamentó de la posible ausencia de Amadeo: “Tenía ganas de hacerle un golcito a Carrizo. Siempre es un orgullo vulnerar a un arquerazo como ese”, se lee en una nota publicada por Florencio del Río, enviado especial del diario Crónica. Pero Carrizo se mejoró y a Minoian le avisaron que no viajaba cuando ya estaba en el aeropuerto de Ezeiza.
Tres días después, Argentina le ganó 1-0 a Inglaterra en el Maracaná con gol del Tanque Rojas y se quedó con la Copa de las Nacionales. Hubo festejos eufóricos, desmedidos. La AFA puso a disposición al menos 15 micros para trasladar a los hinchas desde la sede de Viamonte hasta Ezeiza. Además, casi 30 mil hinchas colmaron el Aeropuerto, “recepción como nunca se vio”, al decir de Crónica. El plantel fue recibido en la Casa Rosada por el presidente Arturo Illia y hasta el Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Caggiano, envió una carta de felicitaciones.
Arturo Illia saludando a dos campeones: José Ramos Delgado y Antonio Rattín, en junio de 1964.“Ahora que la Copa de las Naciones es nuestra, vamos a empezar a trabajar de lleno con miras al Mundial del 66. Argentina tiene que jugar en todos lados. Confrontar con todos para recoger experiencia. Esta victoria no nos hará perder la cabeza. Hemos sufrido mucho estos últimos años y no nos volverá a suceder lo de Suecia y Chile. El fútbol argentino entra definitivamente, con esta victoria, en la senda del éxito. Y estoy feliz, y supongo que los aficionados argentinos también”, declaró Minella, que siguió en el cargo hasta que renunció en noviembre de 1965 cansado de la mezquindad de los dirigentes de los clubes y de las críticas de la prensa.
La llegada del plantel argentino y la cobertura del diario Crónica del 11 de junio de 1964.“No nos estancaremos. Seguiremos trabajando fuerte para que estos éxitos se repitan con frecuencia”, decía Colombo, quien continuó como presidente de la AFA hasta febrero de 1965, cuando no logró una nueva reelección y fue reemplazado por Francisco Perette, hermano del vicepresidente radical Carlos Perette.
A Minella lo reemplazó Osvaldo Zubeldía, que dirigía Estudiantes al mismo tiempo, duró apenas unos meses y renunció a mediados de abril de 1966, tras el alejamiento de Osvaldo Faldutti (una especie de ayudante, casi dupla técnica), ambos cercados por los dirigentes. Faltaban apenas tres meses para el Mundial. La desorganización continuaba. Hasta la llegada de César Luis Menotti una década después.