Algo más de 16 mil kilómetros entre el punto más austral de Sudáfrica hasta el extremo norte de Túnez. O el equivalente a unos 386 maratones. Esa es la distancia que se propuso correr Russ Cook, atravesando 16 países, enormes selvas tropicales, sabanas, montañas y el Sahara, el desierto cálido más grande del mundo, para transformarse en la primera persona en recorrer a pie toda la extensión del continente africano. ¿Cuál fue su motivación? La primera, su amor por los desafíos extremos. Pero también la chance de aprovechar la experiencia -que fue compartiendo en las redes sociales y en su canal de YouTube- para juntar dinero para algunas organizaciones de caridad.
La travesía, bautizada «Proyecto África», comenzó el 22 de abril del año pasado en Cabo de las Agujas, ubicado a 170 kilómetros al sureste de Ciudad del Cabo. El plan original era completar el recorrido en 240 días y llegar a Cabo Angela, a unos 90 kilómetros al norte de la ciudad de Túnez, para Navidad. Pero en el camino se encontró con más de un contratiempo y el viaje se alargó bastante. Sin embargo, Cook nunca renunció y el domingo, 352 días después de ponerse las zapatillas por primera vez, llegó a la meta y cumplió el objetivo.
«Es un honor tener la oportunidad de intentar este desafío. Es una locura. Soy un tipo de clase trabajadora de Inglaterra. Estar acá haciendo esto es increíble», comentó en unos de los primeros días de la aventura en charla con The Mirror.
«Proyecto África se trata de muchísimas cosas. De darlo todo en la vida y ver hasta dónde puedo llegar. De aprender y compartir culturas. De demostrar a la gente que los sueños no tienen por qué quedarse en sueños. Y de crear un impacto que vaya más allá de una carrera a través de un continente», agregó.
La nueva pasión que le cambió la vida
Cook -apodado «The Hardest Geezer» (algo así como «El hombre más duro»)- descubrió su pasión por el running y por los retos que le exigen llevar su cuerpo al límite casi de casualidad. Nacido en Worthing, un pueblo costero de West Sussex, hace 27 años (los cumplió en pleno recorrido, a mediados de marzo), durante su adolescencia luchó con problemas de salud mental y le costó encontrar su camino en la vida. Su tiempo libre lo pasaba bebiendo y apostando. Hasta que un día, un amigo lo desafío a correr un medio maratón en su ciudad.
El inglés, por entonces de 19 años, completó esos primeros 21 kilómetros y algunas semanas más tarde se animó a probar con un maratón, que también logró terminar, pese a no tener un buen estado físico. Esas experiencias tuvieron un gran impacto en él.
Russ Cook y su aventura para convertirse en la primer persona en correr en atravesar a pie toda la extensión de África. Foto @hardestgeezer«Por primera vez en mucho tiempo, me sentí seguro de mí mismo», confesó hace unos meses en una entrevista con la CNN. «A través de todo ese proceso de conseguir algo que antes parecía que no podía hacer, ese proceso de correr un maratón, aprendí los valores del running, la disciplina y el creer en uno mismo. Eso me dio confianza y pude aplicarlo en otros aspectos de mi vida».
Y agregó: «Estaba en un momento feo. No había hecho ejercicios durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar unos cuantos años de tocar fondo para empezar a pensar ‘La única forma de salir de esto es asumir la responsabilidad absoluta de la situación en la que me encuentro’. Tratar de mejorarme a mí mismo y luego poner más energía positiva, esforzarme, trabajar en mí mismo y, poco a poco, ir subiendo peldaños».
Tras esas primeras carreras, Cook se fue animando cada vez a más.
Corrió un maratón en muletas y otro remolcando un auto de más de 700 kilos. También completó una prueba de 42,195 kilómetros deteniéndose a tomar una cerveza tras cada milla completada. Y se enterró vivo durante una semana, con el solo objetivo de ver cuánto podía durar «haciendo absolutamente nada». Todo con la meta de convertirse en uno de los mejores atletas de resistencia del mundo.
En 2019, además, corrió desde Estambul hasta Worthing la distancia equivalente a 71 maratones en 66 días, transformándose en el primero en completar ese trayecto de esa manera. Su reto más importante estaba aún por llegar.
Durante un viaje de placer a África, visitó Iten, aldea keniata que es hogar de algunos de los mejores corredores de larga distancia del mundo, y también conoció a un ciclista italiano que estaba dando la vuelta al mundo en bicicleta. Y eso lo inspiró para planear el «Proyecto África», auspiciado por una bebida energizante y otras empresas. El reto demostró no ser nada sencillo.
El duro desafío de correr un continente
Las dificultades empezaron antes del recorrido: problemas para conseguir visas o para trasladar los vehículos que lo acompañan (y en los que viaja el pequeño grupo de amigos que forman su equipo) hasta la necesidad de re planificar todo el recorrido, que inicialmente iba a realizarse de norte a sur. Pero los contratiempos más importantes comenzaron después de la partida, hace poco menos de un año.
Bastante rápido tuvo que abandonar su idea de completar el durísimo desafío sin días de descanso, porque el esfuerzo físico y las durísimas condiciones del continente africano le pasaron rápido factura.
#ProjectAfrica Day 181/182/183:
Day 181: 60.7km
Day 182: 55km
Day 183: 20.1km
We made it to Nigeria🇳🇬 Difficult few days with the most challenging terrain on the mission. Just shy of 3000m elevation gain across the 3 days. Good gobble. Conflicts to the north and south of us so… pic.twitter.com/OgJvC1mr0q
— Russ Cook (@hardestgeezer) October 21, 2023 «El primer día de descanso fue en la 45ª jornada del viaje. Fui a ver a un doctor. Me hice unos estudios y mostraron que había sangre y proteínas en mi orina por cuarto día consecutivo. El doctor me dijo que tenía que relajarme. Traté de encontrar una razón lógica para ignorarlo. Yo al principio decía ‘No días de descanso, de ninguna manera, vamos a hacer esto como una ráfaga’. Pero me di cuenta que a largo plazo me iba a hacer más daño. Recibir un golpe de humildad sobre eso fue aprender una lección. No soy Superman, ¿no?», contó en uno de los videos que compartió durante el trayecto.
No fue la única vez que orinó con sangre en los casi doce meses que estuvo corriendo. Tampoco fue el único problema de salud que sufrió. Varias intoxicaciones alimentarias, ampollas en los pies y unos fuertes dolores en la espalda, que lo complicaron a mediados de noviembre, lo obligaron varias veces a bajar el ritmo y a pasar algunos días sin correr.
Y no solo su propio cuerpo se encargó de ponerle obstáculos que le hicieron más accidentado el camino. En junio, cuando atravesaba Angola y había completado apenas unos 2.800 kilómetros en 64 días, fue asaltado con un arma de fuego.
«Nada como una pistola apuntándote a la cara para hacerte saber que estás vivo», contó en un posteo de Instagram. «Me encontré con los chicos para almorzar. Estábamos charlando en la camioneta como cualquier otro día cuando un par de chicos abrieron la puerta y nos pidieron todo lo que teníamos. Tipos desesperados con armas apuntándonos».
#ProjectAfrica Day 208:
Day 202: 40km
Day 203: 40km
Day 204: 37.6km
Day 205: ❌
Day 206: ❌
Day 207: 60km
Day 208: 60km
What a week. Back problem turned into probably the biggest injury I’ve had on the mission so far. Very painful. Reduced mileage and intensity to try and give… pic.twitter.com/zJgv5kFQNn
— Russ Cook (@hardestgeezer) November 15, 2023 Cook explicó que les robaron las cámaras de su equipo, teléfonos, pasaportes y dinero en efectivo, pero que nadie resultó herido. Aunque al perder sus documentos, tuvieron que frenar la aventura casi seis días.
«Vivimos para contarlo. Los ánimos se resintieron un poco, pero la única manera es seguir adelante. La naturaleza implacable de esta misión es demasiado. Problemas desde todos los ángulos. No hay respiro. ¿Tiempos difíciles? Sí, señor. ¿Volvemos a por más? Por supuesto. Hasta el amargo final», comentó.
Unos meses más tarde, el día 102 del trayecto, fue secuestrado en Angola, tras separarse de su equipo mientras corría por «unas carreteras intransitables en la ruta prevista». Él mismo lo relató en sus redes.
«En un intento de encontrar a los chicos, me topé con un asentamiento rural donde el jefe me dijo que tenía que darle dinero. No tenía nada. Muy pronto me encontré rodeado de un montón de tipos con machetes. Me escoltaron hasta el monte. Vacié mi bolsa para mostrar que no tenía nada más que una galleta a medio comer. Se la di y salí corriendo. Pasé las siguientes horas caminando por senderos cubiertos de maleza. Intentando alejarme de cualquier rastro hasta que estuve lejos», comentó.
«Exhausto y deshidratado, seguía buscando la camioneta y de repente aparecieron dos hombres en moto que no hablaban inglés», continuó. «Lo que ocurrió después fue un viaje en moto de siete horas adentrándome en la selva. En mi cabeza pensaba que esto era todo. Yo, el autoproclamado ‘hombre más duro’, a punto de ser ser descuartizado miembro a miembro y devorado».
Finalmente, llegó a una aldea, donde intentó negociar con el jefe y terminó comunicándose con su equipo, que en un par de días organizó y pagó un rescate. «Fueron los días más duros de mi vida», reconoció Cook.
El desafío que puso el jaque todo el proyecto fue un problema de visas (aunque no el primero de ese tipo que tuvo). Es que mientras atravesaba Senegal en enero, con unos 12 mil kilómetros recorridos, el británico contó que no habían podido obtener los permisos para entrar a Argelia, país al que debía ingresar luego de pasar por Mauritania. «Si no las conseguimos, acá se termina el Proyecto África», se lamentó.
Seis días más tarde, y tras la intervención del Parlamento británico y el embajador de Argelia en Gran Bretaña, Cook y sus acompañantes recibieron la noticia de que les otorgarían «visados de cortesía in situ» para poder «proseguir su misión caritativa». Y también consejos para viajar por la frontera entre Mauritania y Argelia, una zona tan peligrosa que se desaconseja atravesarla, razón por la que sus permisos no habían sido aprobados en un primer momento.
Antes de cruzar ese límite, el inglés encaró el tramo más desafiante del viaje: atravesar la zona rural del Sahara, sin rutas de asfalto, con altísimas temperaturas y violentas tormentas de arena. Tan duras fueron las condiciones, que decidió cambiar la rutina y correr de noche, para evitar el inclemente sol.
«Qué par de semanas durísimas. El Sahara estuvo a la altura de las expectativas. Las tormentas de arena eran tan fuertes que cualquier avance parecía trascendental. No había carreteras ni señales en este tramo, así que a menudo me limitaba a fijar coordenadas y navegar en línea recta a través de todo lo que se interponía en mi camino, sobre todo arena sin límites. Las condiciones más duras de la misión hasta el momento. El cuerpo está absolutamente destrozado. Dolor constante. Pero lo logramos. Estoy vivo y estoy en Argelia. El asfalto ha vuelto y vamos a terminar este proyecto el 7 de abril», contó a principios de marzo en el día 319 de la aventura.
Ninguna de esas adversidades lo frenó. Cook corrió y corrió. A veces de día y otras de noche. Casi siempre en soledad -«Puedo pasar días enteros solo con en mi cabeza. Para mí, parte del viaje consiste en convertirme en una persona bastante pacífica conmigo misma», contó-, pero en otros momentos acompañado por algún miembro de su equipo o por algún corredor local que se sumaba a su aventura y le seguía los pasos. Y logró completar el desafío.
Fueron exactamente 16.294 kilómetros en 352 días. Recorrió 16 países: Sudáfrica, Namibia, Angola, República Democrática de Congo, Congo, Camerún, Nigeria, Benín, Toho, Ghana, Costa de Marfil, Guinea, Senegal, Mauritania, Argelia y Túnez. Y recaudó más de 600 mil libras esterlinas (alrededor de 750 mil dólares), que se repartirán entre tres organizaciones benéficas, The Running Charity, Sandblast y Water Aid.
Cook había invitado a quienes quisieran acompañarlo para el ultimo tramo del recorrido, entre la ciudad tunecina de Ghezala y Cabo Angela, el extremo norte del continente. Muchas de las personas que siguieron el desafío por las redes sociales se sumaron -hasta compatriotas suyos que viajaron especialmente desde el Reino Unido- y le dieron el último empujón de energía que necesitaba para cruzar la meta y hacer historia en el running.