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27 noviembre, 2024

El Colón pone en escena El carnaval de los animales: ¿existen los ballets para chicos?

Los ballets que se dirigen, en principio, a un público de niños y adolescentes son apenas un puñado. Pero hay un dato curioso: si de ese puñado recortamos tres obras -las tres muy separadas en el tiempo y las tres muy exitosas-, podremos ver que ninguna de ellas fue concebida para un tipo específico de espectadores. Es cierto que en la Ciudad Cultural Konex se programan desde hace muchos años ciclos de ballet para niños; sin embargo, y en general, se trata de recreaciones de títulos clásicos.

Pero aquellas tres obras son creaciones originales y por orden cronológico de estreno se trata de Cascanueces, Baile de graduados y El carnaval de los animales.

Es precisamente Baile de graduados la obra que se repone este sábado 23 de marzo en el Teatro Colón, interpretada por estudiantes de los últimos años de la carrera de danza del Instituto del Colón; la reposición es de Marcelo Antelo y la dirección de Sabrina Streiff, regente de la carrera.

Este ballet-comedia había sido creado por el coreógrafo ruso-americano David Lichine para el Original Ballet Russe y se estrenó en 1940 en el Teatro Real de Sidney, Australia; un diario local informó que en la función de estreno los bailarines salieron a saludar el sorprendente número de treinta y cinco (35) veces.

Baile de graduados continuó después con una larga gira por Australia y luego la obra se incorporó al repertorio de numerosas compañías internacionales. Lichine la montó en el Teatro Colón de Buenos Aires en la década del ’40 y su esposa Tatiana Riabouchinska y él mismo interpretaron los roles principales. Un dato de color: Riabouchinska había sido en la década del 30 una de las tres celebérrimas “baby ballerinas” rusas, que tenían entre 12 y 14 años pero ya contaban con una gran formación profesional.

Baile de graduados se ubica en 1840 en Viena en el marco de una escuela elegante para señoritas. Un grupo de cadetes militares visita la escuela acompañados por un viejo general y de aquí surgen escenas muy bailadas, muy festivas, sobre valses de Johann Strauss. El personaje de la severa directora está encarnado siempre por un varón travestido y su romance con el viejo general tiene ribetes ridículos y por supuesto, cómicos.

Lo que hoy podría parecernos muy inocente como trama no ha disminuido su popularidad gracias al deleite que produce por la variedad y el virtuosismo de las escenas y por el carácter de los personajes.

«El cascanueces» es un clásico que se suele poner en escena en Navidad.

Un clásico de Navidad

Si nos remontamos bastante más atrás en el tiempo, nos encontramos con el imbatible Cascanueces, una creación de Marius Petipa y Lev Ivanov sobre una partitura escrita por P.I. Tchaikovsky.

La historia de la niña Clara, que en una fiesta de Navidad recibe como regalo un cascanueces en forma de soldado, fue calurosamente recibida en su estreno en San Petersburgo en 1892. Hay numerosas versiones de Cascanueces, desde las más literales hasta las que proponen un enfoque psicoanalítico; pero siempre es un título seguro.

Generalmente se lo programa para coincidir con las fiestas de fin de año y en Gran Bretaña y Estados Unidos es un clásico irremplazable en esas fechas. El Ballet del Colón, aunque con cierta intermitencia, también cuenta con su Cascanueces para la época de Navidad en la hermosa versión de Rudolf Nureyev.

Cascanueces tiene todos los ingredientes para un público de niños, sin que por eso deje de satisfacer a espectadores adultos: el atractivo de la fiesta de Nochebuena, una buena dosis de humor, un cierto “realismo”, escenas un poquito truculentas (como la lucha entre el ejército de los ratones y el príncipe frente a la aterrorizada Clara) y una considerable porción de fantasía, sin duda colaboraron para su perdurable encanto, sostenido todo por la preciosa música de Tchaikovsky.

Los animales humanos

Y para El carnaval de los animales, la tercera obra de este trío exitoso, contamos con las palabras del propio autor, Oscar Araiz.

“Estrené El carnaval de los animales a mediados de la década de 1980, la época en que fui director del Ballet del Gran Teatro de Ginebra. Había una costumbre en este teatro: que el ensayo general se hiciera siempre para un público de niños.

-En el caso de que fueran obras apropiadas para niños.

-No, para todas. Incluso las que podían ser pecaminosas (se ríe). Y más tarde la monté aquí, con el Ballet del San Martín y el Ballet del Colón. Parece pensada para niños y habitualmente se la programa para vacaciones de invierno o se la destina a ese público. No es necesariamente así; en todo caso se dirige al niño -sé que es una frase muy usada- que todos tenemos adentro.

Una imagen de Una imagen de «Baile de graduados», otro de los ballets que suelen dedicarse a los niños. Foto: Arnaldo Colombaroli/Prensa Teatro Colón-¿Cómo trabajó sobre la partitura de Saint-Säens, que ya establece los animales que corresponden a cada escena?

-Para mí empezó todo con el pianista, que aparece en la lista de animales de una manera burlona. Su inclusión en esta fantasía zoológica es el punto de partida de una ligera reflexión sobre la animalidad del hombre en la sociedad, con todo lo que eso implica de belleza y a veces de crueldad.

Continúa Araiz: “Nosotros, los animales humanos, estamos en todas partes con nuestra pequeña mirada irónica, tanto en el escenario como en el foso de la orquesta, en medio del público, pero sobre todo descubriéndonos en la observación aguda del comportamiento de los otros “humanos” en las calles de las ciudades”.

-Está muy comprobado que los niños -de aquí y de otros lugares del mundo donde se ha presentado- aman “El carnaval de los animales” a pesar de que carece totalmente de argumento.

-Creo que la fusión de lo que se ve en el escenario con lo que se escucha -es decir, esa música tan graciosa, tan melódica y esa instrumentación tan brillante- la vuelve muy accesible. Todo esto sumado al movimiento pesado de los elefantes, la ondulación de los peces en el acuario, el movimiento loco del mono, que, en fin, cada uno puede interpretar como quiera, niño o adulto.

-Otro aspecto notable es la bella simplicidad del vestuario de Renata Schussheim: todos los “animales” usan mamelucos iguales, muy holgados, que borran la figura humana. En este sentido no buscaron, Renata y usted, ningún impacto visual.

-Es que se trata de personas. Hay, sí, ciertos elementos agregados, como el frac del pianista, el cuchillo del carnicero o las gallinas que “cacarean” y que son para mí como señoras en la peluquería. No busco intencionalmente el humor, surge de las situaciones.

Agrega: “Muchas versiones de El carnaval… llevan textos de grandes escritores. En mi caso, al estrenarla en Buenos Aires, no quise utilizar el de Ginebra; le pregunté entonces a María Elena Walsh que escribiera algo, no sobre animales sino sobre personas. Hizo algo breve pero con nuestro lenguaje”.

Conclusión provisoria: no hay recetas infalibles para lograr la repercusión y permanencia en el tiempo de una obra; ni pensar a qué público está destinada ni cuáles son los efectos seguros. Sólo parecería surgir de la inventiva, la intuición y la libertad de imaginación de quien la crea.

Información

Baile de graduados hará una única función en el marco del ciclo “El Colón para niños” este sábado 23 de marzo a las 11 de la mañana (luego habrá dos funciones más para alumnos de escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires). Teatro Colón, Libertad 621.

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