9 septiembre, 2025

El Teatro Colón se rindió a los pies de la soprano australiana Jessica Pratt

Jessica Pratt irrumpió en el Teatro Colón con un recital que no dejó margen para la comodidad: un programa exigente, en dúo con el pianista Kamal Khan, que evidenció su intención de mostrar lo más genuino de su instrumento y de su oficio. La soprano australiana, una de las máximas exponentes del bel canto de la actualidad, ofreció un repertorio amplio y complejo, que convirtió cada pieza en una pequeña ópera, desplegando una presencia escénica y dramática fuera de lo común (sí, incluso para el escenario del Colón).

Con obras de Strauss, Chopin, Bellini, dell’Acqua, Bachelet, Offenbach, Rorem y Bernstein, el programa se estructuró en espejo: la primera parte estuvo dominada por el repertorio romántico y belcantista, centrado en la voz lírica y acompañamiento pianístico, mientras que la segunda parte ofreció piezas más breves y de carácter diverso, abarcando canciones líricas, obras teatrales y composiciones del siglo XX, creando un reflejo equilibrado entre estilos y épocas.

En ambas partes, tras un inicio vocal y antes del cierre con la soprano, se incluyó una obra de piano solo. Estos interludios ofrecieron un respiro y un contraste que realzó el papel de Khan, tanto como acompañante de las voces como solista. El pianista demostró una sensibilidad excepcional para respirar con la soprano, ajustando sus dinámicas y tiempos a cada frase.

Esta interacción permitió que la música se sintiera orgánica y conversacional; incluso Khan se animó a intervenir especialmente en los pasajes más cómicos o lúdicos, reforzando el carácter teatral de la interpretación y la complicidad artística entre ambos.

Pratt convirtió cada pieza en una pequeña ópera, desplegando una presencia escénica y dramática fuera de lo común. Foto: Juanjo Bruzza

Con «Großmächtige Prinzessin» de Ariadne auf Naxos de Strauss, Pratt entró en plena confianza con el escenario, mostrando toda la potencia de su instrumento y manteniendo esa intensidad hasta el final del recital. Su voz, sana y cuidadosamente trabajada, combinó claridad, brillo y control en los pasajes virtuosísticos, logrando una transición fluida entre registros graves y agudos sin perder homogeneidad ni musicalidad.

El recorrido del programa mostró la amplitud de recursos de Pratt como soprano de coloratura: en las arias belcantistas de Bellini (como Malinconia, ninfa gentile de La ricordanza y arias de La sonnambula) desplegó un legato impecable y una línea sostenida gracias a un fiato generoso, mientras que en Strauss, Offenbach («Les oiseaux dans la charmille» de Los cuentos de Hoffmann) y Bernstein («Glitter and be gay» de Candide) hizo valer su dominio técnico con escalas, arpegios y trinos diáfanos, acompañados de dinámicas precisas y proyección clara que llenó la sala sin esfuerzo.

La disposición en espejo del programa acentuó los contrastes dramáticos que Pratt supo explorar con inteligencia. Del lirismo melancólico de Strauss y Bellini pasó a la comicidad extrema de Offenbach y al desenfado coqueto de Bernstein, transitando desde la nostalgia y la súplica hasta la ligereza y el virtuosismo más exuberante, mostrando tanto su excelencia vocal como su capacidad teatral.

Más allá de la técnica vocal, Pratt convirtió cada aria en una experiencia escénica. En la primera parte lució un vestido negro con capa brillante que retiró tras la obra de piano; en la segunda, un vestido blanco con detalles rosas y mangas vaporosas; y para cerrar con Bernstein sorprendió con un vestido negro con brillos y boa de plumas, llevando al público en un recorrido teatral que potenció la música de Candide.

El mismo talento, distinto look

La soprano Jessica Pratt tuvo tres cambios de vestuario a lo largo de la noche. Foto: Juanjo Bruzza

Con solo tres cambios de vestuario construyó un espectáculo más elaborado y preciso que muchas puestas de ópera, dejando claro que salió a impresionar y que puso todo de sí sobre el escenario.

Como obras fuera de programa, Pratt y Khan ofrecieron un conjunto variado que incluyó «O luce di quest’anima» (Linda di Chamounix de Donizetti), el “Deh, torna mio bene” de Proch, y el Tango de Albéniz -en la transcripción de Godowsky- para piano solo. El cierre llegó con «Casta diva», Norma de Bellini, interpretada con pureza de línea y control absoluto del fiato, como un gesto de generosidad hacia el público que recibió la célebre aria como un regalo memorable, digno de una diva del belcanto.

Este recital funcionó como una verdadera carta de presentación: un despliegue técnico, dramático y estético que reafirmó la posición de Pratt entre las grandes sopranos de la actualidad. Lo extraordinario no fue solo la perfección de su instrumento ni la teatralidad de su propuesta, sino la sensación de haber asistido a una artista con enorme oficio, que se comprometió plenamente con cada obra y cada gesto. La actuación de Pratt marcó un recital inolvidable que anticipa con gran expectativa su interpretación de Elvira en I Puritani.

Ficha

Calificación: Excelente

Intérpretes: Jessica Pratt (soprano), Kamal Khan (piano) Programa: Canciones y arias operísticas de Vincenzo Bellini, Richard Strauss y Jacques Offenbach Obras: de Eva Dell’Acqua, Alfred Bachelet y Ned Rorem; «Glitter and be gay» de Leonard Bernstein

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