En la Bienal de Lyon de 2016 la artista Phia Ménard -originalmente formada en el circo- presentó un hermoso espectáculo solista de tintes oníricos hecho con pequeñas y muy volátiles bolsas de plástico.
Ahora regresó a Lyon con una propuesta enteramente distinta: la obra que creó y dirigió, y que interpreta la bailarina Marion Blondau, surgió del artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que afirma el derecho a la libre circulación de las personas sobre el planeta.
Art. 13, este es el nombre de la pieza que toca un tema candente. Llevarlo a una forma escénica ya es otra cosa y plantea sin duda una dificultad: porque ni las dos enormes estatuas que aparecen una tras otra sobre el escenario ni los movimientos juguetones de la intérprete alrededor o dentro de ellas permiten vislumbrar la tragedia de los refugiados.
La compañía Non Nova de la artista Phia Ménard mostró su obra «Art 13» en la Bienal de Danza de Lyon 2023. Foto de prensa.La declaración aparentemente política, así concebida, dejó desconcertados a los espectadores que aplaudieron tibiamente en la función de estreno.
Bailarines y música de blues
Una de las artistas de la danza más internacionalmente admiradas es la coreógrafa belga Anne Teresa De Keersmaeker. La obra que trajo aquí –y antes en el Festival de Otoño de París y en el Festival de Aviñón, para que nos demos una idea de su prestigio- reunió un grupo muy heterogéneo de bailarines, además de un músico y una cantante de blues proveniente de Etiopía.
La idea básica que menciona el programa es al principio interesante: variaciones sobre la acción de caminar; pero después se dispersa en muchas otras cosas, como correr locamente, fingir vómitos u ofrecer números de hip-hop.
A pesar del gran virtuosismo de (en particular) uno de los bailarines de hip-hop, cada escena podría formar parte tranquilamente de otras obras sin alterarlas en absoluto.
Por otra parte el hip-hop es un vocabulario de danza muy ajeno a la austeridad del lenguaje de Keersmaeker pero aquí parece, quién sabe por qué, que no hubiera querido prescindir de él.
Con ángulos muy diferentes, y sin actitudes declamatorias, dos piezas de dos diferentes compañías mostraron qué puede encontrar un coreógrafo cuando busca dentro de sí, aunque después esa búsqueda lo lleve auténticamente a hablar de la condición del mundo pero no a la inversa.
Baile inspirado en pinturas
El israelí Adi Boutrous y un elenco de cinco bailarines buscó en pinturas renacentistas y del período barroco una fuente de inspiración certera. Reflections no reproduce simplemente imágenes que evocan la muerte, el sacrificio o la religiosidad sino que va tejiendo relaciones entre los intérpretes que terminan por desembocar en esas imágenes.
«Reflections» de Adi Boutrous estuvo en la Bienal de Danza de Lyon 2023.Lo hace con una escritura coreográfica clara y muy bella. Y ocurre algo curioso y sumamente sugestivo como efecto: hay una gran sensualidad en esas relaciones pero es una sensualidad en cierta forma distante, dirigida sobre todo a ser contemplada.
La pandemia y el legado de Pina
Por su parte, la compañía Dyptik expuso en el programa de mano los principios que condujeron a la creación de Le Grand Bal (El gran baile): las consecuencias imprevisibles de la pandemia, aquello que se creía que iba a mejorar a la humanidad y no fue así.
Bienal de Danza de Lyon 2023, compañía Dyptik. Foto de prensa.Afortunadamente, la obra no es un tratado sociológico sino una pura celebración de la danza con diez bailarines fenomenales, un torrente de ideas coreográficas nítidas y preciosamente expuestas y enlazadas orgánicamente unas con otras a lo largo de una hora: más que suficiente para instalar un “mundo” en el escenario.
La gran expectativa de la Bienal estaba puesta en el estreno de la Wuppertal Tanzteaher, una obra concebida por el nuevo director de la compañía que creó Pina Bausch en 1973.
Boris Charmatz es francés, nació en el mismo año que se creó la compañía de Pina, y su trayectoria y su universo artístico no podrían ser más distantes de los de la inmensa creadora alemana.
Libertad Catedral había sido estrenada a principios de septiembre en una iglesia de Wuppertal, pero para la Bienal de Lyon se utilizó un gigantesco galpón con el público sentado en los cuatros laterales.
La compañía Wuppertal Tanzteaher que fundó Pina Bausch participó en la Bienal de Danza de Lyon 2023 Foto de prensaEn el espacio, digamos escénico, un buen número de bailarines corrían, entraban, salían, se desplomaban, canturreaban, se alzaban entre ellos, hablaban a los espectadores o los increpaban y hacían todo tipo de movimientos convulsivos. Una especie de gran happening frenético con recursos ya un poco demasiado vistos.
Una impresión inevitable es que Charmatz no creó una obra sino que fue dando, a estos intérpretes, ideas para que improvisaran a lo largo de casi dos horas. Hubo cinco escenas presentadas en bloques pero muy lejos, tan lejos de esas obras de Pina ordenada y admirablemente construidas, a la vez enigmáticas y profundamente conmovedoras como tantas veces lo es la gran poesía.
Pero en definitiva, fue una muy buena experiencia –aunque quizás no la más feliz-contrastar esos dos mundos: el pasado y el presente.
Charmatz escribió un largo texto de explicación de su Libertad Catedral y allí hace caber los más amplios motivos de inspiración: el silencio de las iglesias, el sonido de las campanas, el testimonio de las víctimas de los curas pedófilos, el sida y la pandemia entre muchas otras cosas para nada reconocibles en la obra.
Otro gran contraste con Pina: ella nunca escribió un texto ni ofreció ninguna explicación sobre sus trabajos. “Creo que sólo hablo –dijo una vez- de la necesidad de ser amados que todos tenemos”.