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12 octubre, 2024

La última lucha de El Caballero Rojo en Titanes en el Ring: «Se sacó la máscara y estaba violeta»

Hubo muchos luchadores, pero pocos mitos en Titanes en el Ring. Martín Karadagian, que en una época hasta hizo de malo, no: él era el dueño de la troupe. Mitos fueron La Momia (blanca) y El Caballero Rojo. Ni siquiera el Ancho Rubén Peucelle, al que adorábamos aunque mostrara la cara.

Por alguna razón ajena a la inteligencia, los ídolos de ese programa debían ser un poco villanos o tener las facciones enmascaradas.

El periodista Daniel Roncoli -también actor- se fue metiendo en el mundo de Titanes en el Ring y con la paciencia de un monje tibetano escribió un librazo llamado El gran Martín. Casi 800 páginas y un diccionario titánico de la A a la Z, donde hasta aparece como luchador el padre de Natacha Jaitt.

El Caballero Rojo, Humberto

El Caballero Rojo, Humberto «Baby» Reynoso, minutos antes de salir al ring por última vez.
Entre la vida y la obra de Karadagian, Roncoli cuenta que en el mes de julio de 1997 hubo un breve renacer de Titanes en el Ring, con el verdadero Caballero Rojo volviendo a los escenarios después de casi diez años.

La cosa fue más o menos así: Jorge Rial estaba en ese entonces al frente de su programa Paparazzi (Canal 9). En uno de sus acostumbrados informes se armó un revuelo bizarro, cuando apareció un fulano diciendo que era La Momia de Titanes en el Ring. Ni más ni menos que Paulina Karadagian, la hija del legendario luchador y creador del programa, salió a confrontarlo, a desmentirlo. Ahí empieza la historia de un triste regreso.

Mucho antes de que se pudiera hablar de «viralizaciones», el chisme empezó a rebotar en las sobremesas y charlas de amigos. Considerando que durante los mejores años de Titanes, el programa llegó a tener 70 puntos de rating en la TV blanco y negro, lógicamente puede entenderse que el chisme taladrara la educación sentimental de un montón de gente.

Daniel Roncoli, periodista, autor de

Daniel Roncoli, periodista, autor de «El gran Martín», y testigo privilegiado de ese regreso, vestido como su ídolo.
Aprovechando el escandalete, el mismo autor del libro, Roncoli -a quien Rial conocía de su faceta como periodista-, le sugiere hacer una suerte de homenaje a Titanes en el Ring. Palabras más o menos, le explica que en 1997 se estaban cumpliendo 35 años de la televisación del programa, que también había arrancado en Canal 9.

Rial tomó la posta y, con la colaboración del propio Roncoli, se fue armando una movida inesperada.

Para el súbito regreso de Titanes, Rodolfo Di Sarli, la voz relatora y responsable de casi el 50 % del éxito de las luchas, no fue de la partida. “Me pidió que lo reemplazara yo”, cuenta Roncoli.

“Teníamos muchísima relación con Rodolfo. Hablábamos seguido. Por esos días, él estaba enfermo, no podía movilizarse y vivía en Gonnet. Entonces le consulto sobre quién podría relatar en su lugar y me dice: ‘Si te animás, hacelo vos’. El conocía una suerte de imitación que yo había hecho de él algunas veces…».

Martín Karadagian, El Polaco Goyeneche y el genial relator Rodolfo Di Sarli.

Martín Karadagian, El Polaco Goyeneche y el genial relator Rodolfo Di Sarli.
Como Roncoli también tenía confianza con Jorge Bocacci, el célebre maestro de ceremonias del programa, le consultó sobre el asunto del relato y Bocacci estuvo de acuerdo y le dijo que le metiera nomás. En el medio, Roncoli había llamado a Pepe Garigliano, otro relator de Titanes. El hombre tampoco podía.

Un viernes a las 12 de la noche en el programa de Rial, Roncoli debutó como relator oficial de Titanes en el Ring. No es un tema menor el relato en la leyenda de Titanes. La voz de Di Sarli fue fundamental en las luchas. Paulina Karadagian nos dijo que Di Sarli era mucho más que la narración. Sin que el público lo notara, y a falta de la cucaracha, “era una guía a lo largo de todo el programa”.

Relataba mirando el monitor y cuando sentía que la lucha se ponía pesada, reclamaba acción. “Ellos tenían la obligación de escucharlo”. De grandes hemos intentado el ejercicio de taparnos los oídos para saber qué pasaba sin la voz de Di Sarli y comprobamos, con asombro, que el espectáculo perdía más de la mitad de su valor (¡y eso que hicimos el experimento con una lucha de El Caballero Rojo!).

La Momia de

La Momia de «Titanes en el Ring» fue interpretada por tres luchadores distintos.
En lo de Rial todo funcionó demasiado bien. El rating por el homenaje estalló y al conductor, entonces, se le ocurrió seguir la inercia y hacer un nuevo tributo, ahora con más luchadores y buscando purificar la propuesta con una previa de entrenamientos. Resultado: cola de una cuadra y media y gente que quedó afuera del canal.

El Caballero Rojo se llamaba Humberto “Baby” Reynoso. Era un hombretón que le tenía mucho respeto al personaje que él mismo había inventado. Perfil bajo, serio, elegante, respetuoso. En el estilo Piñón Fijo, su particularidad consistía en que no se le viera nunca el rostro verdadero. Jamás apareció dando notas o conferencias a cara descubierta.

El Caballero, certificado de calidad

Durante ese 1997, Baby tenía 63 años y su solo nombre dentro de la troupe era todo un certificado de calidad. La idea que debía entusiasmar al Caballero Rojo era volver. ¿Muerto el rey Martín, viva El Caballero Rojo? Su figura de ídolo indiscutido, cuando el programa rompía récords de audiencia, lo había puesto en una cumbre de popularidad que hoy marearía a cualquier influencer.

Humberto, antes de ser quien fue, tuvo un breve pasado en el mundo del catch con el nombre de Baby Roca. Peleaba sin disfraz. Luego se transformó en La Araña y después llegaría El Caballero Rojo, que sorprendió con su estilizado super héroe en el inicio de Titanes en el Ring.

En ese entonces, Baby trabajaba en un mercado en Avellaneda, donde recibía pescado desde Mar del Plata. 

En enero de 1962, en Independiente de Beccar, El Caballero Rojo debutó enfrentando a un viejo luchador del Luna, el Indio Akarkán. A Martín Karadagian le gustó su estilo y lo calificó «7 con potencial para crecer».

Baby Reynoso había llegado desde San Pedro para trabajar inicialmente en el Correo y coquetear con el boxeo. Tuvo idas y vueltas con Martín. Su retorno a la troupe, en 1972, marcó la época de oro del programa.

Reapareció ante el público un 2 de abril enfrentando a El Oriental. Para ese entonces ya tenía la marcha que se volvió característica y le dio una nueva dimensión al personaje: el tema del Caballero Rojo abre el vinilo de Titanes, un álbum que en su momento vendió más que El lado oscuro de la luna de Pink Floyd.

Karadagian cara a cara con Alberto Olmedo, en su rol de Capitán Piluso. Esa lucha fue el prólogo de la creación de

Karadagian cara a cara con Alberto Olmedo, en su rol de Capitán Piluso. Esa lucha fue el prólogo de la creación de «Titanes en el Ring».
Figurita difícil Humberto. Y Karadagian, con quien tuvo diferencias por cuestiones económicas, lo sabía. Había, sin embargo, algo que lo hacía irremplazable al Caballero Rojo. Además, el noble Martín sabía separar el trabajo de las cuestiones personales. «Era un gran luchador”, repetía sobre las performances de Reynoso.

La Momia, en cambio, fue casi un producto de la flexibilización laboral del catch: la personificaron tres luchadores. De 1965 a 1969, Iván Kowalsky. De 1972 a 1974, Juan Enrique Dos Santos (El Gitano Ivanoff), y de 1974 a 2001, Juan Figueroa.

A un Jorge Rial en celo se le antoja hacer una temporada de Titanes en el Ring para vacaciones de invierno de 1997. El Caballero Rojo, a todo esto, ya no era el mismo de la infancia de Roncoli.

El periodista nos cuenta que Humberto tenía «ciertos achaques de salud» y que su figura, con el paso del tiempo, indudablemente distaba bastante de aquel imaginario popular. “Lo veía mal, fumaba mucho, el físico no era el mismo, y no sólo desde el rendimiento sino desde la estética…».

El Caballero Rojo pautó su regreso formal en los estudios de Canal 9, durante uno de los homenajes a Titanes en el Ring. Formó parte del evento el 4 de julio de 1997. Enfrentó –“fue ayudado”, apunta Roncoli- por un gran peón del ring como era el Negro Rubén Velázquez.

Se trató de una exhibición. «En realidad, él quería probarse». Las acciones duraron un minuto y pico, sin embargo Humberto se sintió fatal. “El pecho se le cerró y cuando se sacó la máscara se miró al espejo: estaba violeta. Me dijo que se sintió mareado, bastante agitado. Fue atendido por el médico del canal, pero por suerte se recuperó. Ya tenía problemas pulmonares, aunque creo que él no estaba al tanto de eso, ni se había comenzado a atender. Esto último -señala Roncoli- es suposición”.

El Caballero Rojo había salido al ring con su canción (“Caballeroooo… Caballero Rojo, es intrépido y leal, es valiente y es genial…”). Había saludado a los chicos que se le colgaban del cuello y en el video de esa presentación del ’97 puede verse que tenía el físico -y el atuendo, casi-, de Elvis cuando cantó por ultima vez Unchained Melody.

Aunque la composición de la lucha fue modesta, El Caballero Reynoso tuvo algún que otro revolcón, pero a la primera de cambio le hizo la puesta de espalda al bueno del Negro Ruben. Jorge Bocacci, el inefable locutor del programa, calificó la pelea como “simple”.

Con vistas a la temporada de vacaciones de invierno en el Estadio Héctor Etchart del club Ferrocarril Oeste, hubo que tomar una decisión dolorosa, pero necesaria: para cuando se acordaron las funciones, a Roncoli se le ocurrió una salida piadosa proponiéndole a Reynoso que El Caballero Rojo, cobrando honorarios de estrella, designara a un sucesor, entrenado y dirigido especialmente por él.

Martín Karadagian y Jorge Bocacci entre las sogas de

Martín Karadagian y Jorge Bocacci entre las sogas de «Titanes en el Ring».
La idea contemplaba el debut de un nuevo Caballero Rojo con Reynoso instalado en un pedestal. “Imaginamos hasta un traje de gala para él y coincidimos en que, por la envergadura de su personaje, debía tener una sucesión sin que esto afectara su gloria”.

Por esos días se hizo el scouting y El Caballero Rojo original finalmente eligió a su reemplazante. «No era un luchador con mucho bagaje», cuenta Roncoli, «pero a él le gustó». 

Se habían pactado dos funciones diarias a lo largo de 20 jornadas en el estadio cubierto de Ferro. El primer día, Roncoli -que se había puesto al hombro la organización-, se cruzó en los pasillos del club a Germán Padilla, el luchador que Reynoso había elegido como sucesor. El muchacho estaba de civil. ¿Qué pasó?, quiso saber. “Me dijo Humberto que va a pelear él», respondió Padilla.

Al parecer, Baby Reynoso se había empecinado en formar parte de los combates.

Mientras planeaban la estrategia de reemplazo, en charlas que el periodista describe como “maduras, francas y desoladoras”, por tratarse de su ídolo, Roncoli debió procurar el retiro de Humberto Reynoso.

“Ese día me quise morir. Tuve que entrar al camarín repleto de figuras y, con recato, llevar aparte a mi más entrañable enmascarado. El ya se encontraba vestido a la vieja usanza”

El

El «Ancho» Rubén Peucelle. Foto: Juan José Traverso
-Yo no quiero luchar, Daniel, los muchachos más grandes me obligaron a vestirme –repetía El Caballero Rojo-. Estoy de acuerdo con todo lo que hemos hablado, pero…

Hubo otra charla breve y enseguida Humberto, con su “humildad habitual” se desvistió y dijo: “Le pasé todos los secretos del personaje a Germán. Ya sabe cómo moverse y qué hacer”.

Antes de agarrar el bolso para marcharse, Reynoso agregó algo más: “Yo siempre cobré por luchar, no puedo cobrar por otra cosa y, la verdad, no estoy para que me paguen sólo por venir. No lo tomes a mal, pero prefiero quedarme en San Pedro. Te pido disculpas, Daniel, te portaste muy bien conmigo…”.

Tras eso, Humberto retomó la decisión que había adoptado en 1988: abandonar para siempre los cuadriláteros.

Hay una leyenda urbana que todavía confunde a mucha gente: se sigue creyendo que Norberto Imbelloni, un dirigente peronista que supo alardear de haberle alcanzado el encendedor a su amigo Herminio Iglesias para quemar el cajón de la UCR en 1983, era el Caballero Rojo. Según el libro, Imbelloni jamás fue luchador de catch y nunca interpretó a El Caballero Rojo.

Baby Reynoso nació y murió en San Pedro a los 72 años. El pasado 15 de junio se recordó un nuevo aniversario de quien fuera el creador e intérprete de El Caballero Rojo, fallecido en 2007, a diez años de su retiro formal.

Cuando Baby murió, la crónica de Pablo Gorlero (autor de Tomas, tijeras y cortitos. Historia del catch) fue realmente conmovedora.

«Abrazame. Hoy estás más linda que nunca», le dijo el Caballero Rojo a su esposa. Y cerró los ojos para siempre. Sin máscara”.

Fue un viernes, a las 5 de la madrugada, cuando una enfermedad pulmonar le ganó la última lucha. Según la crónica publicada en el diario La Nacion, todos los negocios de San Pedro decidieron no levantar sus persianas.

Durante años, un pueblo guardó el secreto de la identidad verdadera del personaje. Humberto Reynoso era el ídolo de todos y, por eso, entre los vecinos y amigos cubrieron sus restos de innumerables claveles rojos.

POS

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