18 enero, 2025

No se respeta la libertad de elección de la mujer

Pocas películas recientes se animan a lo que hizo la danesa La chica de la aguja, el estreno de Mubi que se encuentra hoy entre las posibles candidatas al Oscar a Mejor Película Extranjera. La danesa dirigida por Magnus von Horn y protagonizada por Victoria Carmen Sonne es una fábula oscura, gótica en su sangre, que cuenta la historia de Katherine, quien descubre que su trabajo de enfermera, en realidad, esconde algo mucho más macabro. Estrenada en Cannes, la película responde a los instintos de su director Magnus von Horn: “Una parte mía siempre quiso hacer una película de terror. Cuando escuché sobre este tema, esta idea, fue algo que realmente me asustó, que me sacudió. Era una idea que tocaba un nervio muy claro, un miedo que tengo como muchos otros: yo era padre hace bastante poco en ese momento, y pensaba: ¿qué hago si le pasa algo a mis hijos? En mi experiencia, te puedes quedar despierto por la noche imaginando cosas horribles, y es un agujero oscuro del cual cuesta muchísimo salir. No puedes no hacer nada con ese miedo, y decidí traducirlo a un universo de ficción. Es algo que ya he hecho antes: usar el miedo como una especie de combustible creativo, y es algo que siempre me ha funcionado bien, porque a menudo surge algo muy personal como este film”. En la película la actriz Victoria Carmen Sonne se luce, y logra que esta historia macabra tenga un corazón que no sería posible de otra manera. Ambos hablan con PERFIL.

—La película se siente en perfecto vínculo con nuestro presente, nuestra actualidad, sobre todo por los temas que toca a la hora de los derechos de la mujeres y el aborto, entre otras cosas. ¿Esperaban que eso fuera así?

Magnus von Horn: En el marco de la película, de lo que mostramos, la gente no tenía otra oportunidad que lo que vemos, tener sus bebés aunque no los quisieran y darlos. Es una versión naïve del mundo. Dice tanto de la sociedad, y eso esta basado en historias reales. En muchos países hay una creencia en la libertad de elección que convive con la sensación de la política buscando quitar derechos, o la misma Iglesia aprovechando avances de la derecha para quitar derechos ya establecidos. En Brasil, en Polonia, en muchos lugares esta disyuntiva, esta locura es una realidad. Se dice que se cree en la libertad de expresión o la de elección, pero cada vez más, no es así. Esa es la conexión que genera esta película. Intentamos mostrar un mundo civilizado, donde se respetan los derechos, pero lo cierto es que las herramientas que tenemos no alcanzan para garantizar que algunos derechos ya ganados se pongan en cuestionamiento. Es una especie de pesadilla, y la película con su juego, su universo, genera algo así y habla con el presente, y eso solo habla mal del presente, de la dirección en la que estamos yendo. A veces, el cine refleja eso sin incluso quererlo, a mi me gustaría que la nuestra sea una historia aterradora del pasado.

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Victoria Carmen Sonne: Medio que pienso todo lo que dice Magnus. El horror real tiene que ver con lo relevante que esta película es hoy. Y que no hablamos solo de leyes y regulaciones, sino de la forma final de la sociedad, el entramado que hace a la sociedad. Que si lo pensamos, es lo que define a la civilización. Muchas cosas sin hablar, Muchas presiones sociales habladas y no habladas, y que tienen que ver con cosas que no deberían hablarse de forma negativa: tu sexualidad, tu nacionalidad, tus ideas, tu religión. Es un momento muy difícil del mundo.

—¿Hubo algo que los sorprendió de la película?

V.H: Siempre hay elementos de sorpresa, es imposible controlarlo todo en el cine, es muy difícil.

S.: Siempre me gusta mucho forzarme a explorar lo que estamos haciendo. Incluso si a veces genera un poco de fricción, la mayoría del tiempo siento que es la mejor manera en que puedo ofrecer algo que siento es inherente a mí, que puede generar sorpresas. Y ahí entonces siento aparece algo más cercano a la vida misma, porque esa es la necesidad a veces de la sorpresa en el set: esa chispa de energía, de lo vivo, de lo salvaje. También es necesario tener coraje, saber controlar es importante. Recuerdo que hablamos de la idea de “escuchar a la película”, buscando el balance entre esto y lo que buscaban los autores. A veces ves el monitor, y de repente algo que tenía sentido en el papel tiene un significado distinto, o no sirve. La relación de los personajes nos permitía buscar cierta verdad, mi obsesión, y tenía que ver más con lo sensorial, con respetar procesos que uno quizás vivía de otra manera en el papel.

V.H.: Puedo sumar que los efectos especiales funcionaron mucho mejor de lo que yo creía que iban a funcionar. Hay muchos efectos y nadie se da cuenta. Eso tiene que ver con mi falta de experiencia con esa herramienta. Mi sorpresa fue como el film se las arregló para funcionar como una unidad más allá de mis expectativas (que no eran negativas, pero por eso subrayo la idea de sorpresa). Con los efectos logramos crear la ciudad, de una forma que realmente no pensé que era posible. ¿Cómo iba a funcionar? La verdad que fue un lujo, trabajamos con una leyenda de los efectos especiales danés. Fue una hermosa sorpresa. Eso se suma al maquillaje, a la forma en que todos se veían. Todo ha sido muchísimo trabajo y el resultado nos pone muy felices.

S.: Cuando vi la proyección final por primera vez, me quedé muy sorprendida. Sobre todo con cómo se veía.

—¿Qué sentís que buscabas de los personajes en tu film, considerando la historia oscura detrás del relato?

V.H: Lleva tiempo desarrollarlos, pero era importante que tuvieran un lugar crucial. Más allá del guión, que es importante, todo debía sentirse de manera potente. Puede que suene cursi, pero yo tengo que sentir que soy todos los personajes. Necesito hacer eso para aceptar lo que estoy contando, no importa si es un niño, una mujer, un hombre, un anciano. Tengo que sentir que soy yo. Vic entiende a su personaje, más que yo quizás, y filmamos juntos, y es una comunidad, y entonces los personajes deben ser un reflejo de esa experiencia, del respeto que existe entre todo en esa experiencia.

—¿Te sorprendió que, siendo un cineasta no danés, tu película fuera presentada por Dinamarca para los Oscar?

V.H.: No siento presión en absoluto, honestamente solo puedo decir que me siento honrado. Siempre he admirado el cine de mi país. Es un orgullo ser parte de él. Cuando estrenamos en Cannes y obtuvimos ese tipo de confirmación, no voy a fingir que durante todo el proceso me sentí completamente seguro de que esta iba a ser una gran película con el gran estreno que soñábamos. La confianza va y viene, seguro, pero hablo del cariñó que hace del objeto, pero también de la confianza en el mismo. Después del estreno, ver el recorrido que ha hecho la película, cómo vivió y fue presentada en todo el mundo, empecé a sentirme muy seguro y aterrada de que podría ser una contendiente al Oscar por Dinamarca. Pero nunca fue algo que esperara cuando hacía la película. Simplemente, como ser humano, dependo del reconocimiento de los demás para sobrevivir, y la película fue algo a lo que le debo mucho. Por eso, sí, puedo decir por un lado que no me sorprende y por el otro que sí, por más extraño que eso suene. Que la película se hizo ya es un montón, y que podamos contar esta historia en este momento del mundo, también. Todo ha sido un gran camino de alegrías desde el estreno.

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