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25 noviembre, 2024

Roberto «Tito» Cossa, periodismo, talento y humor en medio de la violencia

Es la madrugada del 24 de marzo de 1976. La redacción del diario El Cronista está casi desierta, iluminada a pleno. Sólo quedan Tito Cossa y su compañero Hugo Murno esperando el golpe militar (no era un secreto). Suena un teléfono en un escritorio cubierto de papeles desordenados. “Hablo del comando en jefe del Ejército». Tito y Murno deben ir a “recibir instrucciones». Empezaba el más cruento golpe de Estado de nuestra historia.

En el comando Tito y Hugo se encuentran con un coronel de inteligencia.

Con voz tosca los instruye: “Solamente pueden publicar noticias de Telam», agencia oficial. Tito pregunta (y toca con el codo a Murno): ¿y las de Noticias Argentinas?, agencia alternativa, privada. El coronel pisó el palito: “Precisamente, las noticias de Argentina, solamente las de Telam». Un oficial de inteligencia, inducido a mostrar su ignorancia.

Ese era Tito Cossa periodista, oficio que practicaba desde los años 60 y que gravitaba en él solo un poco menos que sus otras pasiones, el teatro y la política. Su humor era ácido e instantáneo. Hablaba con la cadencia del porteño y tenía un uso del lenguaje muy certero. En esa combinación se veía la huella de un pibe de barrio en todo lo que decía y posiblemente en lo que escribía, periodismo y teatro.

La anécdota ilustra el clima de época. Riesgo y humor y a veces temeridad. “El Cronista” había hecho una voltereta única: pasó de ser un diario para empresarios a ser un diario de centro izquierda, dirigido por el mismo propietario, Rafael Perrota.

Roberto “Tito” Cossa, en sus años como periodista de El Cronista.Roberto “Tito” Cossa, en sus años como periodista de El Cronista.Quizás Tito ingresó al diario porque era un militante de la izquierda, independiente aunque cercano al Partido Comunista. Perrota, hoy desaparecido, era un abogado de clase alta, vinculado a la guerrilla del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), y en menor medida a Montoneros. En las rotativas de El Cronista se imprimía el diario Noticias, de este grupo armado, y un panfleto del ERP. Las piruetas era el rasgo central de Perrota: además de su relación con la guerrilla tenía muy aceitados contactos con los jefes militares Massera, Videla, Viola, De la Rovere, etc. El “enigma Perrota”, se llama una biografía publicada.

Tito no era un caso aislado en cuanto a ser periodista, escritor y militante de izquierda. En el mismo diario estaban Carlos Somigliana, dramaturgo, amigo del alma de Cossa, y Osvaldo Soriano, muy reconocido novelista. En esa misma línea estaba en Noticias, Rodolfo Walsh, célebre escritor y jefe de inteligencia montonero, si bien el humor brillaba en él por ausencia.

Cossa empezó a practicar el periodismo en Clarín. Luego colaboró en revistas y en 1971 se integró al área cultural de La Opinión. Pocos años más tarde creó el suplemente cultural de El Cronista, y lo llevó a un primer nivel de calidad. Los que estudian la obra de Cossa y los que estarán trabajando ahora en su biografía, deberían ver los archivos. También supervisaba el área de deportes, donde daban sus primeros pasos algunos periodistas como Eduardo Van der Kooy y Osvaldo Pepe.

Tito y Perrota podrían ser biografías paralelas. Tito, un intelectual cultivado y transparente. Perrota, un empresario con vergüenza de clase y lenguaje cuasimarxista, un pie en la izquierda y otro en la derecha, que termina torturado y asesinado por el Ejército, con la complicidad directa o indirecta de la Armada. Fue así: Perrota se fue a Nueva York donde vivía una hermana. Unos meses después estaba de vuelta en Buenos Aires. Llamó a Ricardo Kirschbaum, que ya trabajaba en Clarín y hoy es su editor general.

-¿Qué hacés acá? Te van a liquidar.

-Noooo. Tengo todas las garantías del Negro (Massera), respondió.

Perrota era ingenuo, no medía el peligro.

Tito era corajudo y coherente; meses antes del golpe militar fue amenazado de muerte, junto a otros intelectuales como Osvaldo Dragún y artistas como Luis Brandoni, por el grupo ultraderechista Alianza Anticomunista Argentina. La Triple A venía ejecutando a gente prominente de la izquierda. Algunos amenazados se exiliaron. Él siguió en la ciudad, decía que se había exiliado en Palermo. Massera, que era enemigo político del jefe de la Triple A, el ministro José López Rega, le ofreció a través de Perrota una custodia de la Marina. “Decile al almirante que si le hace falta yo le mando unos pibes de la parroquia de mi barrio», mandó a decir Cossa.

Es fácil ver en esta respuesta a uno de los mejores dramaturgos de toda la historia argentina y a uno de los periodistas que todos los periodistas admiramos.

Roberto Guareschi fue secretario general de redacción de Clarín y compañero de Cossa en El Cronista.

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