La expresión francesa “déjà vu” remite a la sensación de revivir algo que ya se experimentó en el pasado. Significa “ya visto”: cuando una situación actual es extrañamente familiar, aunque no exista evidencia de haberla vivido anteriormente. Este fenómeno está relacionado con procesos neurológicos, psicológicos e incluso cognitivos. Y, en algunos casos, puede asociarse con condiciones médicas como la epilepsia del lóbulo temporal. Pero, en el caso de la Argentina y sus maldiciones cíclicas, más bien parece un fenómeno político.
Una y otra vez, incansablemente, volvemos a tropezar con las mismas piedras. No recordamos. No aprendemos.
Veamos si no lo que dicen los noticieros de estos meses calientes.
Dólar inquieto.
Salvataje multimillonario del FMI.
Corridas cambiarias.
Bicicleta financiera (o “carry trade”, más moderno).
“Toto” Caputo.
Mago sin Dientes.
Está claro que los fantasmas acechan. Desde un ministro de Economía que se mira en el espejo de su fallida intervención durante los tiempos de Mauricio Macri hasta el personaje cómico de Marcelo Tinelli que fue una de las caras de la derrota en el búnker de Cambiemos en 2019 y hoy vuelve a merodear a otro presidente, que con mucha razón no lo recibe. El Mago fue hasta la Casa Rosada y luego hasta la Quinta de Olivos para intentar entrevistarse con Milei y la bizarra escena se hizo tendencia en redes y medios, como metáfora del pasado que pugna por volver.
Pero el “déjà vu” va un paso más allá cuando el propio Presidente, en su discurso tras el mazazo de las elecciones bonaerenses, suelta la frase inmortalizada por Macri en sus años de poder y corridas: “Lo peor ya pasó”. Frase que, como todos recordamos, fue la antesala del infierno que expulsó a los amarillos del poder y trajo de regreso a los K.
¿La película no les suena?