Otra vez se escuchó el sonido de un shofar -instrumento de cuerno animal utilizado en ceremonias judías- y hubo videos de bombas atómicas y edificios implosionando. Pero también un compilado de imágenes de campaña con música de Rocky y un mensaje grabado con estética presidencial. Recién después de todo eso Javier Milei ingresó por una puerta trasera del Estadio Movistar Arena, con un sobretodo negro, y fue arrastrado hasta el escenario en un pogo gigante al ritmo de Panic Show.
Delante de una pantalla gigante que rezaba «Milei 2023. La única solución » y rodeado de los principales candidatos, Milei cerró la campaña arengando por una victoria en primera vuelta el próximo domingo.
«Necesitamos fiscalizar, redoblar esfuerzos y si mucha de la gente que no fue a votar decide hacerlo es probable que podamos ganar en primera vuelta», lanzó.
Desde un palco le tiraba besos su novia, la comediante Fátima Flores, con un vestido violeta libertario de lentejuelas brillantes.
En el resto del discurso, repitió los conceptos de siempre y cargó contra «la maldita casta»: «los políticos chorros, los empresarios prebendarios, los sindicalistas que entregan a los trabajadores y los micrófonos ensobrados».
«Para los que dicen qué es un salto al vacío… Los únicos que van a caer al precipicio son ustedes, los chorros de la casta política», gritó, mientras el público le devolvía la euforia al canto de «que se vayan todos», «primera vuelta la puta que lo parió» y «ponga huevos liberales que el domingo, cueste lo que cueste, tenemos que ganar».
Antes que él habló Alberto Benegas Lynch hijo -el padre del candidato a diputado nacional- , considerado para Milei el «prócer» del liberalismo. En su discurso consideró que «lo que está haciendo Javier» para es para él «un órgano intelectual» y abonó la interna con el Papa Francisco al proponer «suspender las relaciones con el Vaticano mientras en su cabeza prime el espíritu totalitario».
Ramiro Marra, candidato a jefe de Gobierno, en el Movistar Arena. Foto: Martín Bonetto
Euforia y cánticos
En los alrededores del microestadio, la concentración empezó antes de las 17.
En la esquina de Corrientes y Dorrego el candidato a jefe de gobierno porteño, Ramiro Marra, estuvo a cargo de agitar la previa con pogos, bombos, trompetas y bengalas violetas al grito de que «que se vayan todos», » la casta tiene miedo» y «el que no salta es radical». También volvió a vender dólares.
Entre ellos se vieron a los primeros grupos del sindicato de gastronómicos, liderados por Luis Barrionuevo, que después llegaron en mayor número en micros.
Las filas para retirar entradas en el Mileimóvil, estacionado en Corrientes y Dorrego, daban la vuelta al Parque Los Andes. Desde adolescentes a cincuentones; de Capital y del Conurbano.
Carlos de Belgrano fue solo porque todo su círculo de amigos y familiares vota a Bullrich. «Yo voté a Alfonsín, a Menem, a Macri. Todo igual. El único cambio puede ser este y a largo plazo, no va a cambiar todo mañana», dijo.
El cierre de campaña de Javier Milei. Foto: Martín Bonetto Jorge es de Merlo y todo lo contrario. La familia entera está con Milei. «Tengo un tío ultra kirchnerista que lo vota. No lo puedo creer», sostuvo entre risas.
Entre la multitud pudo verse más del doble de varones que de mujeres. El voto femenino es un desafío para Milei y las declaraciones recientes de la candidata a diputada Lilia Lemoine – que propone una ley para que los padres puedan renunciar a la paternidad de hijos no deseados- no cayó bien en el mundo libertario.
«No quieren hablar de Insaurralde ni de la inflación y se agarran de esta boludez» dijo Lemoine a Clarín en un breve contacto. Negó reproches internos, pero entre dijo que algunos le espetaron para qué fue a esa entrevista.
En la calle el tema era conversación de la militancia. «Creo que no se explicó bien, no está mal algunas cosas que dice, te digo yo que hice un juicio porque el padre no me pasaba la plata que corresponde » dice Silvia, mientras hace la fila con su hija.
«El concepto de lo que dijo es el de igualdad entre el hombre y la mujer. Si la mujer puede elegir, el hombre también. Pero no era el momento», agrega otro militante que escucha la charla.
En doble fila una camioneta con el baúl abierto administraba las cajas con entradas. Ahí estaba Karina Milei, dirigiendo el operativo.
Ninguno se había inscripto antes en ninguna web, no le pedían identificación. Allí se repartía el grueso de los 15 mil lugares vacantes.
Entre ellos, vendedores ofrecían el merchandising libertario: el peluche motosierra $ 5 mil, banderas amarillas con la figura del león estampado a $ 2 mil, gorras negras con la inscripción de «las fuerzas del cielo» a $ 4 mil. «Cuatro dólares. Más barato que MacDonalds» decía su vendedor.
Otro puesto repartía boletas mientras a pocos metros, con un megáfono en mano, una mujer preguntaba quién quería anotarse para fiscalizar el domingo.
Ese punto será clave de acá al domingo. En las PASO no llegaron a tener fiscales ni en la mitad de las mesas y dijeron que les robaron al menos 5 puntos. Ahora apuntan a tener todas las escuelas controladas.
Bajo la arenga de conseguir una victoria en primera vuelta Milei polarizará con Sergio Massa hasta el final, y busca a robarle electorado a Patricia Bullrich apelando al «voto útil» y presentándose como única opción capaz de «enterrar al kirchnerismo».
Como contó Clarín, el libertario concentró sus últimas actividades de campaña en la provincia de Buenos Aires, porque en su equipo consideran que un crecimiento significativo en ese distrito, el más populoso del país, es la llave para lograr esa hazaña.
Pero también apuntan a los 10 millones que no fueron a votar que consideran que creen que un los indecisos, los que no fueron a votar, y los jóvenes.
También mantendrán el tono épico que le imprimieron a las últimas semanas de campaña: la de un Milei salvador, que autografía motosierras y se abraza con niños que lloran al conocerlo en las caravanas de campaña. El único que puede resolver la crisis del país.
Esa imagen provocó en los últimos días un dardo directo del Papa Francisco, quien señaló que «el Mesías es uno solo» y «los demás son todos payasos del mesianismo”.