El tercio que es más techo que piso
Los partidos recibieron este fin de semana el resultado de los focus groups para detectar dónde están los bolsones de votos disponibles para el 22 de octubre. Nadie cree que haya un corrimiento de un tercio hacia otro. Los tres candidatos han llegado al techo de los votos razonables de sus fuerzas.
El rumbo para la búsqueda de esos votos está en los bolsones de votos en blanco, abstenciones, etc. Ese segmento puede crecer durante la campaña, con la pérdida de votantes desahuciados de Juntos por la Patria y el escepticismo sobre la suerte de Massa, que sueña con hacerse con los votos de Juan Grabois. O con quienes votaron a Milei, pero se asustaron -hipótesis que divierte a Macri en las peñas privadas-.
En los cuarteles de Bullrich es donde tienen que asegurar por ahora el voto propio. La disidencia con el radicalismo de la CABA, del que Jorge Macri quiere divorciarse definitivamente, puede producir migraciones de enojados. Sacaron 48% de los votos porteños y ganaron 10 de las 15 parroquias en juego, y cuando pasó el tren de la alegría para festejar, los dejaron en el andén.
Macri, de paso, para aprobar comando de campaña
Patricia espera estas horas la llegada de Macri a Buenos Aires -estará un par de días y vuelve a viajar a España-. Es el teórico de la doctrina de que hay que sacarse de encima a los radicales y de que Milei sería el mejor amigo en una elección, y en un eventual gobierno de Milei o de Patricia.
Ella le presentará a su tutor la nómina del comando de campaña que mostrará desde esta semana. Lo integran gobernadores electos, presidentes de partidos de la coalición y de jefes legislativos. Patricia alardea de que quiere un cambio con gente joven, un argumento muy de la tercera edad. No quiere nombres contaminantes porque le teme al escrache como “casta”. Por eso prefiere que en nombre del larretismo esté Diego Santilli, por ejemplo, y no el propio Horacio.
Para disciplinar, la arbitrariedad
También necesita la fórmula del mensaje de Mauricio para cerrar la purga de radicales en la CABA. Le han encargado a Daniel Angelici, agente doble que juega y cobra (en el buen sentido de la palabra) de macristas y radicales, que baje las iras. Jorge Macri entiende que el reparto de dignidades tiene que ser entre él y Horacio. ¿Y los radicales? Los radicales son tuyos, pagás vos.
Larreta entiende que Jorge también es candidato por el voto de los radicales. El primo se puso duro y los desairó al designar de vice sin aviso a Clara Muzzio, y al pedirle la renuncia a María Migliore, ministra de Desarrollo Social de Larreta. La señaló como ejemplo de funcionarios que no trabajaron por él sino por Martín Lousteau.
Nadie puede creer en serio eso, lo que demuestra que se trata de un gesto de arbitrariedad que busca disciplinar en esta transición a una tropa que sabe que Macri es el tutor de Jorge, como de Patricia y Néstor Grindetti. Fueron críticos del doble comando del gobierno de los disfuncionales Fernández, pero la necesidad de disciplinar a los propios les impide evitar el mismo error. Intentan construir autoridad sobre la arbitrariedad.
Si a María Migliore, que es una santa, le pidieron la renuncia, ¿qué no harían conmigo, que también soy un santo? (creo, no sé). Hablando de santidades, Migliore no tenía mucho futuro bajo el mando de Jorge. Ella representa el fuerte compromiso de Larreta durante ocho años con las organizaciones de la economía popular.
Migliore pertenece a ese espacio y era la valedora de las relaciones con Juan Grabois. Jorge Macri y Patricia Bullrich abominan de esas relaciones. El propio Larreta en su plataforma de gobierno tenía un completo capítulo sobre la economía popular que el macrismo ya sepultó.
La lupa sobre los cuzquitos mimados
De esas pesquisas de campaña comienzan a surgir brechas por las que entrarles a los adversarios. Por ejemplo, buscan detectar si Milei y su compañera de fórmula tienen o no hijos. No han aparecido hasta ahora, salvo los cuzquitos mimados (escuchar “La señora del chalet”, tango de Rivero y letra de José Pagano) a los que Milei les reconoce el rango de hijos.
¿Hay algún punto débil que permita explotar una contradicción en la campaña? Mucha gente vota por gente a la que querría que se pareciesen sus hijos. ¿Hay gente que querría un hijo como Milei? O, ¿cuál es el programa de esa fórmula para la familia?
Otra franja en estudio es la posición ante la despenalización del aborto. La fórmula de Libertad Avanza ha hecho profesión de fe celeste, y eso la emparenta con un 60% del voto de Cambiemos que es también celeste. Pero la juvenilia que jura por Milei, es verde, proabortista.
Algo van a encontrar para sacarle provecho a esa contradicción. Los análisis pos-PASO señalan, además, que el voto Milei es misógino. Arrolla entre los varones, pero las mujeres son más reticentes. Hay algo para hacer ahí también.
La cuadratura del círculo
Esta sintonía fina interesa porque Patricia tiene que regular la mira de sus críticas hacia Milei, que hasta ahora parecen brindis amigables a lo Macri. Pensando en un balotaje hay que saber elegir el adversario, pero moderar las agresiones. Si Patricia insiste en una campaña de adjetivos, no sale de la impresión de ser segunda marca. Tiene que hablar del personaje, no de sus ideas, que comparte.
Ante el peronismo, insiste en que hay que erradicar la «matriz kirchnerista» de la Argentina. Sacar a Kicillof de la provincia de Buenos Aires es un objetivo mayor, como haber sacado a los Kirchner de Santa Cruz. Pero puede ganarse el voto en contra de un peronismo que está en el radar y que podría votarla a ella en un escenario de balotaje contra Milei.
De la misma manera, si extralimita su demonización de Milei, y entra con Massa a un balotaje, que se despida de esos apoyos. Es así. La política, como la economía, es un juego de manta corta. Es encontrar la cuadratura del círculo. Por eso la llaman política.
Confían también en las elecciones provinciales pendientes, que pueden modificar el plano inclinado en contra de las PASO. Confían en buenos resultados de JxC en Santa Fe (10 de septiembre), en Chaco (17 del mes próximo) y Mendoza. Pero ya no saben a quién hacerle caso en materia de pronósticos.
El corsé del pensamiento único
La agenda que unifica a Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa les plantea un desafío de ingenio y estrategia: encontrar el espacio donde recoger los votos que les permitan entrar con los mejores números en la primera vuelta y en un eventual balotaje.
Las PASO son un momento dirigencial, se juegan armados de punteros y su producto es la validación de candidatos y la fumigación de los perdedores. Ya la primera vuelta es una situación de urna. Manda el ciudadano, que puede observar alguna disciplina partidaria. La segunda vuelta es un tercer momento de libertad total del voto. Ningún dirigente puede hacer mucho para encaminar las preferencias.
La colectividad política ha perdido la brújula que eran las encuestas, y vuelve a descansar en el olfato del político, su sentido profético, su visión sobre lo que viene y su capacidad de comprensión de las personas y los hechos. No está mal.
Es una mejora sobre lo que teníamos. Es apasionante el laboratorio de conductas que muestra el mapa que dejaron las PASO. Los candidatos que tienen chance de entrar en la siguiente vuelta electoral forman un pelotón de tres tercios. Sumados representan el 81,58% del total de votantes, y los tres candidatos comparten en lo esencial un mismo programa de gobierno con eje en reformas de la economía.
Los tres conglomerados, con distinta música, entonan la misma letra: una economía sin inflación, sin déficit, con menos endeudamiento, menos subsidios, con más desregulación, creación de empleo, achicamiento del Estado y reducción de los planes de asistencia a los pobres.
Es la agenda que instaló en la Argentina el gobierno de Cambiemos en 2015 y que ha significado un triunfo cultural por sobre otras recetas. Ese triunfo cultural es el que marca el sendero en el corto, medio y largo plazo. En lo fundamental rechaza el modelo de economía autárquica, de alto endeudamiento, control de cambios, festival de subsidios y de impuestos, expansión del gasto, estatizaciones onerosas y proteccionismo a ultranza.
Nadie le gana a nadie
La unanimidad del tripe empate deja a las tres formaciones con un espacio estrechísimo para mejorar sus números. Este fin de semana, los primeros sondeos que nadie quiere mostrar, mantienen los números de las PASO, con un ligero repunte de Milei y un empate a la baja de Massa y Bullrich (35/37 %, 25/27 % y 23%), respectivamente.
La dificultad de hacer diferencias es descomunal. Si el público hubiera creído que los teoremas explosivos de Milei eran buenos, habría ganado por una mayoría irremontable. Y ahí quedó en un ligero 30,04% y nadie sabe en dónde va a encontrar el recurso para aumentarlo.
Bullrich-Larreta unificaron su campaña en el llamado a un cambio «definitivo», que erradicase la «matriz kirchnerista». Un discurso viejo que quedó en el pasado, cuando la existencia de Cambiemos se explicaba como alternativa al peronismo del ciclo duhaldo-kirchnerista.
Pero cuando Cristina de Kirchner, que apalancaba la polarización con Cambiemos desde 2015, se dio de baja de la candidatura, produjo un descalce que anuló esa dialéctica. Arrastró al retiro al propio Mauricio Macri y dejó a la oposición tirando golpes al aire. Un drama, porque entre 2015 y 2021 Cambiemos representó, con un creciente porcentaje de los votos sobre el total, a la burguesía de los grandes distritos, en donde conservó, aun perdiendo como en 2019, el nivel de adhesiones.
Es la fuerza más obligada a renovar el discurso, porque quedó deteriorada por la pelea entre Macri y Larreta, que desangró la energía para ir con listas unificadas a unas elecciones bien difíciles. No hay otro motivo que esa pelea que promocionaron Macri y Bullrich, para explicar que Patricia y Larreta hayan sacado 28,27%, y ninguno de los dos haya superado el 20%.
El peronismo disperso como nunca antes
A Massa le toca lo peor. Tratar de hacer una campaña defensiva de la agenda malhadada del oficialismo es un negocio de muy pocos, que tienen la tarea de sostener posiciones de gobierno que no quieren resignar de ninguna manera. Tiene sólo el recurso de despertar al peronismo de las provincias, que ya ha resuelto el control de sus territorios en elecciones adelantadas.
De todos esos peronismos se aparta la postulación de Juan Schiaretti, que no ha encontrado calce para una propuesta que dice defender un capitalismo moderno, que represente a los sectores que producen riqueza en la Argentina, los farmers y los extractivos, el campo y la energía.
Schiaretti desaprovechó el pasamanos de la historia en 2019 para ponerse a la cabeza de un peronismo republicano que quedó dentro de Cambiemos. Hoy lo llama Sergio Massa en público para que se sume a su candidatura. Massa dinamitó aquella mesa de los 4 que encabezaba Schiaretti con Pichetto, Lavagna y Urtubey.
El que llega tarde al pasamanos es ahora Massa, que recibió un portazo del electo gobernador de Córdoba Martín Llaryora. Este prefiere blindar su relación con Schiaretti, aunque pierda las elecciones. Peor sería perder con quien ya perdió, Sergio.
Paliza de la oposición en alquileres
Estos reacomodamientos no impiden que la política siga rutinas también virtuosas, como ocurrió el miércoles en la sesión de Diputados. La oposición, que perdió las PASO, se reacomodó después del golpe y con la tarea de dos legisladores con fuerzas propias -Mario Negri y Silvia Lospennato-, conmovieron a todo el Congreso.
Negri, jefe del interbloque que no tiene reelección porque fracasó en imponer una lista única en Córdoba, había disparado un misil contra el oficialismo. El 5 de julio, confiando en que a Cambiemos le iría mejor de lo que le fue en las PASO, clavó un pedido de sesión especial para tratar la reforma de la ley de alquileres. Comprometió en aquel momento a todos los bloques, menos al oficialismo y a la izquierda.
En la sesión del miércoles, logró junto a Silvia Lospennato, secretaria del interbloque:
1) El quórum para sesionar.
2) Voltear el dictamen de mayoría del peronismo de reforma de la norma.
3) Hacer aprobar un dictamen de minoría con 125 votos, una proeza impensable.
4) Bajar el proyecto del macrismo a ultranza que quería, como Milei, la derogación de la anterior ley, que data del macrismo y ha quedado pulverizada por la realidad.
5) Que Milei votase junto al Frente de Todos por el rechazo a cualquier norma.
Es un éxito que inspira en la campaña que tuvo otra protagonista, la diputada Graciela Camaño, que también se va de la Cámara.
El triunfo de los perdedores
Una oposición dividida y desflecada por el segundo lugar en las PASO, y conducida por Negri que termina su mandato y una Lospennato que perdió con la lista de Larreta, le propinó un revolcón al oficialismo logrando un éxito de mayoría siendo minoría.
No hay mejor radiografía de la debilidad del gobierno, que no tiene conducción en el Ejecutivo ni ya en el legislativo. Con un Máximo Kirchner callado la boca durante la sesión, dieron el quórum para la aprobación del dictamen de minoría y esperan una oportunidad de revancha en el Senado.
Pero si le hacen modificaciones, Diputados puede imponer su proyecto con la misma mayoría simple con la que se aprobó: 131 a 106. Eso es lo que vale el peronismo del Congreso: 106 voluntades. Una pincelada humana: Lospennato, secretaria del interbloque, expuso en la reunión previa los riesgos que podían correr si perdían la partida.
Sin hablar de su duelo por la derrota de Larreta, dijo que no se sentía con el mejor ánimo para hacerse cargo de llevar adelante la sesión en representación de su bloque. «Si hay alguien que se sienta en mejores condiciones que yo, acá están las carpetas». La interrumpió Pablo Tonelli, otro diputado que deja la banca, y le dijo: «Si alguien dice acá que está en mejores condiciones que vos, está mintiendo. Vos tenés que hacerlo».
Sobre Negri, meditó la izquierdista Myriam Bregman: “Y se va a ir Negri, que es el único que acá tiene sentido común”. Negri juntó a todos los bloques opositores en su despacho, que fue el comando para esa batalla. Disciplinó a los radicales que querían hacer modificaciones al proyecto de minoría que podían debilitar la estrategia de la unidad. Y blindó el quórum hasta con la promesa de Carolina Píparo, adlátere de Milei.
Importa este entendimiento porque los gestos públicos que se cruzan los dirigentes entre sí no siempre son los mismos. Y más en Cambiemos, en donde algunos se siente arrinconados por el temor de que el castizo Milei -alcaloide de la casta que dice combatir- les saque votos o los desprestigie como “casta”. Es el costo de los deslices de Macri en favor del liberista y del placer que parece encontrar en la tutoría de los tres candidatos que ganaron las PASO: Patricia, Jorge y Grindetti.
¿Por qué no lo festejaría si es lo único que le queda después de resignar su protagonismo en una candidatura? Logró dominar la interna del PRO, pero con eso logró que saliese segunda en las PASO, en una elección que hace un año tenían ganada. Sólo les quedaba no perderla. Y lograron perderla.