Tras la llegada al poder de Lula en Brasil, los europeos buscaron revivir el acuerdo. Pero se encontraron con una resistencia inesperada a sus duras y cambiantes exigencias.
En unas declaraciones que reflejan el pesimismo que empaña nuevamente las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea para alcanzar un acuerdo de libre comercio, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se sinceró este martes en Bruselas.
El funcionario de origen español manifestó que la propuesta de anexo medioambiental al tratado de asociación en negociación con el bloque que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay no fue “bien recibida” por los países sudamericanos. Sobre todo por el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva y por Alberto Fernández en Argentina, que en lo que le resta de mandato hará en esta cuestión lo que diga su amigo de Brasil. «Brasil y Argentina nacieron para estar indisolublemente unidos», le dijo a su amigo el lunes en Brasilia, lo que callaba cuando gobernaba Jair Bolsonaro.
“Se ha presentado un protocolo adicional que no reabre el acuerdo, sino que lo complementa para tener en cuenta las preocupaciones de carácter ambiental de varios países europeos”, dijo Borrell en una comparecencia en la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.
Borrel tambien confirmó que había resistencias en dicha negociación que siguen vivas en algunos países y que entonces los sudamericanos consideraban que desde el acuerdo entre los dos bloques de junio de 2019, los europeos habían cambiado las reglas de juego. Lo que es efectivamente así.
Clarín se encuentra junto a otros medios en Bruselas, invitados a un programa para periodistas argentinos a las instituciones de la Union Europea, en coincidencia con la visita que hizo hace semanas a la Argentina y Brasil la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y sobre todo en las vísperas de la cumbre entre los presidentes de la UE y los de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tendrá lugar aquí el 17 y 18 de julio.
En las conversaciones bajo estricto off the record que mantuvo Clarín aquí en Bruselas, los funcionarios reconocen que si bien con el gobierno de Bolsonaro y su política más negacionista sobre medioambiente -al ex presidente lo consideran literalmente “tóxico”-, las reglas siguieron cambiando por la presión de diversos grupos verdes. A su vez, países más duros desde la primera hora siguen reticentes con la cuestion de abrirse en materia agrícola. Sobre todo Francia e Irlanda.
Para destrabar el acuerdo; y ya con Lula en el poder, negociadores de ambos bloques acordaron salvar el acuerdo de 2019 con un protocolo adicional. Pero no esperaban la dureza que desplegó Lula tras su paso por Europa de la semana pasada. “Me muero por llegar a un acuerdo, pero no es posible que la carta adicional que hizo la Unión Europea no permita llegar a un acuerdo”, dijo entonces Lula tras su encuentro con Emmanuel Macron en Paris.
Y su asesor Celso Amorim dijo que Brasil no aceptaba negociaciones sobre bases «neo coloniales». Como lo dejó expuesto en su conferencia junto a Von der Leyen en la Casa Rosada, Alberto Fernandez piensa casi en los mismos términos. No tiene el equipo de negociadores más robusto y duro que muestra Lula pero sigue ese camino.
Los europeos ahora esperan la respuesta a un borrador que enviaron a los cuatro países del Mercosur. Se espera que el debate siga en la cumbre de presidentes del bloque sudamericano del viernes 3 y 4 de julio, en Puerto Iguazú. Pero ninguno de los tiempos para cerrar el acuerdo este año se viene cumpliendo.
Aquí en Bruselas dicen que la pelota está del lado sudamericano. Si fuera por Uruguay, dicen, se firmaría ya. Pero en Bruselas sienten que para el Mercosur el acuerdo “ya no es prioridad”.
Pero Brasil, el socio más grande y que toma la presidencia del bloque ahora en julio, pide por un lado que sea revisada la política de compras gubernamentales y que se haga “equilibrio” de concesiones comerciales entre los dos bloques para que las empresas sudamericanas sean beneficiadas y no solo las europeas, como esta mas o menos planteado ahora.
Por otro lado, considera que la ley anti anti-deforestación aprobada por Europa puede afectar seriamente el acceso de ciertos commodities al mercado europeo si esos productos provienen de zonas deforestadas desde 2021: carne vacuna, café, cacao, madera y otros. Ademas encarecerá los costos de productores que deberán demostrar que no desforestan. También se negocia una tasa extra relacionada a la huella de carbono.
Tan tensas están las cosas y tan disgustados los europeos con las posiciones de Lula no críticas a Rusia en su guerra contra Ucrania, que el brasileño puso en duda su participacion en la cumbre de CELAC-UE, de julio; lo que sería un mazazo para la UE como para los latinoamericanos. Ya bastantes diferencias existen en las negociaciones del borrador.
Sobre el acuerdo Mercosur-UE, Borrell reconoció que cuatro años después de que se cerrara el texto del acuerdo de 2019 las negociaciones casi no avanzaron.