17 enero, 2025

Jorge Liotti: “En el Presidente hay un tono de agresividad extrema”

Una encuesta realizada por la consultora Poliarquía reveló que el periodista Jorge Liotti es el segundo más respetado por el círculo rojo. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), el jefe de la sección política del diario La Nación sostuvo que su intento de “no caer en los extremos” es respetado por el establishment y definió la relación entre el periodismo y Javier Milei como “tortuosa”. Por otra parte, advirtió que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trae un “cambio de época” que presentará un desafío para el periodismo. 

Jorge Liotti es periodista, columnista y editor jefe de la sección política del diario La Nación. Previamente fue editor de política del diario PERFIL y en la agencia noticiosa DyN. Jorge Liotti fue reconocido como uno de los periodistas más respetados e influyentes del país en una encuesta realizada por la consultora Poliarquía. 

¿Te sorprendió verte allí, por encima de periodistas como el presidente de la Academia, Joaquín Morales Solá, como tantos otros de muchos años de enorme trayectoria?

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Sí, un poco sí porque el resto del grupo que está allí considerado son periodistas de muchísima trayectoria y de altísima visibilidad. Te diría que ahí soy un poquito infiltrado, con un perfil bastante más bajo. Prácticamente me dedico en forma casi exclusiva al periodismo escrito, que hoy es un periodismo poco reconocido, o menos considerado que el audiovisual. Igualmente, al tratarse de una encuesta segmentada en el área política, económica, puede generar esos desvíos. Pero sí, fue un poquito sorprendente.

¿Cómo explicás que en los últimos dos o tres años se haya producido este fenómeno, esta irrupción, como un cometa, de Jorge Liotti al podio de los periodistas de más reconocimiento, aunque sea por el círculo rojo?  

Creo que fue una construcción bastante lenta. De hecho, esto ya me encuentra habiendo transitado más de 30 años en el trabajo profesional, la mayor parte con un perfil muy bajo. Empecé a tener alguna visibilidad cuando empecé a escribir columnas regularmente en La Nación, más o menos alrededor del año 2017 y 2018 cada dos semanas. Fue algo que fue ganando terreno progresivamente en los últimos años y probablemente adquirió un lugar propio. 

Es difícil hablar del trabajo de uno, al menos para mí, pero te diría que he tratado de mantenerme fiel a dos o tres principios básicos. El primero es tratar de hacer análisis político en la concepción más antigua del término, tratando de diferenciarlo un poco de la opinión política, que fue una tendencia bastante generalizada en el periodismo en los últimos años, con tomas de posiciones muy nítidas. El análisis, si bien obviamente entraña una dosis importante de subjetividad, tiende a apoyarse mucho más en la recolección de datos, de testimonios, de impresiones, y trata de fundamentar argumentativamente las posturas. Ese para mí es un género con el cual me identifico mucho.

En segundo lugar, te diría que he hecho un esfuerzo durante mucho tiempo y ahora, con las nuevas tensiones a partir de la llegada de Milei al poder, de no caer en la tentación de tomar bandos, que muchas veces es más redituable en términos de volumen de audiencia. Por eso hacía la distinción, quizás, en lo audiovisual, donde hay más tendencia a la confirmación de sesgo que al periodismo escrito. Trato de mantener un equilibrio, una equidistancia y una valoración, desde lo personal, lo más genuina y transparente posible para no caer en los extremos. Eso que hoy está un poco devaluado, porque muchas veces las audiencias prefieren posturas más nítidas y combativas. Este segmento, el que trata del establishment, el que trata de entender e interpretar, me parece que lo valora.

En particular en este último tramo de Milei como presidente, he tratado de aportar interpretación sobre un personaje y un fenómeno político totalmente inédito para la historia argentina, que tiene muchísimas aristas. En todos los procesos, como en la época del macrismo y la tentación de la confrontación con el kirchnerismo he tratado de no comprar esas antinomias y esas necesidades políticas, porque no son parte de lo periodístico. Si hay un valor que tienen esas columnas o esos posicionamientos, creo que debe ser eso.

Me parece que todo lo que acabas de decir, fundamentalmente para todos aquellos que todavía estudian periodismo, en una profesión que viene reduciendo la cantidad de personas profesionalmente a la mitad cada cinco años, es una especie de faro. Me gustaría un análisis, primero, de la relación del periodismo con el actual presidente, Javier Milei.

Es una relación compleja, tortuosa, muy difícil. Especialmente por lo que vemos públicamente. Yo creo que allí hay prejuicios. Hay un estilo del Presidente, que no afecta solo al periodismo, porque lo ha hecho con la oposición política y con el establishment económico, que tiende a ser muy agresivo en su retórica y que envuelve, en particular, al periodismo, al que él identifica prácticamente como parte de la oposición política. En el Presidente hay un tono de agresividad extrema. 

Liotti expresó que el tono de “tono de agresividad, extrema de invalidación y de generalización” por parte del presidente Milei “denostan tremendamente el ejercicio profesional”

Después ocurre, y esto también hay que decirlo, no veo que haya una discriminación de determinados medios o periodistas en el suministro de información. Por lo menos no lo veo de ese modo. Por ejemplo, si lo comparo con el período probablemente más complejo en ese aspecto, que fue el segundo mandato de Cristina, donde los funcionarios tenían la orden de no hablar, o había que encontrarse en un café secretamente porque tenían miedo a la represalia. Esa parte yo no la veo, pero en lo que tiene que ver con los posicionamientos públicos del Presidente, me parece que hay un tono de agresividad, extrema de invalidación y de generalización, con el tema de los “ensobrados” y ese tipo de términos que denostan tremendamente el ejercicio profesional y que no contribuyen en nada. Tensan la relación y tampoco generan mejor periodismo.

Creo que en los momentos de mayor turbulencia es cuando no hay recetas mágicas. Hay que volver un poco a lo básico, a las nociones generales del periodismo, tratar de mantenerse en el lugar y apelar a las herramientas que tiene el periodismo para tratar de llegar a las audiencias, que a veces están más receptivas y a veces menos. En gran medida, el periodismo, o sectores del periodismo, tenemos que dejar de enojarnos tanto contra el poder y nuestro objetivo principal tiene que volver a ser seducir y conectar con las audiencias. Si el periodismo se fortalece en la relación con las audiencias, el poder político tiene menos razones o menos incentivos para martillar sobre un clavo que entiende que está flojo. Entonces, tiene que fortalecerse ese clavo, y ese clavo se fortalece cuando las audiencias creen fuertemente en el periodismo, cuando le dan credibilidad, cuando lo siguen, cuando lo respetan. Como eso no venía bien, Milei aprovechó fuertemente para un poco sacudir el árbol. Creo que es tarea nuestra tratar de recomponer ese lazo con las audiencias, con los lectores, con los televidentes y demás.

Hace unos años Elon Musk compró la ex Twitter y ahora Zuckerberg se está adaptando al mismo modelo, sin quitar las noticias dudosas y sospechosas de ser fake news. Incluso organizó una cena para el presidente Trump de festejo de su asunción, como diciendo que los dueños de las redes sociales se alinean con el discurso del presidente Trump. ¿Cuál es tu visión de qué daño puede producir eso al periodismo en su conjunto?

En primer lugar, haría una mención veloz para decirte que creo que estamos frente a un cambio de época tremendo con el regreso de Trump al poder, porque creo que es un Trump que llega en otras condiciones respecto de lo que fue su primer mandato. Llega fortalecido, ratificado con un grupo de leales, sin condicionamientos del Partido Republicano y sin reelección, con lo cual todos estos componentes me hacen pensar que vamos a ver un Trump sin filtro. Quizás uno pueda decir que la versión anterior también era potente, pero yo creo que esto va a ser distinto. 

En ese contexto, Trump viene explicando su idea. En parte, Milei adhiere a esa lógica de desintermediación de la comunicación y, en ese sentido, las redes sociales son el vehículo natural. Ellos interpretan que son parte de la horizontalización de la comunicación, pero con esos riesgos que marcas. Las redes no necesariamente hacen periodismo. Comunican y transmiten mensajes, lo cual no es lo mismo. 

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El gran interrogante de fondo, y que creo que es a donde apunta tu pregunta, tiene que ver con si esto va a terminar de sofocar al periodismo, porque en el fondo todo va a ser un lodo de mensajes inciertos, cuya verosimilitud puede llegar a ocultar su veracidad. La otra opción es que, por el contrario, eso genere tal confusión que puede haber una revalorización del periodismo y de su rol esencial, que tiene justamente que ver con clarificar qué es verdad y qué no, con contextualizar, con hablar con los responsables y con quienes toman las medidas. 

Es un interrogante de época que Trump va a agitar y que, en todo caso, deberemos ver si nosotros como periodistas, y las empresas periodísticas, si estamos en condiciones de afrontar ese desafío. Pero, fundamentalmente, deberemos ver si las audiencias que van a entrar en el segundo cuarto del siglo XXI están dispuestas a seguir valorando un tipo de trabajo y de comunicación que les garantice ciertos estándares de calidad. Ese es el desafío central de la época para el periodismo a nivel global, y Trump va a poner ese desafío arriba de la mesa, como lo hace él, a los golpes.  

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