Se creó dentro de una ex cárcel argentina y funcionó hasta fines de la década del 70′. Sin embargo, sus líneas siguen trazadas en el suelo como si continuara en uso y son recorridas por miles de turistas a diario. El Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia esconde historias de todo calibre, pero también un misterioso gimnasio polideportivo en su interior.
La prisión más austral del mundo cerró sus puertas en 1947, momento en el que el nuevo Código Penal cambió el paradigma de los presos y el terreno fue cedido a la Marina para que hiciera base en la ciudad. Fue en ese entonces cuando las nuevas autoridades convirtieron el patio techado por el que habían circulado los ex internos en un espacio para entrenar en el que, además, armaron una cancha de usos múltiples.
“Cuando el predio se transfirió, la Armada utilizó el gimnasio para practicar deporte. Luego, cuando quedó prohibido transitar ese sector, armaron otro enfrente en el que permitieron el ingreso de muchos colegios de la zona. En ese momento había deficiencia edilicia en Ushuaia. Por lo tanto, se facilitaba parte de las instalaciones ante requerimientos de la población“, indicó Carlos Vairo, uno de los fundadores del museo.
Así luce el trazado de las líneas de la antigua cancha en 2025.
Así luce la antigua cancha en 2025.
Previamente, cuando todavía era una cárcel, por ese hall central pasaban los detenidos que, por buen comportamiento, prestaban mano de obra en el bosque o los talleres. “A la mañana se abrían las celdas y los que salían a trabajar podían circular en ese lugar. No se usaba de comedor ni nada por el estilo, pero era el punto de reunión para todos los que iban“, aseguró Vairo.
Actualmente, este es un espacio estratégico para las personas que recorren el ex presidio porque cuenta con baños y mesas para descansar luego de las visitas. No obstante, cuando todavía alojaba detenidos, fue pensado como una área neurálgica de vigilancia. “El sistema utilizado para su construcción fue el de Panóptico, es decir, un punto central desde el cual se podía controlar los pabellones“, explicó Hugo Podbersich, quien fue Jefe del Departamento de Patrimonio Cultural y también guía del museo.
La base se estableció en 1950 y la Marina dejó el edificio a fines de la década del 70′, pero ese sector que fue modificado por las antiguas autoridades sigue intacto. “La canchita no se puede borrar porque picaron el cemento para que se impregne la pintura y para sacarlo habría que pulir todo. Además, la entonces Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos dijo que las cosas que hizo la Armada debían quedar”, destacó Vairo.
Más allá de ser un lugar de tránsito y conexión interna para quienes lo visitan hoy en día, el antiguo ‘centro de entrenamiento’ también supo destacarse en el cine argentino. “Un dato anecdótico es que una de las paredes del gimnasio fue utilizada como locación en la película El Viaje de Pino Solanas“, finalizó Podbersich.
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