24 febrero, 2025

Guillermo Andino: de su particular debut en cámara a la verdad sobre su vínculo con su hermana Marisa

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Guillermo Andino lleva su oficio en la sangre. Literal y alegóricamente. “El periodismo es una pasión insaciable”, sostenía Gabriel García Márquez. Mucho de eso ronda en la matriz de este profesional que, desde hace 38 años, trabaja en televisión comunicando con vocación propia y, como hijo, también enalteciendo el apellido que honra la memoria del recordado periodista Ramón Andino.

En un nuevo hito de ese trajín, desde este lunes 24 de febrero, Andino cumplirá con una asignatura pendiente, trabajar en la Televisión Pública. “Ahora solo me falta Telefe”, reconoce el hombre que, en varias oportunidades, fue convocado por esa señal, pero, por diversas razones, no pudo sumarse a su staff.

Se acomoda en la amplia mesa de una sala de reuniones cercana a un pasillo donde un inmenso letrero multicolor recuerda que alguna vez se llamó ATC (Argentina Televisora Color). Pide un cortado y agua. Apoyado en esas pócimas no solo se referirá a su nueva responsabilidad, sino también a su propia historia familiar, el dolor inquebrantable por la muerte repentina de su padre y cómo fue reemplazarlo casi “al toro”, y no eludirá reseñar el vínculo que lo une con su hermana Marisa, también una reconocida profesional de la comunicación.

De modos correctísimos y con outfit perfecto, Andino solo se desmoronará al hablar sobre Carolina Prat” data-mrf-recirculation=”n_link_parrafo”>Carolina Prat, su esposa con quien este año celebrará los 25 años de matrimonio- y cuando su memoria sobrevuele los dos embarazos perdidos por la pareja. Ni siquiera su propia experiencia con la finitud -alguna vez no la pasó nada bien- lo ubicará en ese lugar descorazonado. Habrá que hacer una pausa para que el periodista escurra sus lágrimas y recupere el aliento.

La charla rondará a agenda abierta, con un Guillermo Andino que se corre de ese sitial de perfección entronizada que irradian sus modos correctos y se permite que su interlocutor lo ahonde, como buscando descifrar un perfil tallado a lápiz de esos pintores de retratos que encuentran en el trazo algunos códices con más de un misterio.

Fascinación por lo nuevo; Guillermo Andino y su primera experiencia laboral en el canal articulado por el Estado Pilar Camacho

A partir de este lunes 24 de febrero, entre las 10 y las 12, el canal administrado por el Estado pondrá en el aire Las mañanas con Andino, que podría ser definido como un magazine de interés general que abordará un surtido de temas, cumpliendo con la esencia de este tipo de programas tan instalados en las preferencias de las audiencias de nuestro país. “Es un honor trabajar en un canal con tanta historia; de hecho, uno ingresa y lo primero que ve es la imagen de Jaime Yankelevich; para quienes somos historiadores de la televisión, el viejo Canal 7 fue la piedra fundamental de los comienzos del medio en nuestro país”.

Así sucedió aquel 17 de octubre de 1951 cuando los argentinos conocieron esa pantalla en blanco y negro que sería exponente de una masividad inusitada hasta entonces, pecheándole la primacía a la radio y, en menor medida, al cine y el teatro.

Una de las características identitarias de Las mañanas con Andino será su diversidad de columnistas, una lista conformada por Germán Marcucci (policiales), Carlos Ruckauf (análisis político), Carlos Arbia (economía y política), Guido Záffora (espectáculos), Milton Dan (medicina), Gabriel Lapman (medicina), Delfina Zimmermann (nutrición), la abogada Bárbara Schargorodsky (jubilados), Gustavo Kuffner (deportes), Alejandra “Locomotora” Oliveras (coaching) y Diego Cañete (móvil).

-Es curiosa la presencia de Carlos Ruckauf como columnista.

-Tiene la impronta de haber sido ministro de trabajo en 1975, vicepresidente, canciller, y es un hombre con una visión política inmensa y con gran capacidad de análisis. Esa experiencia nos va a servir para hacer sinergia con todo lo que acontezca en el día.

-Históricamente, los diversos gobiernos nacionales, casi sin excepción, han malentendido el rol del canal público, ofreciendo programaciones de tinte propagandístico. Tu figura, en cambio, siempre se ha mantenido al margen de toda bandería. ¿Cómo afrontarás el desafío?

-Cuando me llamaron, lo que me pidieron fue traer el bagaje de profesionalismo, de 38 años de carrera, a un programa de televisión. Acá hay un concepto de coproducción, como se trabaja en los canales privados.

-Una unidad de negocio que no genere pérdidas al canal.

-De eso se trata en cuanto a lo comercial.

-¿Qué sucede con lo artístico?

-En relación con lo periodístico, entiendo que, por algunas administraciones anteriores, el estigma de esa relación canal del Estado-canal del Gobierno, pudo haber quedado grabada, pero no es lo que acá se está demandando. Si uno ve la programación actual del canal, refrenda esto que estoy diciendo, incluso con los noticieros, columna vertebral de toda señal. Me parece bien que así sea y nos deja tranquilos a todos. La mayoría de los nombres que hoy figuran en la grilla han trabajado en la televisión privada, es gente de la industria de los medios, como soy yo. El objetivo de las autoridades es hacer una programación competente” data-mrf-recirculation=”n_link_parrafo”>El objetivo de las autoridades es hacer una programación competente y que pueda ser comercializada, por eso la idea de convocar a figuras sobre las que no haya que explicar quiénes son.

En Figueroa Alcorta y Tagle; Guillermo Andino posa en el acceso principal del edificio inaugurado en 1978, para las transmisiones en colores del Mundial de Fútbol disputado en la ArgentinaPilar Camacho

El periodista argumenta que, pensando en los contenidos de su ciclo, la idea es que tenga un tono federal. Para lograr el cometido, se les darán cabida a los profesionales del país a través de las sedes de Radio Nacional emplazadas en todo el territorio nacional. “En las las provincias hay mucha gente valiosa; siempre tengo la reminiscencia de un gran programa como El espejo, de Eduardo Metzger, que recorría todo el país. ¿Por qué no hablar con la maestra que hace 50 kilómetros a caballo para dar clase?”.

Luego de la entrevista, Andino partirá hacia uno de los estudios para observar los avances de la instalación de la escenografía de su programa. Al recorrer los ampulosos pasillos del edificio de la Avenida Figueroa Alcorta, donde funciona el canal desde 1978, todos los saludan, dándole la bienvenida. Una empleada no duda en pedirle a su compañera que le tome una fotografía con el conductor. “Con cada trabajador que me cruzo, la frase es ‘bienvenido’ o ‘es un honor que llegues a la Televisión Pública’, me hacen sentir muy bien antes de empezar”.

Tiene 57 años. Parece menos. “Soy un trashumante de la tele”, se define en un acertado axioma. “Empecé en el antiguo Canal 13 de muy chiquito, luego me fui a Canal 9 y de ahí me mudé a América. Regresé a eltrece y volví a América, donde, en la última parte, pasé 20 años de mi vida”. Realidad 87, Nuevediario y América noticias fueron algunos de los espacios informativos que lo contaron como conductor. Pero también estuvo al frente de programas como Telepasillo, Machetes, Informados de todo, Intratables, Siempre listos y Andino y el país, entre otros.

-En la Televisión Pública, aparentemente, no existe la presión por una buena medición de rating. ¿O sí?

-Siempre voy a tratar de hacer el mejor programa y que la gente me vea. El rating es importante, pero se mide solo en el AMBA, no hay muestras que reflejen lo que sucede en el país, es una asignatura pendiente. Cuando uno viaja por el país comprueba que la Televisión Pública está siempre puesta, es un parlante gigante, pero eso no se mide, es injusto. La Argentina siempre ha sido un país muy centralista.

A la hora de realizar la sesión de fotos en la puerta del canal, no falta el bocinazo a modo de saludo ni el colectivero que aminora la marcha y permite que los pasajeros observaran la escena. Podría afirmarse, sin equivocación, que la de Andino es de esas caras bien instaladas en la memoria colectiva.

-Hace un momento, decías que formabas parte de esas figuras que no necesitaban una explicación para la gente.

-Lo dije sin arrogancia y pensando en muchos de mis compañeros de la Televisión Pública.

-Está claro, pero es muy cierto que no hay que explicar quién es Guillermo Andino.

-Puede gustar o no lo que hago, pero la gente me conoce.

-¿Cómo te llevás con esa masividad?

-Muy bien, crecí con eso desde que arranqué en Realidad 87, luego de la muerte de mi viejo.

Ramón Andino fue un periodista criado en los medios gráficos que logró una enorme masividad en su paso por la televisión. “Mi papá no conoció el celular y formó parte de una televisión con cinco canales donde, el que tenía éxito, lo tenía de verdad. En esa época, sin canales de noticias, tenías que poner el noticiero del mediodía o el de la noche para informarte”.

Aquella tarde aciaga del 6 de marzo de 1987, Ramón Andino comenzó la edición de Realidad 87 que arrancaba a la una de la tarde. Sin embargo, una descompensación lo sorprendería en el aire. “Fumaba tres atados por día, en una época donde una redacción era una humareda y el que no fumaba era el díscolo”.

-¿Cómo te enterás de la noticia del fallecimiento de tu padre?

-Aún no habían comenzado las clases en la facultad y, como ya manejaba, llevé a mi mamá a una consulta médica, así que no estábamos viendo el noticiero. Cuando llegamos a casa, mi abuela nos dijo: “Vayan al canal, que Ramón se descompuso”. Del canal nos fuimos al Hospital Argerich, pero no se pudo hacer nada.

-¿Había tenido antecedentes de salud?

-Sí, en diciembre ya había sufrido un preinfarto, pero el tabaquismo no pasa por la inteligencia de las personas, no se racionaliza. Tenía 50 años, yo ya tengo siete más que él, por eso, cuando cumplí los 50 fue un shock. Era una línea medio temerosa, pero jamás he fumado y siempre hice deportes. Hoy, no pasa un día sin que alguien me lo nombre.

-Te criaste en un ecosistema donde la noticia era parte constitutiva.

-Crecí en la redacción del diario Clarín, donde mi padre fue secretario de redacción hasta que falleció. De chico, jugaba con pelotitas hechas con los cables de noticias de las “teletipo” y corría detrás de cámara mientras mi viejo hacía el noticiero.

-¿Cómo se produce ese quiebre?

-Luego de que mi viejo fallece, volví a Canal 13 por temas de seguros y trámites varios, hasta que Sergio Villarruel, que era el gerente de noticias, me citó y me dijo: “Pibe, yo no voy a poder reemplazar a su padre, pero se me ocurrió una idea” [Andino imita aquella inconfundible voz carraspeada del que fuera conductor de Buenas noches, Argentina, un recordado noticiero del prime time nocturno].

-¿Cuál era la idea de Villarruel?

-Me consultó qué estudiaba y si sabía inglés.

Andino le respondió que cursaba la licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y que se había recibido de maestro de inglés. “Hay un bingo en la sala”, pareció escuchar Villarruel ante la enumeración de ese jovencito de 19 años. “Al mes de la muerte de mi viejo debuté, no sin antes haber hecho en la calle unas 15 notas con producción de Claudio Villarruel, hijo de Sergio, que luego sería uno de los grandes productores del medio y director de Telefe”.

El 6 de abril de 1987, Guillermo Andino debutaba en Realidad 87, abriendo el programa con un conmovedor mensaje. “Escuchaba la música del programa y me temblaban las piernas. Ese día, la noticia destacada era la segunda visita del Papa Juan Pablo ll a la Argentina”.

-¿Cómo recordás ese día trascendental en tu vida?

-En el estudio había, por lo menos, treinta periodistas y fotógrafos cubriendo el debut. Mi viejo, además de buen profesional era buena persona, eso hizo que la gente me recibiera bien, que los compañeros me la hicieran fácil. Los camarógrafos y los ayudantes, que me decían “Ramoncito”, me enseñaron cómo pararme frente a cámara.

A pesar de lograr rápidamente una gran repercusión con su trabajo público, no dejó de cursar su carrera en la Universidad del Salvador. “Sergio Villarruel me dijo: ‘Pibe, esto le traerá tapas de revistas, pero, si usted me deja de estudiar, lo saco inmediatamente del noticiero´”. Se recibió cuando transitaba su primer año en la conducción de Nuevediario, luego de haber pasado varias temporadas en Canal 13.

Rápidamente, Guillermo Andino se desprendió de la catalogación “hijo de…” para afianzarse con nombre y personalidad propia. En su haber figuran unos cuantos éxitos.

Simbología. Guillermo Andino escoltado por monitores, una buena definición de su afición por las televisiónPilar Camacho

-Se encendió una vocación.

-A poco de arrancar me di cuenta que me encantaba, soy humanístico puro. De chico, ganaba premios por escritura, siempre me gustó leer mucho, era de ir a Parque Rivadavia a buscar libros y revistas viejas. Mi viejo recibía diez diarios por día, como era el encargado de hacer la tapa de Clarín, miraba a los demás medios para comparar. Crecí leyendo todo eso.

En el Colegio Marianista de Caballito, donde cursó sus estudios, le exigían leer un libro por semana. “Me recibí sabiendo no sólo quién era Gabriel García Márquez, sino también Esteban Echeverría y entendiendo por qué La cautiva y El matadero se habían escrito de tal o cual forma”.

-Más allá de heredar la vocación, ¿qué te dejó la temprana partida de tu padre?

-Uno trata de entender el carpe diem, vivir el día a día, nos puede pasar todo en cualquier momento, no somos conscientes de la finitud. Aunque, de otra forma, quizás viviríamos torturados.

-La muerte de tu padre fue esa toma de conciencia.

-En realidad, la sensación de la propia finitud la viví a los 20 años, cuando tuve tuberculosis.

En la época en la que nació, una partida fallada de vacunas generó algunas consecuencias nocivas en numerosos bebés, por lo tanto, sus padres decidieron no vacunarlo para prevenir la tuberculosis: “Durante los primeros meses, lo pasé mal”.

-¿Hubo riesgo de vida?

-Me atendieron en el Hospital Francés y agarré la enfermedad en una etapa intermedia, allí me salvaron la vida. Durante cuatro meses me dieron una inyección especial y durante un año tomé medicación. A los 20 años pensás que nada malo te puede pasar, pero esa enfermedad me hizo pensar en la finitud.

Guillermo Andino reconoce que su porte lo ayudó a ingresar al medio televisivo, pero que se trata de un recurso que no alcanza para trascender y permanecer en la profesiónPilar Camacho

-Seguramente, la cercana muerte de tu padre habrá acrecentado tus temores.

-Eso sucedió, pero acá estoy. En esa época empecé a correr y seguí jugando al fútbol.

Logró ingresar a las inferiores de Ferrocarril Oeste y también se probó como boxeador y en el vóley. Actualmente, continúa corriendo y jugando al fútbol “con los de mi edad, una vez por semana y hasta que el fútbol me retire”.

-Cuando iniciaste tu carrera, los parámetros de belleza jugaban fuerte en los medios. Podría decirse que estabas alineado a una denominada “belleza hegemónica”. Están claros tus méritos profesionales e intelectuales, pero ¿cuánto te ayudó tu aspecto físico a posicionarte en los medios?

-Me puede haber ayudado para hacer televisión, pero debo decir que, para mí, la belleza no es un mérito. Uno no hace nada para tener determinado estilo y, por otra parte, se trata de algo cultural. ¿Qué es la belleza?

-Los parámetros se han modificado a través de los siglos.

-Entiendo que hay un común denominador mayoritario que define el estereotipo de lo lindo. No pelee contra eso y si alguien me convocó o me llamará por lo físico está en su derecho, pero me formé, estudié y mi carrera se construyó desde otro lugar. Empecé siendo “el hijo de…”, y si la belleza ayudó, bienvenido sea. De todos modos, lo que considero mérito propio es el estudio, la lectura permanente y haber empezado en una selección con Sergio Villarruel, Magdalena Ruíz Guiñazú, Liliana López Foresi y varios más.

-¿Cuándo llega tu consolidación?

-Cuando Alejandro Romay me llamó para conducir Nuevediario junto con Mabel Marechesini; éramos muy jovencitos, yo tenía 23 años. Nos quedamos siete años con 25 puntos de rating al mediodía y a la noche.

También menciona a Mónica Gutiérrez, con quien compartió la conducción de América noticias durante 18 años: “Fue una pareja icónica, fue como ir a jugar con Lionel Messi, me enseñó mucho. Mónica es mi hermana, formamos una familia y nuestros hijos son amigos”.

Guillermo Andino ingresa a una señal de la cual ya forman parte Gabriel Corrado, Denise Dumas y Ronnie AriasPilar Camacho

-¿Cumplís 25 años de casado?

-Sí, el 14 de abril.

Los medios cubrieron aquella “boda del año” y cuya fiesta celebratoria hasta contó con una pareja de ancianos “colada”: “El hombre le dijo a Carlín Calvo que era mi profesor de Historia”.

El encuentro entre Guillermo Andino y Carolina Prat se dio de manera azarosa, como suele suceder tantas veces en el origen de esas uniones trascendentales. La primera vez que se cruzaron fue en Canal 9, cuando ella se acercó hasta la sede de la señal, ubicada en el Pasaje Gelly, de Palermo Chico, para buscar material para un trabajo que estaba desarrollando en la carrera de arquitectura de la UBA sobre edificios de canales de televisión. “Pensé que venía por un casting”. Ella tenía 21 años y él se arrimaba a los 26. “Fue un amor a primera vista, pero ella viajaba mucho, porque hacía campañas de publicidad para diversos productos, mientras seguía con su carrera universitaria”.

-Sin embargo…

-En la época en la que Caro viajaba, yo pensaba “cuando esta mujer se quede en la Argentina, será la mujer de mi vida”.

-En ese ínterin, saliste con otras parejas, algunas de ellas siendo figuras públicas como vos.

-Esa es la prehistoria, era un chico joven.

Esos amoríos con figuras del ambiente lo unieron a la locutora y periodista Karin Cohen y a la actriz Cecilia “Caramelito” Carrizo.

Guillermo Andino y Carolina Prat, enamorados como el primer díaInstagram @caro_prat

-Mientras Carolina viajaba, ¿continuaba el vínculo?

-Sí, siempre la llamaba para charlar. A Carolina (Prat) la amo, me mejoró como persona. Lo que más admiro de ella es su inteligencia emocional. Es la persona que me baja a tierra, con quien pude formar mi familia, tener a mis hijos… [el conductor se emociona al referirse a su mujer. Siente pudor ante los ojos rojos por las lágrimas, pide disculpas y continúa].

Guillermo Andino y Carolina Prat son padres de Vicky (24), Sofia (18) y Ramón (9). “Entre Vicky y Sofi perdimos un embarazo y antes de Ramón, perdimos otro”. Pide cortar la grabación de la entrevista. Nuevamente aparece el llanto, aún más desconsolado. Y el silencio. “Perdón, perdón”, dirá una y otra vez. No hay nada que perdonarle. En su perfil de WhatsApp, la imagen de su rostro está junto al de su esposa.

-¿Llorás mucho?

-Sí, soy llorón; lo hablaba siempre con Gerardo Rozín. Nos cargábamos con eso y lo nombrábamos a Fernando Bravo, que también suele emocionarse mucho.

-La muerte de Diego Maradona te emocionó al aire.

-Fui contra el artículo 1° de la “constitución del periodismo” que es ir por la primicia, pero no la quería dar. Lo tenía a Luis Ventura, diciéndome: “Guillermo, ¿la das vos o la doy yo?”. Mi viejo me llevaba a la redacción cuando sabía que iría Maradona a dar una entrevista. Alguna vez me envió un mensaje diciéndome cuánto se acordaba de mi viejo y que Doña Tota lo quería mucho a papá.

-¿Qué te falta?

-No sé.

-Comidas con Joan Manuel Serrat compartiste, eso lo tuviste.

-Y hasta bendijo la panza de Carolina cuando estaba embarazada de Victoria.

-¿Por qué?

-Sin saber el sexo, dijo “será una niña”.

Un amigo en común los presentó y Andino hasta se dio el gusto de invitarlo a su propia a casa a comer un asado preparado por él. “Nano es muy divertido”.

-Trabajaste con Pinky y con Tita Merello. Tampoco falta eso.

-Uno nunca puede avizorar qué le falta. A veces, algo aparece y ahí te das cuenta que eso te faltaba.

En el año 2000 era productor de su programa Machetes, un formato que había adquirido en Cannes, donde los famosos se encontraban con sus compañeros de colegio. La idea conllevaba un gran costo de realización. La debacle económica de 2001 hizo estallar los presupuestos por el aire, llevando a la discontinuidad del programa.

Guillermo Andino reconoce que ganar y perder es parte de la ecuación del rol del productorPilar Camacho

-En el balance de tu carrera, ¿has perdido dinero en muchas oportunidades?

-Gané y perdí. Cuando fue lo de Machetes, cumplimos con todas las deudas, pero terminamos cobrando en Patacones y la cuarta parte de lo que se debía.

-Alguna vez, perdiste lo suficiente como para que tu situación patrimonial sea riesgosa.

Te llevás algunos sustos. También me ha ido bien. Esto es lo mío, por eso sigo apostando.

-¿Trabajarías con tu hermana Marisa?

-Sí, aunque, en general, hemos trabajado en distintos canales. Por otra parte, estuve muchos años con Mónica (Gutiérrez). No se dio, pero las vueltas de la vida hacen lo suyo. Hoy, estamos en proyectos distintos.

-¿La ves en Telenueve al mediodía?

-Me ha pasado de competir en ese horario o no estar mucho en casa, pero la he visto; ese noticiero está muy asentado, está muy bien.

-Compitieron muchos años al aire.

-Todo el tiempo. Tengo la suerte de haber traído a Juani (Velcoff Andino), el hijo mayor de mi hermana, a mi productora y que haya empezado con nosotros en Andino y el país, el programa que hacíamos con Caro (Prat). Lo fuimos formando. Verlo hoy es un orgullo, es nuestro pichón, aunque es el hijo de Marisa. Caro y yo fuimos los padrinos profesionales.

-Sobrevuela un mito que afirma que no existe un gran vínculo entre tu hermana Marisa y vos. ¿Es cierto?

-No, en absoluto. Es un mito, tengo buena relación. Nos respetamos los trabajos, nuestras posturas ideológicas. Somos hermanos y cada uno de nosotros, a su vez, también tiene sus hermanos de la vida.

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