“Al Teatro Colón hay que cuidarlo de su propio prestigio”, dice su actual director Jorge Telerman, quien a un año de su gestión evalúa logros y dificultades.
“La idea que algunas gestiones han tenido, para mí equivocada, de que no hay que tocar nada del Colón… ¡No! El Colón quiere ser aprovechado como institución, en términos de público, dar cabida a distintas tendencias, a la tradición e innovación, para que efectivamente pueda cumplir su rol de expresión de excelencia”, asegura Telerman y concluye:
“En 2022 veníamos con la programación de la gestión anterior y lo único que hicimos es ciertas adecuaciones, pero iniciamos el cambio de algo que es parte del alma de lo que consideramos una muy buena gestión: el vínculo del teatro con la comunidad. Como consideramos que el Colón es un teatro público por excelencia, tiene que comunicarse y abrirse a la comunidad. Ese eslogan que yo comenté en su momento ‘el Colón tiene que ser para todos, pero no para todo’, es parte de eso. Y, me parece, comienza a verse y a rendir sus frutos”.
-Por la impronta que tiene el Colón, y pasa con todas las grandes instituciones, genera a veces una distancia frente a quienes creen que es algo que no es para ellos, que es inaccesible. Hay que romper esa barrera que existe y trabajar permanentemente en eso.
-¿De qué maneras se puede generar una mejor articulación entre el teatro y la comunidad?
-La comunicación, como la que hacemos en las redes, es una. También los programas específicos que lanzamos, desde tickets “Último minuto”, entradas desde $200 para menores de 35 años, programas especiales para jóvenes y para adultos. El ticket “Ultimo minuto” para jóvenes para mí es una bendición del cielo.
A la hora de lanzarlo en las redes, empezó a formarse una cola que terminó dando la vuelta por todo el teatro. Y un altísimo porcentaje venía por primera vez al Colón y mucho público nuevo se forma a partir de eso. Por otro lado, una comunicación más allá del universo melómano también es importante, dándole identidad al Colón.
Tickets de «último minuto»
-Habló de accesibilidad pero los tickets de “último minuto” no estuvieron disponibles para “Il Trovatore” con Netrebko. ¿Por qué?
-Con Netrebko, mi tarea es -la que me lleva más tiempo- mantener esta nave a flote, y la ecuación económica requiere de mucha precisión. Nuevamente, defiendo la idea de tener grandes elencos y grandes artistas. Pero esos grandes artistas son grandes movidas que requieren que no pongamos todo el peso en el contribuyente, sino en el que viene a ver el espectáculo. Entonces, hay algunas funciones, como las de Netrebko, con una demanda altísima y que se agotan las entradas en minutos, necesitamos que se vendan cien por ciento. Restringimos expolio, todo, para generar la recaudación, que afortunadamente ha aumentado muchísimo.
-Producir algo en el Teatro Colón requiere de un tiempo mayor que en otros lugares. En algunos casos no hemos agregado más funciones por falta de tiempo y no por falta de demanda. Y, como me lo señalaban colegas de otros países que les pareció estupendo, sucedió con un título como La carrera del libertino. Agregar por localidades agotadas un Stravinski no es nada usual.
-En ese sentido, es una picardía que hicieran sólo una función de títulos que requieren mucho esfuerzo de producción y tuvieron gran convocatoria, como “Einstein on the Beach” o “Juana de Arco”.
-Nos está pasando algo que nos gusta, pero también hay que repensarlo: la respuesta estuvo más allá aún de las expectativas más altas que teníamos. Me sugerían al principio hacer tres funciones de Stravinski, decidí hacer cuatro, y tuvimos que hacer cinco; y podríamos haber hecho seis. Con Fausto podríamos haber hecho temporada; también pasó con Caravaggio, que no es el ballet más conocido. Lo que nos pasó con La flauta mágica fue aluvional, agregamos una función más, y daba para varias más.
-El Colón no puede, y no podría tener, una coexistencia de cuatro o cinco puestas en escena simultáneas porque no tiene el espacio para hacerlo, ni siquiera con reformas. El equipo técnico está haciendo un trabajo muy importante, estamos empezando a practicar un doble horario en algunas cosas. Hay un público tan fuerte que ha venido -los números lo muestran de una manera muy contundente-, estamos un 25% más arriba del promedio histórico de concurrencia.
Pero frente a estos eventuales aluviones tenemos que organizarnos de manera tal que permitan el agregado de funciones, sin descuidar el dinero del contribuyente, teniendo en cuenta que no son producciones baratas. Mucho menos cuando tienen artistas internacionales.
-En principio, estoy muy contento, por lo que decía recién. El Colón tiene un número limitado de posibilidades por sus características técnicas. Agregar títulos en forma de concierto, que tienen una puesta mucho más liviana y se pueden montar en 24 o 48 horas, es un camino para agregar más títulos.
Elegimos el formato en concierto en algunos títulos que, por sus características, el acento está puesto en lo musical, en las voces, y elegimos elencos que sostienen esa grandeza fuera de toda discusión. Pero, además, dimos un paso más: no son típicas óperas en conciertos, sino que sumamos lo que se llama “puesta en espacio”, donde hay un trabajo propio, de nuestros propios técnicos y diseñadores, con costos que se absorben en nuestros costos fijos.
-Su gestión puso un acento fuerte en conectar al teatro con la escena internacional. ¿Está conforme con lo que planeado, la idea es continuar en esa dirección?
-Sí, lo dije desde el día que asumí: el Colón es una institución que dialoga con el mundo. Al ser un teatro público, es el lugar donde la Argentina conversa con el mundo. Creo que lo hemos recuperado, y hay que mantenerlo con fuerza, el lugar donde el público argentino puede ver en forma directa qué es lo que sigue haciendo el mundo del arte, de la manera más austera posible en estas circunstancias.
-Claro, es una conversación en doble sentido, donde mostramos y proyectamos, porque estamos trabajando mucho también para que nuestras producciones, y coproducciones, empiecen a salir. No podemos cometer el pecado de cerrarnos al mundo en ningún aspecto, sobre todo en el campo del arte o de las ciencias. Hay campos esenciales en la condición humana.
-No se puede desaprovechar la cantidad de artistas internacionales que quieren actuar en el Colón.
-Grandes figuras de la escena internacional piensan su retiro o su despedida en el Teatro Colón. Eso no lo podemos perder, ni aún en el contexto de la política más dura. Tenemos esa bendición, hay muy pocos “Colones” en el mundo. ¿Cómo no vamos a aprovecharlo? En el campo del arte, el Teatro Colón es Messi. Es un recurso importantísimo más del país.
-Me parece que con la nueva coyuntura se va a complicar sostener la contratación de artistas extranjeros.
-Ese es otro punto que quiero remarcar, fuera de estas arenas movedizas de las últimas semanas, que no sabemos cómo va a terminar, teníamos proyectado finalizar este año con un 40% de los recursos obtenidos de forma propia por primera vez en la historia.
Nunca ha pasado en el Teatro que el 40% de la totalidad sueldos, cachés artístico nacionales e internacionales, puestas, materiales, etc. fue obtenido propiamente por el teatro, por sus fuentes de ingresos, que son esencialmente la venta de tickets, la tienda, las visitas guiadas, y el sponsoreo. Ese es un aspecto que, sin duda, hay que cuidar y cada vez más, porque hay una sociedad que requiere la mayor austeridad posible.
-Se está convirtiendo en una fuerte de ingresos muy importante. También las visitas guiadas, que hemos potenciado, tuvimos más de 150 mil visitantes. Mientras estoy hablando, estoy mirando los diseños que estamos haciendo. Para algunas cosas estamos convocando a grandes artistas, como las grandes instituciones del mundo, que hacen una colección en relación a un título y se convoca a diseñadores para hacer objetos sobre una puesta. Se venden como pan caliente. Es una fuente de ingresos muy importante.
-Un consumo pensado más para extranjeros, ¿no?
-Un cálculo simple: solamente de visitas guiadas vinieron 150 mil personas, y más de la mitad son extranjeros que compran mercaderías hechas por manos argentinas, a promedio de diez dólares -o mucho más para un extranjero- y de eso sólo pueden ingresar un millón de dólares. Proyectar marca tiene una dimensión económica estupenda.
El archivo histórico
-¿Y en qué anda el archivo sonoro histórico del teatro? Se suponía que iba a estar en disponible este año.
-En los próximos 60 días espero lanzar una maravillosa grabación de Martha Argerich, Piazzolla, y también otros históricos.
-¿La idea es subirlos al canal de YouTube del teatro?
-Sí, armar el archivo sonoro y ver bien cuestiones de derechos. Y, también, empezar a generar una mínima fuente de ingresos con nuestra propia plataforma. Tenemos unas piezas increíbles. También hay un material en fílmico.
-La mayoría es a una cámara fija, pero tienen muchísimo valor documental.
-Con respecto a otro tema, ¿a qué se debió que en algunas funciones, como “Juana de Arco”, no participara el Coro Estable y se contratara a Ensamble Vocal Cámara XXI?
-Se debió a la alta productividad. La primera opción, por supuesto, es que lo haga nuestro Coro. Pero en algunos casos tenía que hacerlo fuera de sus horarios de trabajo. En esta temporada, por ejemplo, estuvimos ensayando simultáneamente Fausto y Resurrección, y era físicamente imposible, por eso necesitamos otro coro. De lo contrario, no hacés la obra y te perdés la oportunidad de Dutoit dirigiendo. Por supuesto que estamos orgullosos de nuestros cuerpos artísticos, y el Coro tiene un nivel de excelencia que no hay director que venga de afuera y no lo resalte.
-Me atrevo a decir, aunque todavía no terminó el año, que el gran hito de su gestión hasta ahora fue el Festival Argerich. ¿Está de acuerdo?
-Este festival ha sido tan angelado que fue una de las cosas grandiosas en las que hemos estado involucrados. No vamos a olvidarlo. Mientras se lo digo me recorre un escalofrío por el cuerpo. Hubo un amor especial en este Festival y como anticipo, le digo que el año próximo también se hace.
POS