Primero, un pedido: que alguien les explique a las máximas autoridades políticas del deporte argentino que una campaña olímpica dura cuatro años y que formar un atleta olímpico equivale a tres campañas por lo menos (sí, 12 años). No alcanza con declaraciones del estilo “vamos a trabajar muy fuerte para los Juegos Olímpicos” dichas el 19 de abril por los nuevos responsables de la subsecretaría, a poco más de tres meses de que se inaugure París 2024. Hace falta muchísimo más que un puñado de palabras sin contenido y dichas de compromiso.
Segundo, una aclaración: es más que obvio que el desastre de la política deportiva argentina no es responsablidad absoluta del gobierno de Javier Milei. Los males vienen desde hace muchos años. Y por ese lapso pasaron gestiones radicales, peronistas, kirchneristas y macristas. Así que no todo es culpa de la nueva gestión del subsecretario Julio Garro monitoreada por el secretario Daniel Scioli. De última, el propio Presidente ya había anunciado en la campaña que aplicaría la motosierra en muchas áreas y que el financiamiento del deporte no estaba en sus planes. Lo está cumpliendo.
La que apareció ahora en la escena es Paula Pareto, que visibilizó el pésimo momento que atraviesa el alto rendimiento nacional. Y puntualmente el judo, su deporte.
No hay manchas en Pareto. En su vida, tanto en lo personal como en lo deportivo, no hay forma de que despierte una crítica en su contra. Es un ejemplo. La deportista que se entrenó toda su vida para ser campeona del mundo y olímpica, que a la vez estudió y se recibió de médica y que al mismo tiempo es querida y respetada por todos.
Pareto y la entrenadora que la llevó a la gloria dorada de Río de Janeiro en 2016, Laura Martinel, denunciaron el quite de becas por 2 millones de pesos mensuales (menos de 2 mil dólares blue) para atletas en desarrollo y sus entrenadores. Para el futuro del judo, en definitiva.
Paula Pareto con Laura Martinel, su entrenadora de toda la vida, y Brisa Gómez, medallista de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Foto Instagram @paupareto.“Quieren ahorrar 1.500.000 pesos por mes en el judo. ¿Eso salvará a la Argentina”, se preguntan en su seno. Y el resto de la gran mayoría de los deportes, cuya actualidad es -de mínima- preocupante, tiemblan cuando miran el futuro.
De todos modos hay que destacar una reunión que se hizo hace pocas semanas y que duró una hora y 15 minutos entre Ramiro Fernández Tellez y Jorge Callace por la Subsecretaría y Oscar Cassinerio y Carolina Madrid Mori por la Confederación Argentina de Judo (CAJ).
Allí se habló de becas y de presupuesto, se anticipó el recorte que denunciaron Pareto y Martinel y Deporte avisó que “la disponibilidad presupuestaria (…) no permite continuar con el esquema de becas vigente al mes de abril de 2024”, según reza una minuta a la que tuvo acceso Clarín. Es decir que la CAJ ya sabía lo que se venía. ¿No les avisaron a Pareto y Martinel?
Mientras tanto, el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo mantuvo la cantidad y categoría de sus becarios en el judo: en el ENARD hay 28 becados entre deportistas y entrenadores a quienes se les paga 9.540.727 pesos mensuales, lo que da un promedio de 340.740,25 pesos para cada uno. O sea, 106.325,13 pesos más que el salario mínimo.
Para nadie hay plata. Pero (casi) todos miran para otro lado.