Javier Milei mirá a la cámara de un celular y explica por qué sube el dólar; en otro video, dice qué hará si llega a la presidencia; ensaya una defensa de su plan de dolarización; o se muestra junto a su hermana Karina, a quien llama “La Jefa”, besando a unos cachorritos. Las visitas y los likes se multiplican como ningún otro candidato desde su cuenta oficial en Tik Tok que ya cosecha 1,4 millones de seguidores y 11,7 millones de “me gusta”. Pero hay miles de cuentas que replican sus videos e intervenciones en los programas periodísticos políticos de los canales de noticias, donde por lejos es el invitado que “más mide”.
La plataforma de Tik Tok es a Milei, lo que “Tiempo Nuevo” de Bernardo Neustadt era para Carlos Menem en los ’90, con millones de televidentes que asimilaban el severo achicamiento del Estado que planteaba el caudillo riojano y que eran receptores del “lado bueno” de las privatizaciones. Aquélla ambiciosa reforma del Estado que concretó en empresas clave como ENTEL, SEGBA, Gas del Estado, Obras Sanitarias, YPF, Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles, y una larga lista.
Hoy, al igual que Menem en los ’90, Milei propone un esquema dolarizador -aunque no se trata de un Plan de Convertibilidad 1 a 1- y quiere continuar con una ola privatizadora. A imagen y semejanza de aquél entonces, Milei aprovecha un Estado que no funciona, en el que el kirchnerismo tiene mucho que ver.
La defensa de la salud pública y de la educación pública, que Milei propone arancelar financiando a la demanda, enarbolada desde el oficialismo y por sectores de izquierda, tendría su correlato si funcionara. Pero no es así.
“La salud pública va para atrás, ya casi no hay doctores”; “la salud no es gratuita, cuando voy tengo que llevar yo los insumos”; “cuantos años estamos con cosas gratuitas y no nos lleva a ningún lado”; “no veo mal pagar las cosas, soy de clase baja y me pago todo”, son algunos de los mensajes que se leen en las redes sociales de parte de los seguidores de Milei.
Evangelina tiene 56 años, vive en la zona oeste del Conurbano bonaerense y trabaja en un taller de costura que, dice, no es clandestino. Hace 4 meses que le diagnosticaron cálculos renales, para lo cuales necesita una intervención quirúrgica. Es la segunda oportunidad en que cumple con una serie de análisis que, entre turnos y filas de madrugada, le llevaron dos meses contar con ellos. Sin embargo, no le dan turno para la operación, se vencen los análisis clínicos, y es la tercera vez que tiene que volver a hacérselos. Además de tener un cuadro muy sensible que no le permite alimentarse normalmente. Los casos se multiplican geométricamente.
En simultáneo, el nivel de deserción escolar sumado a la recurrente falta de clases por paros o por una infraestructura deficiente en las escuelas, y el bajísimo aprendizaje que reciben los chicos de primaria y secundaria, completan el combo que va en contra de la defensa de la gratuidad de un servicio de salud y educación públicas, ineficientes.
La mirada K
“Nosotros fiscalizamos a Milei, pero se nos fue la mano”, brinda un mensaje encriptado un operador cristinista. Aseguran que, en medio de la catástrofe que significa contar con un candidato presidencial que además es el ministro de Economía y afronta un contexto de una inflación que podría llegar al 200% este año, según algunas consultoras, “es un buen escenario”. ¿Por qué? El kirchnerismo apuesta a subir algunos puntos pescando en la porción de quienes no votaron o votaron por otras fuerzas de izquierda o neoperonistas. Además, considera que Milei seguirá creciendo y que la principal afectada será Patricia Bullrich. En las cuentas de los K, el balotaje es entre Milei y Massa.
“Si nosotros no vamos al balotaje, ¿por quién te pensás que vamos a votar si la opción es entre Bullrich, que no sabemos qué va a hacer, y Milei, que sin estructura se va en tres meses”. lanza un dirigente K. El link con lo ocurrido en el 2015 es inevitable.
En aquél entonces, en el cristinismo circulaba la versión de que era necesario refugiarse en la provincia de Buenos Aires y dejarle el manejo del país a Mauricio Macri, que iba a durar unos meses. Lo paradójico es que Cristina Kirchner perdió la provincia con la candidatura de Aníbal Fernandez y Macri cumplió sus cuatro años en la Casa Rosada. Pero esa teoría sobrevuela, sobre todo con las altas chances que tiene Axel Kicillof de ser reelecto si la oposición va dividida con Néstor Grindetti y Carolina Píparo; y por carencia de estructura que Milei padece para afrontar un eventual gobierno.
(No tan) Juntos por el Cambio
En el entorno de Patricia Bullrich hacen cuentas. Aseguran que van a recuperar 2 o 3 puntos se los llevó Milei por la ofensiva de Horacio Rodríguez Larreta contra la exministra de Seguridad pero que no fueron a parar a las arcas del Jefe de gobierno porteño sino del libertario. El otro segmento al que apuntan, son aquéllos a los que consideran que votaron al libertario por bronca, pero que regresarán a JxC porque el riesgo es menor.
El objetivo de retener los 11 puntos que obtuvo Horacio Rodríguez Larreta en la interna no es menor. Hay algún trabajo subterráneo de acercamiento entre ambos sectores más allá de la foto de días atrás, pero ya Bullrich mandó a decir que no tiene pensado ofrecerle a Larreta un puesto en el gabinete, mucho menos como jefe de Gabinete como propuso Macri; mientras que en el entorno del alcalde porteño aseguran que nunca aceptaría integrar un gabinete encabezado por Bullrich. Más allá de las fotos, el vínculo entre ambos está roto.
Otro de los escollos será el de convencer al electorado que Mauricio Macri, efectivamente, trabaja para la candidatura de Patricia Bullrich. Desde hace tiempo, en el 2021, Macri pregonaba que «ojalá podamos confluir en 2023 en una propuesta única» con Milei; y luego diría que lo mejor sería que el candidato de Juntos por el Cambio llegará a la segunda vuelta con Milei.
De inmediato, el kirchnerismo salió a instalar que Macri y Milei son lo mismo. Y el libertario, hábil, buscó dividir el frente de JxC asegurando que Macri tendría un importante rol diplomático en su eventual gobierno, a la vez que ignoraba los mensajes de felicitaciones que Bullrich le envío en la noche de las PASO.