Una serie que genera grieta. La forma en que está filmado el drama, divide: en algunos provoca una fascinación estética, pero en otros cierta antipatía por ser una historia con demasiadas metáforas y ambiciones poéticas y ornamentales. Como sea, Las flores perdidas de Alice Hart no pasa indiferente por Amazon.
Drama basado en la primera novela de la australiana Holly Ringland, traducida a más de 20 idiomas, cada capítulo de los siete lleva el nombre de una flor. La autora del best seller creció descalza entre praderas y hasta fue guardaparque, por lo que parte de esa devoción por la naturaleza está plasmada en sus páginas y en los horizontes que permanentemente muestra la cámara.
En los primeros minutos creemos estar en un cuento de hadas. Una niña juega en el campo con su padre, mientras su madre, embarazada, los observa embelesada. La foto de la familia Ingalls con perro incluido es una trampa. Estamos a punto de ver los mecanismos perversos dentro de un clan. La violencia normalizada, el maltrato infantil, las relaciones de poder, la indefensión y el trauma.
Un incendio deja a Alice (Alyla Browne) huérfana con nueve años. No develaremos cómo se desató, pero la mudanza de esta criatura rota hasta la granja de flores de su abuela June (a quien no conoce, Sigourney Weaver) será la punta del ovillo para desenmarañar pasado y presente. El modus operandi de la bestia de la tribu dejará una huella brutal.
«De donde vengo las flores tienen significados. En mi familia nos comunicamos con flores. Prefieren usarlas en lugar de palabras», se presentará transcurrido un tiempo la ya crecida Alice de 24 años (interpretada adulta por Alycia Debnam-Carey). Todo florido, discurso y paisajes. No apto para fóbicos a las flores.
«Contiene violencia doméstica«, se advierte antes de cada capítulo, como para alertar a espectadores vulnerables. El centro de la acción es Thornfield, un paradisíaco refugio para mujeres maltratadas que la abuela June lleva adelante, como en tono de manual de autoayuda. Hay una intención de mostrar el empoderamiento femenino, pero el modo artificial hace cierto ruido.
El elenco de mujeres que viven entre flores y entre recuerdos del calvario. Los cuerpos cargan con los pactos de silencio. Y los secretos de familia lo envuelven todo. Apenas develamos uno, el guion nos devela otro y otro sin tregua. La historia se oscurece y enrosca en enigmas y por lo general es Weaver, de gran actuación, la villana que más esconde y que mejor sostiene un cuento presuntuoso.
Todos los personajes tienen sus sombras y sus pecados y van virando la historia hacia el suspenso. Incluso una dulce bibliotecaria (Asher Keddie) que podría salvar a Alice del monstruo que es su padre (y luego su abuela) muestra sus capas y nos invita a desconfiar de todos.
Desde el lanzamiento de la serie, varios grupos de víctimas que la promocionan agradecen la empatía, más allá del envase en que se narra. Los productores eligen compensar con la belleza visual tantos tramos oscuros. Como si tan pesada y compleja temática (abuso y maltrato) necesitara un poco de luz.
La pequeña Alice, la actriz Alyla BrowneEl riesgo de tanta pretensión artística y visual por momentos agobia, pero se entiende tal vez como elección para no traicionar al libro original. Un juego permanente con la botánica para hablar de raíces podridas y de vínculos como flores venenosas. Aunque a la marca de la violencia no haya jardín que la borre.
Ficha
Calificación: Buena.
Género: Drama y suspenso. Protagonistas: Sigourney Weaver, Alycia Debnam-Carey, Asher Keddie. Dirección: Glendyn Ivin. Emisión: disponible en Amazon Prime Video (7 capítulos).
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