A tres meses y medio del debut, y con un repechaje que permitió el reingreso de tres participantes, MasterChef ya entró en zona de definición, a partir de la eliminación de Silvana (al jurado no le convenció cómo preparó su plato de codornices). Y, desde este martes, el reality de Telefe (va a las 23) ya tiene a sus seis finalistas, de los 16 candidatos iniciales.
Todos manejan un nivel similar de conocimiento a la hora de enfrentar los desafíos, pero cada uno ya ha demostrado características de su estilo, tanto en las preparaciones como en las personalidades. Y en la interacción con Damián Betular, Donato de Santis y Germán Martitegui, el tribunal gastronómico.
Aquí, el sexteto más visto de la televisión de estos meses:
Aquiles González Sviatschi
El más joven, parece el más grande
Nacido en Córdoba, es el participante más chico: ingresó al certamen con 19 años y con un humor ácido que descolocó a más de uno. Es el único que no quiere entrar al estudio bailando las coreografías que diseñan sus compañeros.
Corre el reloj, pero Aquiles no se inmuta. Y siempre llega a tiempo con los platos terminados y con algún riesgo interesante en sus recetas, como el de este lunes, cuando se animó a usar las patas de codorniz para el caldo y presentar mini pechuguitas arrolladas. Martitegui lo criticó, pero igual pasó de ronda.
Lo cargan por su «pensamiento filosófico». Estudia relaciones internacionales y cada tanto le rinde tributo a su abuela «la María Ángela», gran cocinera, dice el nieto, gran candidato a triunfar en esta edición.
Rodrigo Salcedo
Perfeccionista en el plato, caótico en la mesada
Junto a Aquiles, es el otro cordobés del grupo de seis. Bioquímico y carismático, es quien más risas aporta en los desafíos. Descontracturado y solidario a la hora de ayudar a los compañeros, su «estación de trabajo» se descontrola apenas saca los ingredientes del canasto. Y a veces lleva dos canastos.
Lo curioso es que si alguien sólo viera lo que presenta no imaginaría el descontrol de la previa. Es detallista en el emplatado, atrevido en la combinación de sabores y maneja un ritmo diferente al resto: corre, salta, baila, se agita, y sin embargo, vuelve fácil a enfocarse en lo suyo.
Y se luce, como lo hizo este lunes, cuando se sentó sobre el tacho de residuos para dedicarle 20 minutos al deshuesado completo de dos codornices, algo que ninguno hizo y que le valió una felicitación por su cuidado puesto en esa carne tan delicada. Alma de ganador.
Daniela Kompel
Su fuerte son las recetas vegetarianas y los emplatados
Si bien prefiere cocinar recetas vegetarianas, no tiene problemas en trabajar los distintos tipos de carne que presentan algunos desafíos. Mujer viajada y de buen paladar, aprovecha platos que ha degustado por el mundo para recrearlos sobre su estación.
Es una de las que mejor administra el tiempo disponible, con minutos suficientes para el emplatado. Además, sabe elegir la vajilla que mejor le siente a su preparación y sabe hacerla lucir con detalles tan decorativos somo saboreables. Candidata a llegar lejos.
Rodolfo Vera Calderón
El especialista en realeza que confronta con el jurado
Periodista especializado en la realeza, es muy detallista y prefiere lo gourmet a lo popular. Una de sus mayores diferencias con Martitegui está en el punto de cocción de sus carnes: el jurado entiende que siempre le quedan crudas, él explica que busca el punto «bleu».
Lo tildan de quejoso, pero sus compañeros siempre recurren a él para despejar dudas sobre la marcha. Y a Wanda Nara le encanta «sacarlo de las casillas» preguntándole, cuando está contrarreloj, sobre intimidades de la nobleza. Y, como es un caballero, contesta todo.
Tiene altas chances de estar entre los tres finalistas. Como también tiene, siempre, una receta familiar que puede aplicar al desafío del día. «Dale, Rudy, no me digas que también tenés un plato de tu madre o de tu abuela…», lo chicanea el jurado. Y, sí, lo tiene.
Antonio López
El salteño que se fue para volver al día siguiente
Pero al día siguiente se abrió el repechaje y quedó entre los tres elegidos para volver. Y, en su reingreso, volvió a apostar por lo norteño, de la mano de guisos y humitas.
A pesar de desconocer muchos alimentos o condimentos, se las ingenia para poder cumplir con la prueba de cada día y no tiene pudor en reconocer su ignorancia en determinado tema. Desde el vamos contó cómo creció en medio de la carencia y la humildad, y se nota que va por la superación, aunque no suele aceptar fácilmente las críticas.
Estefanía Herlein
La cocinera bilingüe que cayó en la grieta de las redes
En sus primeras presentaciones, insistía en colar términos en inglés, tipo «water break», a modo de «recreo para tomar agua». Más de uno la tildó en Twitter de «tilinga», pero esa devolución parece encenderla y sube la apuesta cada noche, con dosis de glamour y extravagancia.
Tiene buen manejo del tiempo, pero un error en medio de su preparación puede derrumbarla anímicamente. Sabe lucirse en los emplatados y en la pastelería. Y en el manejo de idioma.