Volvió la serie que revolucionó la mirada sobre el duelo, la muerte y la dinámica familiar: Six Feet Under. Este 1º de noviembre llegó a Netflix esta emblemática ficción de su rival HBO que, entre 2001 y 2005, conmovió al público gracias a sus protagonistas: la familia Fisher, dueña de una funeraria en Los Ángeles.
Six Feet Under podría traducirse como “A dos metros bajo tierra”. Esta serie fue creada por Alan Ball, es uno de los símbolos de la “era dorada de la TV” y fue muy innovadora por su foco: el día a día de la familia Fisher, que posee una empresa funeraria en Los Ángeles, Fisher & Sons.
Con hondura, sinceridad, mucho humor negro pero nada de morbo, Six Feet Under reflejó el miedo a la muerte en el cambio de siglo. Sus personajes buscaban su identidad, su destino y sus afectos, mientras restauraban y maquillaban a los cadáveres para los velorios.
Este año, por su caída de suscriptores, HBO hizo un acuerdo inédito con Netflix, su mortal competidora. En septiembre ya habían arribado a la N roja las bélicas Band of Brothers y The Pacific, y, en octubre, la ficción de vampiros True Blood.
Pero nunca la muerte se abordó como en Six Feet Under. Aquí, siete claves de la vigencia de esta serie de cinco temporadas que, para muchos, tiene el mejor final de la historia de la televisión.
La muerte inicial
Michael Hall y Peter Krause, como los hermanos Fisher, que heredaron la funeraria de «Six Feet Under». Six Feet Under sondeó los conflictos de la familia Fisher tras el fallecimiento del patriarca Nathaniel Fisher Sr. (Richard Jenkins), en el primer episodio, por un accidente de auto. Este trauma fue el disparador para que regresara, desde Seattle, el otro personaje clave de la serie: el díscolo hijo mayor, Nathaniel “Nate” Fisher Jr. (Peter Krause).
Nate fue interesándose en el negocio junto a su hermano menor, David Fisher (Michael C. Hall, el mismo de Dexter): un gay conservador y acomplejado que estaba en pareja con el policía afroamericano Keith Charles (Mathew St. Patrick).
Y su precoz hermana menor, la pelirroja Claire Fisher (Lauren Ambrose), buscaba su pasaje hacia la adultez en Los Ángeles, entre su vocación artística, los avatares de la funeraria y los novios tóxicos.
La dinámica familiar
El elenco completo de «Six feet Under», una serie que habla de la muerte sin morbo y sin cinismo. ¿Y la viuda matriarca del clan? La simpática y melancólica Ruth Fisher (Frances Conroy) hizo el duelo de su marido como pudo, forjó nuevos amores y amistades y no dejó de preocuparse por sus tres hijos.
Allí estuvo el núcleo de Six Feet Under: la forma en que los Fisher conectaron con el legado familiar. Cada difunto que recibieron y prepararon en la casa de pompas fúnebres Fisher & Sons atravesó los profundos lazos de todos -sus temores, esperanzas y sueños- hasta el final.
Y hubo algo creativo. El padre, Nathaniel, reaparecía a lo largo de las cinco temporadas, no como un fantasma sino como un personaje simbólico, casi metafórico, a través del cual se proyectaban los demás.
“¿Qué hago, papá?”, preguntaba Nate, el mayor. “Yo ya estoy muerto, hijo. Tratá de seguir tu propio camino”.
El difunto de la semana
Six Feet Under inició cada uno de sus 63 episodios con la escena de una muerte distinta (trágica, natural, absurda o terrible). El difunto luego sería restaurado, maquillado y vestido en Fisher & Sons, para la ceremonia fúnebre. Cuanto más cruenta la muerte, más costoso el trabajo.
La familia Fisher en el funeral del patriarca de la familia, que muere en el primer capítulo, pero que aparece siempre. Este mortal preludio era el gancho: uno se golpeó con el fondo de una piscina, otro fue despedazado por una máquina, un miembro de una banda fue tiroteado, una actriz porno se electrocutó en la bañera, un bebé falleció de muerte súbita y un joven murió de sobredosis.
Fueron 63 trabajos que atender. Pero a Ruth no la aterraban estos cadáveres: su gran temor era ver sufrir a sus hijos y no recobrar el amor. Six Feet Under también se animó a presentar a una viuda que reencauzaba su sexualidad.
Los cadáveres en el sótano
“¿‘Rico’, ya terminaste de arreglar el cadáver?”, preguntaban Nate y David Fisher, en el subsuelo de la funeraria-casa familiar, a Federico “Rico” Díaz (Freddy Rodríguez). Era su asistente experto en “tanatopraxia” y “tanatoestética”: la limpieza, restauración, conservación y maquillaje de los cadáveres.
Con diálogos mordaces, lúgubres e hilarantes, Rico Díaz amaba profundamente a su esposa enfermera, Vanessa Díaz (Justina Machado), y demostraba ojo para los negocios. En la tercera temporada de Six Feet Under se convertiría en socio de la empresa, renombrada como Fisher & Díaz.
“¿Quiénes son estos directores de casas funerarias que contratamos para que enfrenten a la muerte por nosotros? ¿Cómo afecta eso sus vidas?”, se preguntó Alan Ball, el showrunner (el hombre a cargo) de la serie. Six Feet Under fue su legado.
La identidad LGBTQ+
En la casa familiar. Los 63 capítulos de «Six Feet Under» comienzan con una muerte distinta. Six Feet Under también fue de avanzada para mostrar a concubinos gays: doce años antes de que se legalizara el matrimonio igualitario en los Estados Unidos. Aquí se exploró el vínculo entre el tenso y estructurado David Fisher y el musculoso policía Keith Charles.
La serie mostró cómo se les dificultaba adoptar un hijo -por falta de legislación a su favor-, en Los Ángeles, y expuso un diverso arco de escenas de discriminación. David Fisher tardó en salir del closet y lidió con sus férreas convicciones -y desilusiones- religiosas.
Pero nunca estuvo solo. Su hermano mayor Nate, su hermana menor Claire, su madre Ruth, su pareja, y el tanatopráctico Federico Díaz, fueron centrales en su autoafirmación. Y David ya no necesitó empastillarse para la ansiedad.
¿El mejor final de la historia?
Six Feet Under es recordada, además, porque tuvo uno de los cierres más perfectos, redondos -y poéticos- de todas las series. Se animó a mostrar cómo, cuándo y dónde morirían los personajes principales en el futuro. Así, cerró el círculo de cada uno y ayudó a procesar ausencias y despedidas.
“Que descanse en paz”, dijo la pelirroja Claire Fisher en el antepenúltimo episodio, ya decidida a seguir su luz artística en Nueva York. ¿A quién estaba llorando? ¿A quiénes vería partir años después?
Aún hoy se estudian los últimos diez minutos de Six Feet Under: la puesta en escena, el timing narrativo, la metáfora visual y la ruta que lleva de Los Ángeles a otro plano. Como dijo Alan Ball: “Es la fuerza de la vida que trata de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y depresión”.
En un ámbito conocido. Nate (Peter Krause) y David (Michael C. Hall) son dos de los protagonistas de «Six Feet Under». Aquí, en el primer capítulo, en el funeral de su padre.
Las fragilidades de la vida
“Es la capital mundial de la negación de la muerte”, explicó Alan Ball, cuando le preguntaron por qué Six Feet Under transcurría en Los Ángeles. La ciudad de California fue un mapa de conflictos en las cinco temporadas de Six Feet Under: la paternidad nada ideal, las enfermedades psiquiátricas, la tensa relación entre adultos y niños, la homofobia, la ancianidad, las drogas y el aborto, entre otros.
Pero nunca desde el cinismo. Six Feet Under fue un antecedente lejano para una ácida serie sobre el duelo, con un periodista que se desquita con el mundo tras la muerte de su esposa.
Es After Life (2009-2022), del humorista Ricky Gervais y también está en Netflix. Su protagonista elabora su pérdida siendo sarcástico e insoportable, pero algún día va a recobrar la ternura y la empatía social.