Es extremadamente inusual que los mejores grandes maestros del ajedrez mundial jueguen torneos abiertos, en los pueden enfrentarse a rivales de mucho menor ranking. Por eso cuando esto sucede la oportunidad es esperada por los fanáticos. Pasó en la previa del Masters de Qatar, porque estaban anotados cuatro de los ocho mejores del mundo. Pero lo que ocurrió este jueves fue un terremoto, porque el noruego Magnus Carlsen, número uno y dominador absoluto de esta era, perdió en la segunda ronda con el kazajo Alisher Suleymenov… ¡el 578° del ranking!.
Quienes estaban en la sala de juego y los cientos de miles de aficionados que seguían la partida en las plataformas online no podían creer lo que estaban viendo. El gran maestro de 23 años, con un ELO de 2.512, encabezó un furibundo ataque al rey de Carlsen (2839), quien jugó con negras y con un sacrificio de caballo y un avance combinado de las piezas lo hizo abandonar en 31 movidas. Historia pura.
Según la plataforma especializada Lichess, Carlsen no perdía con un jugador de menos de 2.520 puntos de ELO desde 2006, cuando en el Campeonato de Noruega cayó ante Berge Ostentad. Pasaron 17 años. Impresionante.
Y de acuerdo a Tarjei Svensen, periodista noruego que sigue al detalle la carrera de Carlsen, es la derrota más impactante desde que el noruego perdió en 2015 contra el francés Yannick Pelletier, de entonces 2.566 de ELO, en el Campeonato Europeo por equipos.
Claro que no quedó solo en una derrota para el rey del ajedrez, que resignó su título mundial por falta de interés y porque no veía rivales a su altura. A poco de perder, Carlsen tomó su teléfono celular y escribió una serie de tuits que conmocionaron más al ajedrez de elite. Si bien no acusó a su vencedor de hacer trampa, el noruego se mostró furioso con una organización que no cumplió con condiciones reglamentarias. Y el reglamento avala lo que dice el número uno.
“Fui completamente demolido en mi partida de hoy. Esto no es para acusar a mi oponente de nada, porque jugó muy bien y mereció ganar, pero honestamente debo decir que en cuanto vi que usaba un reloj perdí mi habilidad de concentración”, expresó Carlsen.
“Obviamente soy responsable de mi inhabilidad para manejar esos pensamientos con propiedad, pero es increíble y frustrante que los organizadores no tomen en cuenta las luchas contra las trampas. No hubo demora en la transmisión y los espectadores caminaban por la sala de juego con smartphones”, añadió.
Y cerró: “Le pregunté a un árbitro si los relojes estaban permitidos y me aclaró que los que estaban prohibidos eran los ‘relojes inteligentes’, pero no los analógicos. Esto parece ir en contra de las reglas de la FIDE para eventos de esta estatura”.
La política «anti trampas»
El kazajo Alisher Suleymenov, con el reloj en su muñeca izquierda, derrotó a Magnus Carlsen en el Masters de ajedrez de Qatar.Los cuidados en torneos son notorios, porque más allá de que los jugadores no pueden tener sus teléfonos celulares, se trata de evitar cualquier sospecha de que se transmitan mensajes a través de ondas electromagnéticos.
De hecho, las reglas dispuestas por la FIDE marcan, en el artículo 11.3.2: «Durante una partida, un jugador no puede tener aparatos electrónicos no específicamente aprobados por el árbitro en la sala de juego».
Suleymenov no tenía un aparato electrónico pero sí un reloj en su muñeca izquierda. Y acá el reglamento avala a Carlsen, porque en el manuel de reglas «anti trampa» de la FIDE se lee habrá violaciones cuando al jugar sobre el tablero «se traigan elementos prohibidos como billeteras, anteojos pequeños, lapiceras y relojes«.
El kazajo Alisher Suleymenov, con el reloj en su muñeca izquierda, derrotó a Magnus Carlsen en el Masters de ajedrez de Qatar.El terremoto causado por la derrota de este jueves de Carlsen ante Suleymenov y sus posteriores declaraciones con la palabra “trampa” rondando la escena obviamente recuerdan al escándalo que se generó cuando el noruego abandonó en la Copa Sinquefield de septiembre de 2022 ante el estadounidense Hans Niemann, de quien directamente directamente dijo que era un tramposo.
Ese hecho puso en jaque al ajedrez mundial con un debate sobre si servía acusar sin pruebas, por más que Niemann había aceptado que había hecho trampa jugando online. Niemann hasta tuvo que someterse a un escaner anal en otro torneo que jugó. Hubo demandas judiciales multimillonarias.
Pero el 28 de agosto pasado todo terminó: adiós a los reclamos judiciales. Carlsen aceptó que Niemann no hizo trampa en esa partida presencial y el estadounidense pudo volver a jugar online en chess.com.