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18 noviembre, 2024

Un imán llamado Ferrari: Lewis Hamilton, el último gran campeón que cayó rendido a los encantos de la escudería más glamorosa de la Fórmula 1

Lewis Hamilton, solo Lewis Hamilton y nadie más que Lewis Hamilton conoce en detalle los motivos que lo llevaron a pactar con Ferrari uno de los traspasos más sonoros en la historia de la Fórmula 1 después de 11 temporadas en Mercedes (más la que comenzará el 2 de marzo en Bahréin), en la que logró 82 victorias y seis campeonatos. A los millones y las condiciones de contrato que pueda haber negociado, y al desafío deportivo de conseguir un histórico octavo título, factores indudablemente de peso, seguramente también se sumó la seducción que genera la escudería más importante en la historia de la categoría reina del automovilismo mundial.

La sociedad entre el piloto con más títulos (7, los mismos que Michael Schumacher), más victorias (103), más pole positions (104) y más podios (197) y la escudería con más triunfos (244), más pole positions (249) y más campeonatos de pilotos (15) y de constructores (16) parecía quimérica hasta hace unas horas. “Sigo sintiéndome como en casa en esta familia. Me veo con Mercedes hasta mis últimos días”, había dicho el inglés en marzo del año pasado. “No hay lugar en el que preferiría estar”, había enfatizado a fines de agosto, al extender su vínculo con la escudería con base en Brackley. Sin embargo, un tercero en discordia apareció en estos días y ese romance se rompió.

Hamilton, que tiene 39 años y un futuro presumiblemente corto en la categoría, según avisó más de una vez, buscará su octavo título con un equipo que en los últimos dos años mostró un buen progreso, pero que estuvo muy lejos de poder pelear la corona con Red Bull y en 2023 terminó detrás también de Mercedes en la Copa de Constructores, después de una serie de errores y fallas estratégicas que lo pusieron en el centro de los cuestionamientos. Sin embargo, Ferrari es mucho más que eso: es también la escudería más prestigiosa, la que cuenta con más adhesiones entre los fanáticos y aquella en la que (casi) cualquier piloto desea correr alguna vez.

La Scuderia, fundada por Enzo Ferrari en 1947, es la única que participó en las 74 temporadas de la Fórmula 1 desde 1950 y la que encabeza casi todos los departamentos estadísticos de la categoría, aunque ahora vive días de vacas flacas: su último campeonato de pilotos lo consiguió en 2007, con el finlandés Kimi Räikkönen. Esa es la segunda sequía más larga de su historia, después de los 21 años sin festejos que transcurrieron entre el título del sudafricano Jody Scheckter, en 1979, y el primero de Michael Schumacher en el equipo, en 2000. Y en la Copa de Constructores no se impone desde 2008.

Cincuenta y dos pilotos de 18 nacionalidades representaron a Ferrari en las 1073 competencias en las que intervino en estos 74 años. Solo nueve consiguieron títulos, entre ellos Juan Manuel Fangio (en 1956). Schumacher logró cinco consecutivos en los albores del siglo XXI (entre 2000 y 2004) y también celebraron otros próceres del equipo como el italiano Alberto Ascari (1952 y 1953), el británico John Surtees (1964) y el austríaco Niki Lauda (1975 y 1977).

Michael Schumacher, el más ganador entre los nueve pilotos que fueron campeones con Ferrari. Foto: Antonio Calanni / AP.Michael Schumacher, el más ganador entre los nueve pilotos que fueron campeones con Ferrari. Foto: Antonio Calanni / AP.Pero también hay una larga lista, a la que Hamilton procurará no sumarse, de notables corredores que no pudieron consagrarse sobre un bólido rojo. Entre ellos se destaca el cuádruple campeón francés Alain Prost, quien llegó a Maranello en 1990, tras haber conseguido tres títulos con McLaren, para tratar de batir a su exempleador, que tenía a Ayrton Senna como emblema. Pero en sus dos años en Ferrari capituló ante el brasileño antes de pasar a Williams para obtener su cuarta corona.

Otro cuádruple campeón, el alemán Sebastian Vettel, permaneció en la escudería seis años (entre 2015 y 2020), en los que no consiguió doblegar a Hamilton. Tampoco pudieron festejar un campeonato con el equipo el español Fernando Alonso, el británico Nigel Mansell, el austríaco Gerhard Berger, el suizo Clay Regazzoni y el canadiense Gilles Villeneuve, entre otros.

Pero Ferrari es más que carreras o campeonatos ganados. Hace tiempo que atravesó los límites de una escudería de Fórmula 1. Es también un símbolo de estatus, de desarrollo tecnológico y de excelencia. Y se ha convertido en un ícono cultural. Su logotipo, el del Cavallino Rampante, es identificable universalmente, más que el de cualquier otra automotriz (incluso superando a la estrella de tres puntas de Mercedes Benz).

Los fanáticos de James Bond pueden relatar con lujo de detalles la escena de apertura de GoldenEye, en la que Famke Janssen, a bordo de una Ferrari F355, y Pierce Brosnan, en un Aston Martin DB5, protagonizan una vertiginosa carrera en una camino de montaña en la Costa Azul. Esa es apenas una de las tantas apariciones fácilmente identificables de un vehículo de la marca italiana en una película o serie. También se los ha visto en otras expresiones artísticas e incluso el modelo 296 GTB es parte del popular videjuego Fortnite.

La iconografía Ferrari no se circunscribe a ello. En 2023, la empresa reportó ganancias por 5.600 millones de dólares. Ello fue producto, en gran medida, de la venta de vehículos, pero también de la comercialización de productos tan diversos como remeras, lapiceras, modelos a escala, bolsos, camperas de cuero, lentes, relojes y zapatillas. Todo con el logo del cavallino rampante.

Una multitud de simpatizantes de Ferrari en una de las tribunas del autódromo de Imola. Foto: Andrej Isakovic / AFP.Una multitud de simpatizantes de Ferrari en una de las tribunas del autódromo de Imola. Foto: Andrej Isakovic / AFP.La combinación entre deporte, historia y marketing le ha valido a Ferrari una enorme dotación de hinchas en todos los rincones del planeta. Quedará para los sociólogos la tarea de explicar el fenómeno de multitudes expresando fogosamente su pasión por una corporación dedicada a la fabricación de vehículos motorizados, una conducta que en Argentina se replica en el Turismo Carretera con los hinchas de Ford, Chevrolet, Torino y Dodge. Pero que sucede, sucede.

En Bakú y en Las Vegas, en Singapur y en San Pablo, en Suzuka y en Montreal, en Yeda y en la Ciudad de México. En cualquier autódromo del mundo al que la Fórmula 1 lleva su show, las tribunas se llenan de remeras rojas y banderas con el logo de marca italiana. Ninguna escudería consiguió hasta estos días empardar ese movimiento de masas que a partir de 2025 apoyará a Lewis Hamilton. Hace ocho años, cuando él gozaba de ese respaldo, Sebastian Vettel sentenció: “Todo el mundo es fanático de Ferrari. Aunque digan que no, son fanáticos de Ferrari”.

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